miércoles, 17 de octubre de 2007

9. El Cerro ha sido y es un lugar de entrenamiento emblemático

Aquel sábado del año 1966 parece que por fin se iba a cumplir uno de los deseos que yo tenía y que más me ilusionaba: conocer El Cerro de los Ángeles.

Fuimos andando por un paseo paralelo a la Base Aérea, que nos llevaba a la Estación Larga, o de Alicante, que así la llamaban. La carretera estaba cubierta de adoquines.

Los automóviles que circulaban aquella mañana no eran muy numerosos. Tenían que detenerse un buen rato en el paso a nivel con barreras que había junto a CASA, esperando a que pasara el tren. Nosotros, los peatones, cruzábamos las vías con mucho cuidado.

Atravesar la carretera de Andalucía no nos supuso mucha dificultad.

Cuando llegué al Cerro, pude comprobar que los vehículos aparcaban a ambos lados de la carretera que subía a la Ermita, donde moraba la imagen de la Virgen de Los Ángeles.

Los pinos no estaban muy crecidos, y todo el perímetro lo protegía una alambrada que impedía el paso.

Años más tarde me contó Manolo Solís, que la última repoblación del pinar se hizo a principios de los años cincuenta y que él y sus amigos participaron muy activamente en la plantación.

El Cerro ha sido y es un lugar de entrenamiento emblemático para todos los atletas de Getafe.

Durante más de cuatro décadas hemos disfrutado de un pulmón de oxigeno excepcional, que nos ha permitido, en un entorno maravilloso, conseguir la forma necesaria para poder competir en multitud de pruebas, tanto a nivel local, como provincial, nacional o internacional.

Conocí a un grupo de jóvenes que se tomaban el atletismo muy en serio. Jesús Fernández Vieira, Jesús Coronel Franco y Román Morales Soto. Ellos serian unos años más tarde los que me apoyarían en la idea de fundar el club Atlético Getafe.

Pocos días después de mi primera visita al Cerro empezamos a ir a entrenar. Quedábamos a las seis de la tarde, después de salir del trabajo.

Tuvimos que hacer una abertura en la alambrada, para poder introducir la moto que yo llevaba, una Lambreta, y las bicicletas de mis amigos.

Han pasado más de cuarenta años desde aquella primera visita al Cerro de los Ángeles. Cuando me encuentro con algunos de mis compañeros de entonces, que todavía siguen corriendo, advierto en sus caras las marcas de la edad, pero todavía conservan la envergadura ligera y enjuta de alguien mucho más joven.

Tuvimos que buscar caminos por donde pudiéramos transitar sin que peligrara nuestra integridad física.

Un fino velo de melancolía soñadora, una espesa niebla sentimental, de emociones secretas se está apoderando hoy de mí…

El contacto con la naturaleza potenció nuestras capacidades. Nos encaminó al descubrimiento de unos sólidos y bien estructurados impulsos reflexivos que todavía hoy permanecen, y que el paso del tiempo no ha sido capaz de borrar.

La naturaleza me encanta, es el último refugio y al estar en contacto con ella conseguimos equilibrio y vigor.

Lo lamentable es que en este mundo globalizado apenas se le preste atención.

Marino Hernández Hernández, realizó en INEF, el 09/05/1976, en la prueba de 400 metros lisos, un tiempo de 53.3.

martes, 16 de octubre de 2007

Muchas felicidades Juanjo

Juan José Millás es para mí un excelente escritor, al que quiero felicitar hoy.
Abandonar tu pueblo para buscar nuevos horizontes, es algo que nos ha pasado a muchos españoles.Yo salí de Fuente Álamo (Albacete), el 02/09/1965 y mis recuerdos me han acompañado hasta hoy. Muchas felicidades Juanjo.

martes, 2 de octubre de 2007

7. Podíamos correr descalzos por la hierba

Fernández fue mi primer entrenador, si bien es cierto que durante muy poco tiempo. Él me dio el primer plan de entrenamiento escrito que tuve, el cual me pareció un regalo muy apreciado. Tuve muchas dificultades para poder realizar los tiempos tan exagerados que me había marcado. Las recuperaciones eran muy cortas y la intensidad de ejecución muy grande para un joven con unas facultades físicas como las mías. Enseguida me di cuenta de que no podría cumplirlo.
Me encanta entrenar, cuando corro experimento momentos de bienestar, alegría, júbilo, sobrecogimiento como quien escucha una buena pieza de música. El correr ha sido y es para mí una pasión que no ha envejecido con el paso del tiempo.
Yo era un chico bastante delgado y mi madre consideró que tendría que comer mucho para poder aguantar el ritmo de vida que llevaba: el trabajo diario y el entrenamiento intensivo a que me estaba sometiendo.
Habíamos traído almendras de Fuente Álamo, que mi padre partía en una piedra con un martillo.
Así es que yo empezaba las mañanas con un buen plato de almendras rociadas con abundante miel. Que recuerdos más agradables tengo todavía de aquellos ricos desayunos.
Por las noches cuando me iba a dormir también era costumbre tomar lo que llamaban “un ponche”, que era un huevo batido con leche y azúcar. Este no me gustaba nada.
Mi primer contacto con una pista de atletismo en Madrid, fue en las instalaciones del SEU de la Ciudad Universitaria. Esta tenía 300 metros de cuerda.
Fuimos con el deseo de realizar un buen entrenamiento en una pista de ceniza, sobre una distancia bien medida. En aquel escenario competiría yo bastantes veces en los años siguientes.
Guillermo Ferrero, entrenador del club Maratón, estuvo observando mi entrenamiento y recuerdo que se me acercó y me dijo que estaba entrenando demasiado fuerte, que lo que yo estaba haciendo no había cuerpo que lo aguantara.
Efectivamente, enseguida tuve que dejarlo y no pude acabar aquella paliza tan descomunal que me estaba dando.
Tenía que intentar hacer lo que mi entrenador me había dicho. Yo, por entonces, no tenía ningún conocimiento de atletismo y creo, que Pedro consideró que el entrenamiento que hacía a mi me vendría bien. Creo que él sobre valoraba mis facultades.
El césped de la parte interior de la pista era una delicia. Podíamos correr descalzos por la hierba. Todos lo hacíamos. Estaba muy cuidado por Teodoro, que era el encargado de las Instalaciones.
En aquella pista conocí a Juan García Vicente y a Santiago Mora Ávila, del club Perelada.
Juan, con su personalidad carismática y sus ojos penetrantes, me propuso que fichara por ellos. En la temporada siguiente firmé por el club de Paco Perela.
Cuando volví a mi casa, entré en solemne meditación, recordaba todo lo que me había pasado y las múltiples experiencias que había tenido. Una poderosa lucha interior hizo que me cuestionara si me encontraba en el camino correcto y con las personas adecuadas. Sin embargo, para entonces, ya había dado mis primeros pasos en el atletismo madrileño, y una nueva etapa llena de ilusión y esperanza acababa de surgir en mi vida.
Juana Pablos Acosta (Juana), corrió los 42 kilómetros y 195 metros de la Maratón de Londres en 2 horas 50 minutos y 41 segundos, el 20/04/1986.

martes, 25 de septiembre de 2007

1818. Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba.


-->Francisco Perela Cambronero Juan García Vicente José Verón Gormaz Alipio Mora Ávila Blas García Marín

13. Cuarenta años después seguimos reuniéndonos el día de los Santos Inocentes

El tiempo iba pasando, llegó la temporada de 1967 y Mingo no hizo nada para que el equipo de CASA se federase en Atletismo.
Así es que decidí unirme al club de Paco Perela y firmé ficha de la Federación Madrileña de Atletismo.
En el club Perelada me dieron una ayuda de 500 pesetas, para que pudiera comprar mis primeras zapatillas de clavos.
Los clavos de las deportivas eran fijos, se iban desgastando con el uso, no se parecían en nada a las excelentes zapatillas de clavos intercambiables que se utilizan ahora.
Las pumas, esta era la marca de las zapatillas, me duraron bastante. Era una gozada poder correr y sujetarse con aquellas garras que te permitían avanzar sin resbalar ni perder impulso.
Yo estaba como un niño con zapatos nuevos, cuidaba las zapatillas con un mimo exquisito. Por entonces era normal prestárselas a aquellos compañeros que no tenían. Recuerdo dejárselas a un atleta para correr un 10.000 y lo mal que me sentó que le pisaran y le hicieran un desgarrón. Ya no volví a dejarlas nunca más.
Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba en los momentos en que el entrenamiento no me salía como a mí me hubiera gustado. Vivía con gran intensidad los momentos anteriores a empezar a entrenar. La incertidumbre de saber que nos tocaba cada día, cual era el plan que teníamos que hacer, se terminaba, con frecuencia, con una hora de carrera continua, que nos servía para recuperarnos de la paliza que nos habíamos dado en la pista el día anterior y que nos había dejado las piernas muy cascadas.
Después de entrenar volvíamos, todos juntos, andando hasta el metro de Moncloa, comentando las incidencias que habíamos tenido, pensando en la competición que teníamos que realizar el fin de semana y que, a la vista de los tiempos que habíamos realizado, debería llevarnos a mejorar nuestros registros personales.
En aquel grupo de amigos teníamos una filosofía muy particular de entender la vida y todo lo relacionado con ella. Era indudable que la reflexión metódica a la que continuamente nos entregábamos, articulaba nuestro conocimiento del atletismo, nos llevaba a conocer nuestras posibilidades y nuestros límites. Años más tarde dejarían una profunda huella en nuestro modo de ser y de hacer.
Fue muy lamentable que aquella agrupación no tuviera una larga existencia. Cada uno de nosotros tuvimos que enfrentarnos a los avatares de la vida y poco tiempo después se disgregó.
Cuarenta años después, algunos de sus componentes, seguimos reuniéndonos en un Restaurante de Madrid todos los 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes.
ENLACES:

1745. En la calle Barón del Solar de Fuente Álamo, mi abuelo Blas, padre de mi padre, le había dejado un trozo de bancal que tenía junto a la casa...

1339. Nuestro querido amigo Alipio Mora Ávila ha fallecido esta noche en el hospital de Getafe.

599. Presentación del libro de poemas “Las Orillas del Cielo” de José Verón Gormaz, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

0001. Paco Perela y sus hijos(atletas). Ciudad Deportiva del Real Madrid. Año 1968

0000. VI Marcha por la Senda de las Merinas ( 5/6 de abril 2008). Organizada por Ecologistas en Acción.