Señor alcalde:
La ciudad de Madrid está sufriendo, literalmente, con el sinnúmero de obras que se suceden en los últimos años y que, parafraseando a un conocido político, ya no la conoce ni la madre que la parió. El dilema está en determinar la calidad de los cambios. En éstos está empeñada su respetable ambición de trascender mucho más que sus predecesores, pero hay ciudadanos que no coincidimos en absoluto con estas pretensiones.
Podemos decir que esta ciudad emprendió hace tiempo una larga carrera hacia la insostenibilidad, hacia el despilfarro de recursos y en la que usted tomó el último relevo de la prueba donde parece que es el que más rápido se ha manifestado en la misma. Reconocemos que ha encontrado colaboradores necesarios en sus actuaciones, y no sólo de su misma inclinación política, para desconcierto de muchas personas.
La obra estrella de la anterior legislatura, nadie lo duda, fue el soterramiento de la M-30, aunque para Ecologistas en Acción ha sido esencialmente una ampliación del viario que existía para luego ser enterrado. La enorme losa que nos ha caído encima a los madrileños con esta obra no sólo es financiera, es ante todo un discurso de insostenibilidad que muchos se han tragado y asumido, como signo de modernidad e incluso de lo ecológico. Otros creen que la obra, si bien denostada por un amplio sector de la población, ha quedado corta y desean que se amplíe y prolongue hacia las afueras de la urbe. Es el caso de la N-V, que muchos quieren que se soterre mucho más, no sabemos si incluso hasta la misma ciudad de Badajoz. También hay alcaldes en la región madrileña que quieren emularle en soterramientos.
Ha de convenir, y usted lo sabe, que ha marcado una línea de actuación que no va en consonancia con la lucha contra el cambio climático, el reto universal de nuestros días, y que no se afronta de manera seria por ninguna parte. Madrid sigue siendo un sumidero de recursos de todo tipo y con el gasto de recursos energéticos aporta una cuota importante en el disparatado lugar en que nuestro país se sitúa para cumplir con los compromisos de Kyoto. No vemos que ponga énfasis en esta lucha contra el cambio climático, parece que fuera cosa sólo de otras administraciones, aunque en realidad es de todas.
Resulta muy lamentable que su administración municipal, en general, se mueva de espaldas a las entidades sociales más activas, en nuestro caso el movimiento ecologista, con el que el desencuentro es ya histórico; es más, no existe siquiera desencuentro, ya que nunca hubo conexión. El Ayuntamiento de Madrid nunca se planteó tener ecologistas en ningún órgano consultivo, pero no es atribuible a usted, viene desde mucho tiempo atrás.
Ecologistas en Acción, junto con otros grupos ecologistas, constituye un activo que está siendo despreciado o ignorado por su administración, en sentido amplio, con pocas excepciones. Tampoco pueden apoderarse del discurso ecologista porque los hechos les dejan en evidencia y, créalo usted, su credibilidad en nuestro ámbito no es muy abundante.
Sabemos que una ciudad como Madrid no es autónoma en muchas de sus actuaciones, pero los retos que se impone de cara a los próximos decenios no pasan, lamentablemente, por la ambición ambiental de ser los campeones en rebajar los gases y humos de la contaminación, en ahorro y eficiencia energética, en uso de la bicicleta, en la reducción de residuos, en combatir el ruido, en limitar el uso del vehículo privado, en cuidar nuestras aguas y las importantes zonas verdes de Madrid y su arbolado, en combatir el cambio climático... Hablando en clave ecologista, no generan desde su administración ningún entusiasmo en una franja de la población, en este caso interclasista e ideológicamente plural, que se amplía constantemente aunque no se concreta de forma orgánica, pero que existe y se manifiesta en la calle y en los foros donde llega.
Ayer fue la M-30, en estos días la calle de Serrano, la cornisa de Las Vistillas, pronto será Prado-Recoletos, entre muchas otras actuaciones. Hay una larga serie de ámbitos en los que Madrid se está jugando el futuro: Operación Chamartín, Operación Campamento, Madrid Río... Observamos, en todas ellas, una huida hacia adelante en donde el despilfarro de recursos, económicos, ambientales, paisajísticos e históricos va quedando como rédito resultante de esta carrera.
Desde Ecologistas en Acción y el movimiento ecologista en general desconocemos las ambiciones ambientales y sociales de su equipo de Gobierno. Las próximas fechas van a ser muy importantes para la proyección futura de Madrid en el ámbito internacional. Será muy difícil explicar la razón por la que los ecologistas no coinciden precisamente con sus proyectos, claro está que no ha habido ningún foro en el cual se haya podido siquiera hablar de ellos. Utilizar el argumento de que el 95% de la población madrileña apoya estos proyectos de supuestas altas miras no sirve para descalificar un discurso, el ecologista, que cala con intensidad en ámbitos de muchas ciudades europeas y del resto del mundo. Desearíamos abandonar nuestro escepticismo con otras pautas y hábitos que ahora no se vislumbran con sus actuaciones.
Juan García Vicente es miembro de Ecologistas en Acción-Madrid.
Fuente: el pais.com
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