martes, 11 de noviembre de 2008

2196. Ámalo, antes que nazca. Cierto tipo de desórdenes y enfermedades tienen que ver con lo que nos sucede antes de nacer, sostiene Thomas R. Verny.


La clave está en los estímulos de la madre

Thomas R. Verny

Cierto tipo de desórdenes y enfermedades tienen que ver con lo que nos sucede antes de nacer, sostiene Thomas R. Verny, especialista en sicología intrauterina, quien visitará nuestro país


Claudia Ramírez
El Universal
Lunes 10 de noviembre de 2008
claudia.ramirez@eluniversal.com.mx

Según diversos estudios, es en el vientre materno donde se experimentan las primeras sensaciones de rechazo, amor, ansiedad y alegría.

Asimismo, aunque el bebé, por genética, tenga cierta inteligencia, talentos o preferencias, el amor o desapego que sienta de sus padres ejercerá una poderosa influencia en su desarrollo posterior.

Así lo afirman investigadores como Thomas R. Verny, calificado como el mayor estudioso de la vida intrauterina y autor de libros como El vínculo afectivo con el niño que va a nacer, y La vida secreta del niño antes de nacer.

Este médico, siquiatra y fundador de la Asociación Norteamericana de Sicología Pre y Perinatal, visitará México los próximos 14, 15 y 16 de noviembre, para impartir un seminario sobre su especialidad.

“Hablaré de las últimas investigaciones científicas acerca del impacto que tiene la experiencia intrauterina en cada uno de los eventos importantes de nuestra vida posterior; de cómo nos afecta dentro de la sociedad y de cómo se liga con los desórdenes y enfermedades como el autismo, la desconexión social, la drogadicción y la violencia en general”, explicó Verny en entrevista con Estilos.

“La sicología prenatal nos lleva a romper viejos paradigmas acerca de que el niño no es consciente sino hasta después de los tres años; esto nos da la oportunidad de crear un mundo más compasivo y más sano física, mental y energéticamente”, señala el médico.

Verny explica que la sicología intrauterina tiene sus cimientos en el sicoanálisis de Sigmund Freud, así como en estudios prenatales (electroencefalogramas, ultrasonidos, amniocentesis, tomografías, etcétera).

“En este tipo de estudios” —abunda— “se muestran las reacciones de los nonatos ante estímulos externos, ya sean originados por la madre, la música o algún otro sonido exterior.

“También se dispone de investigaciones sobre los efectos del estrés, la ansiedad, la depresión, el tabaquismo o la drogadicción en el desarrollo del cerebro del bebé.

“Todos estos estímulos tienen un efecto negativo en la comunicación y en el vínculo que se crea, antes y después del nacimiento del bebé”, indica el experto.

Beneficios del vínculo intrauterino

El doctor Thomas R. Verny, también autor de El futuro bebé: arte y ciencia de ser padres, explica que los sonidos, los ritmos y otras formas de estimulación prenatal no quedan grabados específicamente en el cerebro pero sí actúan para modelarlo.

“Las funciones cerebrales del nonato están en constante cambio como resultado de la continua interacción entre los genes y el medio ambiente. Nutriendo al bebé de amor, fácilmente éste podrá adquirir habilidades intelectuales en su momento.

“La relación de amor y confianza que establecen los padres con sus bebés, aún estando en el útero, ejercen una influencia abrumadora en los atributos físicos y mentales del niño. Considerando este hecho, es responsabilidad de cada pareja darle un ambiente de seguridad y nutrición a su hijo”, puntualiza.

“¿En qué momento experimentamos el primer sentimiento de amor, rechazo, ansiedad y gozo?” —inquiere el médico— “En nuestra primera escuela: el útero de nuestra madre”.

“Numerosas líneas de evidencia y cientos de investigaciones me han convencido de que existe una gran diferencia entre bebés que son concebidos con amor, con violencia o bajo estrés.

“Todo esto es de enorme importancia, como parte de la huella natal del bebé y en su vida futura”, finalizó.

Fuente: el universal.com

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2195. Una 'Elektra' de tormentos freudianos. EN LA ROYAL ÓPERA HOUSE HASTA EL 24 DE NOVIEMBRE.


Una escena del espectacular final de la 'Elektra' que se representa en Londres. (Foto: EFE)


Richard Strauss

JOAQUÍN RÁBAGO (EFE)

LONDRES.- Una escena como de infierno del Bosco con una ciudad en llamas, cadáveres por el suelo, y la heroína fulminada por la máscara del padre muerto, es el espectacular final de la 'Elektra' de Richard Strauss que se representa en la Royal Opera House hasta el 24 de noviembre.

Strauss y su libretista favorito, el poeta Hugo von Hofmannsthal, concibieron su 'Elektra' en la Viena atormentada e histérica de Sigmund Freud, y el psicoanálisis deja una profunda huella en su particular versión del drama griego.

El director de escena y creador de los decorados, Charles Edwards, sitúa la acción en un espacio casi surrealista, de tonos grises, que combina elementos de la época antigua �la pared de un templo con un friso griego� con otros modernos: una caótica oficina con una puerta giratoria, un escritorio y una lámpara con la que Electra intentará a aterrorizar a su madre, Clitemnestra.

En la primera escena el coro de la tragedia original de Sófocles es sustituido por un grupo de sirvientas que, inclinadas sobre el suelo, intentan eliminar manchas de sangre mientas describen el extraño carácter de la heroína. Ésta, que aparece como un gato en la escena, recuerda obsesivamente el asesinato de su padre, Agamenón, y sólo piensa en vengarse matando con un hacha a la madre adúltera y al padrastro.

La música de Strauss, de un fuerte lirismo expresionista, deudor directo de Wagner, refleja maravillosamente las distintas personalidades de Electra y de su hermana, Chrysothemis, tan obsesionada por su propia virginidad como Electra lo está por el recuerdo de su padre. Ambas son interpretadas por sopranos, que polarizan los instintos opuestos de la vida y la muerte, para seguir con el análisis freudiano.

En la atmósfera opresiva de ese extraño palacio vemos cómo la trágica heroína se transforma poco a poco hasta desatarse como un auténtica ménade, una de esas mujeres en estado salvaje dedicadas al culto de Dionisio.

Uno de los momentos culminantes de la obra es el del mutuo reconocimiento 'el famoso 'anagnoresis' como lo llaman los griegos' de los dos hermanos: Orestes, al que todos daban por muerto, y Electra, que verá en él el instrumento de su venganza. La orgiástica danza final de Electra, una vez cumplido por su hermano el doble asesinato que ella tanto anhelaba, es de una fuerza musical y dramática extraordinaria.

Sopranos de una gran intensidad

Dotada de una voz a la vez clara y potente, la soprano británica Susan Bullock es una Electra de una gran intensidad, y lo mismo cabe decir de la segunda soprano, la alemana Anne Schwanewilms, que interpreta a Chrysothemis.

La mezzosoprano estadounidense Jane Henschel da a su personaje de Clitemnestra la profundidad psicológica que requiere mientras que el barítono danés Johan Reuter es uno de los mejores Orestes que uno recuerda.

En el foso, Mark Elder, titular de la orquesta Hallé, de Manchester, que dirige su primera 'Elektra', consigue combinar los efectos musicales más salvajes de la partitura de Strauss con pasajes del más acendrado lirismo.