domingo, 9 de noviembre de 2008

2185. Elvira Lindo OPINIÓN. El rey negro. yo me encontraba a las puertas del Carnegie Hall. Estaba allí para ver a Joan Manuel Serrat.


Joan Manuel Serrat

Elvira Lindo


Elvira Lindo

Sólo por un día, la abuela de Barack Obama, la mujer que lo crió, no llegó a ver a su nieto como presidente de Estados Unidos. Por fortuna, había formado parte de ese treinta por ciento de votantes que emitieron su voto en los días previos. Así que murió con su misión cumplida. Esa última misión ha sido compartida por mucha gente, sobre todo por abuelas negras. Escucho en la radio que en un colegio electoral, el encargado de la mesa pidió a los ciudadanos que allí se encontraban que pararan su actividad durante unos segundos: una anciana de ochenta y cinco años estaba a punto de votar por primera vez en su vida. La gente reaccionó aplaudiendo. No es la letra pequeña de la historia; el viaje que había hecho esa anciana desde su casa hasta esa anacrónica cabina de votación contenía el sueño de Luther King, cuarenta años después de su asesinato. El sueño fue expresado por el doctor King de una manera tan sencilla como poética: "Queremos una sociedad racialmente ciega". El tiempo le ha dado la razón y se la está quitando a Malcolm X, un país con dos culturas segregadas no conduce a nada. Frente al estereotipo del negro (tan aplaudido por el blanco paternalista, sea liberal o conservador) que sólo brilla en deportes o en esa estética violenta de ciertos movimientos musicales, Barack Obama se presenta como un modelo a seguir: elegante, tranquilo, con una capacidad abrumadora para la oratoria, y eso, habiendo surgido de una clase a la que cada vez le cuesta más dar el salto de la clase media. El martes, el día ya histórico de su elección, yo me encontraba a las puertas del Carnegie Hall para asistir a una actuación poco americana, o mucho, según se mire, porque éste es un país de inmigración. Estaba allí para ver a Joan Manuel Serrat. Ya en la puerta había un murmullo de mil acentos latinos que conformaban una especie de babel hispanohablante. La tarde tenía, aunque no hacía frío, un aire navideño, de víspera de Reyes, tal vez por la escasez de tráfico y un algo contenido en las miradas, esa alegría prudente ante un regalo que uno no está seguro de si va a recibir. Entre el gentío me encontré con un amigo americano que me confesó haber votado con emoción. "Durante toda esta campaña", me decía, "Obama me ha impacientado en algunas ocasiones, sentía que le faltaba ese mínimo de agresividad necesario para una pelea tan dura, no entendía esa actitud tan zen; ahora me doy cuenta de que, aparte de que él sea un hombre sereno, un negro (él decía afroamericano, claro), no puede dejarse llevar por la cólera en público como un blanco, porque eso habría hecho un tremendo favor al viejo estereotipo que persigue al negro americano y que algunos negros jóvenes obedecen casi como un rasgo identitario: el cabreo permanente con el mundo". Entramos en el Carnegie. Lleno, lleno hasta la bandera, y la bandera en el Carnegie está pero que muy alta. El concierto comenzaba a las ocho, justo cuando empezaban a salir resultados que mi amigo catalán me iba mostrando en el iPhone, esa ventanita luminosa que nos comunicaba con el exterior; pero la realidad estaba también allí dentro, en esa multitud que recibió al ídolo puesta en pie, entregada antes de que abriera la boca. No he visto nunca en el Carnegie una devoción comparable. A João Gilberto le recibieron con una reverencia silenciosa, la del creyente que al fin ve al profeta; en el caso de Serrat todo era cercanía. Según fue avanzando el concierto, la barrera entre el público y el escenario se iba rompiendo y el público se levantaba y le pedía a gritos canciones: "¡Las nanas de la cebolla!, ¡El pueblo blanco!, ¡Lucía!". El cantante respondió con sorna: "Aprecio mucho el conocimiento que tienen de mi repertorio". La sorna estuvo todo el tiempo presente en sus comentarios, como si el cantante se hubiera convertido en cómico con el paso de los años. Los acomodadores, acostumbrados al disciplinado público anglosajón, se acercaban a llamar la atención a esos espectadores que, de vez en cuando, hacían fotos con el teléfono móvil. Pero fueron incapaces de controlar el divertidísimo desmadre que se acabó organizando. La gente se fue levantando de sus butacas y se acercaban, cada vez más, al escenario, para retratarle. Ya no eran móviles, sino directamente cámaras de vídeo. Llegó un momento en que aquello parecía una rueda de prensa. Algún espectador se acercaba al escenario para que otro le sacara la foto con Serrat detrás. Fue tan anárquico, tan distinto de lo que se puede ver aquí en un teatro como éste, tan espontáneo y tronchante, que cuando el niño del Poble Sec cantó Para la libertad, los versos de Miguel Hernández sonaron como el himno que certificaba lo que allí mismo estaba pasando. Una, dos, hasta cinco veces tuvo que salir a complacer a un público que no estaba dispuesto a dejarle marchar. "¿Tienen tiempo?", dijo él, "porque si no tienen tiempo, lo dejo". Risas y aplausos. En algún momento, de forma sutil, dejó ver la impaciencia que sentía por los resultados, sobre todo cuando cantó Hoy puede ser un gran día. Lo fue. A la salida, la alegría podía ya manifestarse abiertamente: el paquete de la incertidumbre se había abierto, y ahí estaba el regalo, en manos del Rey Negro.

Fuente: el pais.com

ENLACES:

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2008. Recuerdos: Joan Manuel Serrat en el homenaje a Lola Flores en 1994.

2184. 'Holografías', pantallas táctiles...Las cadenas de EE UU usan las tecnologías punteras y ponen en práctica las ideas más novedosas en las...


Los espectadores pudieron ver a una corresponsal en el estudio de CNN como un holograma


El periodista agrandaba un Estado en la pantalla tirando de él con la mano


Holografías

Las cadenas de EE UU usan las tecnologías punteras y ponen en práctica las ideas más novedosas en las retransmisiones electorales para captar audiencia.

BARBARA CELIS
- Nueva York

Gráficos voladores, infografías que comparten el espacio junto al presentador, números que se mueven alrededor de los comentaristas, pantallas táctiles tipo iPhone, entrevistados que parecen estar ahí y en realidad son virtuales... La noche electoral estadounidense no sólo generó emociones desbordantes sino innovaciones tecnológicas punteras aplicadas a la televisión y con las que las diferentes cadenas trataron de capturar audiencias aprovechando el protagonismo que adquiere la televisión frente a los comicios cada cuatro años.

    Estados Unidos

    Estados Unidos

    A FONDO

    Capital:
    Washington.
    Gobierno:
    República Federal.
    Población:
    303,824,640 (est. 2008)

La NBC desplegó la imagen más galáctica con el sistema Brainstorm

Fox creó cubos en 3D para ver a los presentadores de otros estudios

El 'holograma' de CNN no ha conseguido la buena prensa esperada

Las cadenas han tratado de igualar con una orgía de novedades visuales la importancia histórica de unas elecciones para las que llevaban meses preparándose. La NBC fue probablemente la que desplegó la imagen más galáctica. Utilizando el llamado sistema Brainstorm 3D, hasta ahora exclusivo de Hollywood, consiguió que sus periodistas interactuaran físicamente con los datos electorales en un estudio con fondos virtuales que emulaban el Capitolio estadounidense y donde los números y los gráficos aparecían y desaparecían frente a ellos a velocidades de vértigo.

Lo más surrealista

La cadena Fox creó cubos en 3D en cuyas diversas paredes se mostraban pantallas en las que se veía a otros presentadores situados en diferentes estudios. Las pantallas táctiles fueron utilizadas prácticamente por todas las cadenas, aunque las de la CNN, de gran tamaño, fueron las más llamativas. Fue esa cadena la que protagonizó el gran momento de surrealismo tecnológico de la noche: la entrevista que el periodista Wolf Blitzer le hizo en directo a la reportera Jessica Yellin, que apareció en Washington bajo forma de holograma cuando en realidad estaba en Chicago.

En medio del recuento de votos, la CNN pidió a sus espectadores que miraran con atención lo que iba a ocurrir: conectó en directo con Yellin, quien, emulando a Obi-Wan Kenobi en La guerra de las galaxias, se materializó desde Chicago en su versión virtual en medio del estudio neoyorquino de la CNN. "Eres un holograma fantástico", le dijo sonriente Blitzer mientras la reportera, rodeada de un trémulo halo de luz, hacía bromas comparándose con la princesa Leia (de la misma película).

Horas después, el periodista Anderson Cooper teletransportaba desde esa misma ciudad hasta su estudio a will.i.am, el músico que le hizo la canción al Yes we can de Obama.

En realidad, el supuesto holograma, que ha sido objeto de mofa entre los mejores comediantes del país, -desde Jon Stewart a Jay Leno- no ha conseguido la buena prensa que la CNN esperaba: la mayoría de las publicaciones dedicadas a la tecnología han atacado el invento, entre otras cosas porque en realidad no es un holograma aunque así lo haya querido llamar la cadena.

Un holograma es la reproducción de una imagen en tres dimensiones. Se construye utilizando luces de láser que graban una película fotosensible y que al recibir la luz adecuada proyectan la imagen en tres dimensiones y permiten verla a quien está frente a ella. Según explicó la CNN a través de David Bohrman, su vicepresidente, la técnica utilizada en este caso se basa en el uso de una sala redonda con fondos neutros verdes donde se han colocado 35 cámaras de alta definición situadas a 15 centímetros de distancia cada una, a la altura de los ojos y ocupando un espacio de 220 grados alrededor del sujeto. Después esa imagen se retransmite por satélite y se reconstruye por ordenador. Se hace lo mismo con la información meteorólogica: los espectadores ven un mapa detrás del hombre del tiempo pero en realidad no hay nada. Tras él hay una pantalla verde -el chroma key- sobre la que se puede mostrar cualquier cosa, en este caso una persona.

"Los presentadores del tiempo llevan años utilizando la pantalla verde pero eso se hace con una sola cámara. Ahora lo podemos hacer con 35 cámaras a la vez por lo que puedes enviar a una persona", explicó Chuck Hurley, quien dirigió la operación para la CNN. Y al igual que hacen los hombres del tiempo, que hablan de nubes y claros utilizando como referencia una pequeña pantalla que el espectador no puede ver, el periodista que entrevistaba a los hologramas tampoco podía verlos, su única referencia era un círculo en el suelo y un pequeño monitor que retransmitía su imagen real. Si hubieran sido realmente hologramas Blitzer no hubiera mirado hacia el vacío sino hacia la imagen tridimensional.

La cadena no desveló el coste de la tecnología utilizada, proporcionada por la empresa israelí SportVU, que está creando nuevas fórmulas para grabar partidos de fútbol con efecto de la película The Matrix, es decir, con perspectiva de 360 grados en las repeticiones de las jugadas. No obstante, el encargo de la CNN ha retrasado el lanzamiento de esa aplicación que aún no tiene fecha de estreno.

Fuente: el pais.com

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