Foto: Agustí Carbonell (El País)
Jordi Pujol (Barcelona, 1930) presidió la Generalitat catalana durante 23 años, entre 1980 y 2003. En pleno fragor organizativo de los Juegos del 92 fue uno de los protagonistas de esta foto con mensaje: todos remaron para hacer posible aquel éxito.
Jordi PujolJuan Antonio Samaranch
Fermín Cacho
Tomás Guasch
La fotografía es de Agustí Carbonell, entonces en el diario El País, en el puerto de Barcelona. Pujol aparece en la segunda fila de remeros, junto a Narcís Serra, vicepresidente del Gobierno central. Delante están Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona, y Juan Antonio Samaranch, que presidía el Comité Olímpico Internacional (CIO). Detrás, Josep Miquel Abad, consejero delegado del Comité Organizador de los Juegos, y el desaparecido Carlos Ferrer Salat, presidente del Comité Olímpico Español (COE). Una imagen cargada de simbolismo.
"Sí, la foto tiene un valor importante", admite Pujol. "Refleja la implicación de todas las instituciones en un proyecto que era de Barcelona, pero también de todos. Ocupábamos el mismo espacio dos mandos socialistas, en el Ayuntamiento de Barcelona y en el Gobierno de Madrid, y el representante de un gobierno nacionalista. Recuerdo que nos gustó la idea y no hubo problemas de jerarquía, quién se ponía delante y quién detrás. Buscaron una barca blanca, sencilla... El personaje principal de la fotografía es Maragall, en su condición de alcalde de la ciudad entonces. Y después, Samaranch, cuya labor fue decisiva para que los Juegos llegaran a Barcelona. Era el entendido en la materia, el que nos orientaba: esto hay que hacerlo así, aquello asá... ¿Un árbitro que pitaba a nuestro favor? Pues más o menos. Sí: los importantes eran Maragall y él, y por eso se situaron en primera fila".
Carbonell, autor de la fotografía, no olvida las peripecias del momento, un día del mes de julio de 1992, con los Juegos a la vista:
"Fue una idea de Xavier Vidal-Folch, director adjunto de El País, que fue quien contactó con los personajes, y mía. El día elegido nos siguieron dos o tres fotógrafos pues sospechaban que estábamos montando algo interesante. Tuvimos que despistarlos y cerrar el tráfico en aquella zona del puerto para que no nos copiaran la idea. Lo conseguimos y sí, refleja cómo alrededor de Barcelona 92 estaba toda nuestra clase política sin distinción de colores. La barca Mare Nostrum también tenía su simbología: fue la que, en su día, llevó hasta Empúries el fuego olímpico. "
Barcelona 92. Pujol pone el acento en la condición barcelonesa de los Juegos.
"Siempre son de la ciudad. Habrá Juegos en Madrid y serán suyos y no de España, del mismo modo que aquellos fueron barceloneses y no de Cataluña ni de España. O los de Múnich muniqueses y no de Baviera o Alemania. La responsabilidad inicial es del ayuntamiento de la ciudad organizadora. A su lado están las demás instituciones; nada hubiese sido posible sin el apoyo del Gobierno central, que fue quien puso más dinero, y de la Generalitat. Y fue curioso: discutimos mucho sobre el dinero que se debía invertir, pero no en la orientación del evento".
El president recuerda que, al principio, en ciertos sectores españoles hubo recelo porque fuera Barcelona quien se lanzara a por los Juegos y se produjeron ciertas "compensaciones".
El idioma.
"Nos plantearon que el primer AVE enlazaría Madrid y Sevilla, cuando lo lógico era que uniera la capital con Barcelona. No compartimos la idea, pero lo que ya nos pareció mucho peor fue que debimos esperar 17 años para que la alta velocidad llegara hasta aquí. Enlazar con Francia era importantísimo para Cataluña y para España... El proyecto era que a lo sumo en 2001 estaría conseguido, pero no fue así es verdad que los franceses también se retrasaron".La Generalitat que presidía Pujol puso sólo el acento en dos cuestiones que consideró capitales en el desarrollo de los Juegos:
"La presencia de la senyera, la bandera catalana, y que una de las lenguas oficiales fuera el catalán. Como saben, en los Juegos hay tres idiomas oficiales: inglés, francés y el del país. Añadimos el catalán porque nos parecía lógico que así fuera y porque existía el precedente de los Juegos de Helsinki 54, cuando además del finlandés fue oficial el sueco en deferencia a la minoría sueca que vivía en aquella Finlandia. Se aceptaron ambas sugerencias, claro".
Lo cierto es que aquellos Juegos fueron la carta de presentación al mundo de la nueva España. También la Expo sevillana, aquel mágico 1992.
"Sí, sin duda. Los Juegos tuvieron una mayor influencia pues la televisión se ha adueñado del Deporte y le ha dado al fenómeno olímpico una dimensión enorme. Hay acontecimientos de un día, como la final de un Mundial de fútbol, que baten récords de audiencia, pero los Juegos ocupan muchísimos más minutos de televisión: desde el recorrido de la antorcha entonces, a la última prueba. Y, además, las cosas se hicieron bien. Todo estuvo preparado a su tiempo, la sensación fue que funcionaba como era menester. Había un cierto miedo, que yo no compartía, a que se produjeran alborotos, manifestaciones políticas. Se desató un cierto nerviosismo por ello en gente del Gobierno central y en la Casa Real que finalmente se demostró infundado".
¿Y ETA?:
"Se produjo un atentado mortal unos meses antes, lo que disparó las alarmas. Pero el Gobierno central se tomó muy en serio la seguridad en los Juegos y tengo la impresión de que recabó y consiguió una colaboración estrecha con Francia, que hasta entonces no se había logrado, y todo salió bien", reflexiona Pujol.
¿Y como aficionado, con qué disfrutó más el entonces president de la Generalitat?
"Vibré con el oro de Fermín Cacho en el 1.500, que viví en el estadio. De joven me interesé por el atletismo y me atraían las pruebas de 800 y 1.500 metros. No era rápido para los 100 y 200 ni alto para saltar vallas. Fui un fondista, siempre malo, pero que acababa las pruebas. Ahí hay táctica; en la velocidad pura, no: corres y gana el más rápido".
Dos momentos.
Pujol analiza así lo que fue la inolvidable carrera del atleta soriano:"Fermín se colgó el oro porque tuvo una idea, un proyecto de carrera: atacó en el momento justo. Cuando enfocaron la recta final no iba en cabeza, pero se produjo un agujero entre los que mandaban en la carrera y por allí se coló. ¡Fue magnífico! Aquella noche hubo una cena en la Generalitat y tuve ocasión de felicitarle".
Su otro gran momento fue igual de intenso, pero menos feliz:
"Sí, lo viví en la final de waterpolo que perdimos frente a Italia. Recuerdo que instantes antes de que terminara uno de los nuestros estrelló un balonazo tremendo en el larguero (fue Toto García, apunta Enric Fontcuberta, jugador de waterpolo en sus años más mozos). La portería italiana se movió de una manera espectacular... pero la pelota no entró. Lamenté muchísimo aquella derrota porque conocía a muchos de los jugadores y sabía cómo les ilusionaba ganar: a Manel Estiarte, que es una leyenda, al desaparecido Jesús Rollán... Cuatro años más tarde se sacaron aquella espina con el oro de Atlanta 96".
Pujol es aficionado al deporte. Sigue sobre todo fútbol, ciclismo y baloncesto. Es barcelonista, pero aparece poco por el Camp Nou:
"Me intereso por los resultados de mis equipos favoritos, empezando por el del Premià (donde reside). Me gusta estar informado".
Hoy la información estrella en España es la crisis, había que preguntarle por ella.
"Nos está golpeando donde más duele: en el paro. Es la tercera que vivimos desde los 80. La de entonces nos pilló con casi nada, la que llegó en el 92-93, nada más acabar los Juegos, fue corta, pero intensa. Para ésta estamos mejor dotados y peor acostumbrados. Antes, la gente se enfadaba porque no podía ir al mercado; ahora los hay que lamentan no poderse ir de vacaciones, que en realidad es un lujo. Esto está siendo duro y va a seguir siéndolo, pero no va a alterar la evolución ascendente de España. Me preocupa el deterioro que está sufriendo la economía real del país, los gravísimos problemas que acosan a nuestras empresas. Me temo que no podremos evitar vivir otro año o año y medio en esta situación tan difícil".
Fuente: as.com