Sam Querrey
JUAN JOSÉ MATEO
Sam Querrey (San Francisco, Estados Unidos, 20 años), un gigantón de 198 centímetros, jugará entre mañana y el domingo sobre la tierra de Madrid las semifinales de la Copa Davis por la baja de James Blake. Es de rápido hablar, vacilón y marchoso, como su equipo, que se maneja por la capital con la seriedad de un grupo de universitarios en viaje de fin de curso. Andy Roddick, la estrella, pierde un punto. "Chúpate ésa", se burla de él Mardy Fish, que jugará el dobles en sustitución del lesionado Bob Bryan. Luego, Querrey, que probablemente dispute un partido individual el viernes, atiende a este diario.
Pregunta. ¿Le hicieron alguna novatada al incorporarse al equipo?
Respuesta. Tuve que cantar con un karaoke en la recepción de un hotel. Llegó un autobús cargado de gente y me tocó actuar delante de unas 200 personas. Fue duro. Eso sí, iba vestido.
P. El otro día se puso de cara a la valla de la pista, con el trasero en pompa, mientras sus compañeros intentaban darle pelotazos.
R. Siempre hacemos eso. Jugamos, y el que pierde tiene que irse a la valla. Aquí también le ha pasado a Mike Bryan, que perdió en otro entrenamiento. Siempre estamos gastándonos bromas.
P. El tenis es un deporte individual. ¿Qué cambia al jugar en equipo?
R. ¡Que tenemos escolta policial! A los tíos de este equipo les encanta la Davis. Aquí nadie tiene ego. Todos se preocupan por los demás. Además, el tratamiento que estamos recibiendo de esta ciudad es increíble. Y lo dicho, que tenemos escolta policial. Nunca he visto nada igual. No creo que haya mucha gente que pueda ir por España rodeada por coches de policía.
P. Los expertos estiman que la altitud de la capital, que está a más de 600 metros del nivel del mar, ayudará al equipo estadounidense.
R. Es cierto que jugar en altura es una pequeña ventaja para nosotros: así podemos golpear la bola larga por toda la pista, al contrario de lo que nos habría pasado al nivel del mar, donde habría sido más lenta.
P. ¿Qué siente al representar a Estados Unidos?
R. Siento honor. Me emocioné por formar parte de ese pequeño porcentaje de gente que tiene la oportunidad de jugar representando a su país. Todo lo que puedo hacer es salir ahí fuera, dar mi máximo esfuerzo, y demostrarle a mi equipo y a mi país cuánto quiero ganar.
P. ¿Qué pensó usted cuando vio la plaza de toros de Las Ventas?
R. Que éste es uno de los estadios más chulos, si no el más chulo, en el que he estado nunca. Me impresionó su arquitectura ya desde el exterior. Cuando entras a la plaza, ves que está hecha de piedra, que tiene más asientos que la mayoría de estadios, y sientes que este sitio lleva por aquí mucho tiempo. Tiene historia a sus espaldas.
P. ¿Y le interesa esa historia?
R. Mire, yo nunca he visto una corrida de toros, excepto en televisión, pero he decidido que me encantaría ver una.
P. ¿Conoce usted su apodo?
R. No, la verdad.
P. Le llaman Sammy el toro. Mal mote para sus circunstancias.
R. ¡Nunca escuché algo parecido!
P. Perdió usted contra Rafael Nadal en el Abierto de Estados Unidos.
R. Empecé demasiado lento. No puedes permitirte hacer eso contra Rafa. Contra el número uno tienes que estar preparado desde el principio, listo para empezar bien. Si no lo haces, se aprovecha de ti. Tienes que ser inteligente, agresivo, y, sobre todo, no rendirte nunca.
P. ¿Observó alguna debilidad en su juego que pueda explotar ahora?
R. Ninguna. Es muy sólido en todos los aspectos del juego. Lo que hay que intentar es desentrañar cada punto e irte hacia arriba contra él.
P. Es el número 39 del mundo y el único estadounidense con un resultado destacable este año sobre arcilla: alcanzó los cuartos en Montecarlo.
R. A mí me gusta jugar sobre tierra. La bola bota mucho, pero yo soy un tipo alto, así que me llega perfecta a mi zona de golpeo. Sé que si pongo dentro mi servicio... todavía no soy el tenista que mejor resbala ni el que mejor se mueve del mundo sobre tierra batida, pero me siento a gusto.
Fuente: el pais.com
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