Los Yankees y los Mets, el Real Madrid y el Atlético del béisbol para Nueva York, estrenan casa esta semana. El equipo más laureado, y también más odiado, jubiló el mítico Yankee Stadium e inaugura mañana el nuevo contra Cleveland. Los Mets lo hicieron anoche, fieles a su historia, perdiendo contra San Diego (5-6). El objetivo de ambos clubes es quitar a sus aficionados y a sus familias las ganas de hacer turismo por Europa o Florida. Retenerles a toda costa.
El nuevo Yankee Stadium, en el Bronx, y el Citi Field, en Queens, no son sólo campos de béisbol. Son parques de atracciones, museos, lugar de encuentro para cerrar negocios, para celebrar cumpleaños, reuniones universitarias, para encontrarse con viejos amigos, para declarar amor eterno y para almorzar o cenar a la carta con menús de chefs mundialmente reconocidos. Y si queda tiempo para otras cosas, ver un partido de béisbol.
Muchos neoyorquinos prefieren gastarse 2.500 euros al año en ver una docena de partidos de sus amados Yankees y comerse un perrito caliente regado con cerveza que visitar el Museo del Prado o ver la Torre de Londres. Y esa es la apuesta ganadora de las nuevas sedes de los Mets y de los Yankees. Dos obras arquitectónicas modernas, con grandes avenidas internas donde pasar el día.
El Citi Field de los Mets tiene un aforo para 42.000 espectadores y ha costado 1.300 millones de dólares (unos 1.000 en euros), la mayor parte procedentes de las arcas del ayuntamiento de Nueva York. Cuenta con 54 suites VIP, que se alquilan a golpe de talonario a compañías para entretener a sus ejecutivos y clientes, y tiene seis restaurantes con capacidad para 3.500 personas, que deberán pagar entre cinco dólares a más de 600 por una entrada.
El Yankee Stadium ha costado aún más: 1,500 millones de dólares (unos 1.150 en euros), también en su gran mayoría de dinero público. Sentará a 52.300 personas, con 56 salas VIP, 13 restaurantes y entradas que van desde los cinco a los 375 dólares por partido.
Los vestuarios son propios de hoteles de cinco estrellas, con salas de masaje, comedores internos con comida japonesa, china, americana y mexicana y piscinas interiores. E incluso ordenadores en cada taquilla para que los jugadores puedan responder a sus correos electrónicos, entrar en internet o poder ver la repetición de una jugada o cómo lanza uno de los pitchers rivales cuando no le toca batear.
Lo peor del nuevo estadio Yankee es que cuenta con una letrina por cada 60 espectadores. Los partidos duran tres horas y se consume una media de tres cervezas o refrescos por cabeza. Si no se es rápido, tocará sufrir.
Fuente: as.com
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