Mahboba Ahdyar
(publicado en el mundo deportivo.es
Oficialmente, el régimen fundamentalista islámico de los talibán fue derrocado en 2001 por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, que instauró un gobierno pro-occidental en Afganistán. Pero en la práctica, el espíritu talibán aún sigue vivo en este país asiático, donde existe un estado permanente de guerra con atentados contra las fuerzas internacionales que se mantienen en su territorio. Y en este contexto es en el que vive Mahboba Ahdyar, una atleta de 19 años que se está preparando para representar a su país en los Juegos Olímpicos de Pekín.
Mahboba Ahdyar, especialista en 1.500 metros, será la única mujer entre los cuatro deportistas afganos que participarán en los Juegos de Pekín. Ahdyar se entrena en el estadio de Kabul, el mismo en el que el régimen talibán ejecutó a miles de personas antes de que fuera derribado. "Cuando era pequeña, sólo podía correr en el patio de mi casa sin que se enteraran mis vecinos debido a los talibán", explica esta joven de frágil constitución. Las mujeres apenas tenían derechos con el antiguo régimen. No podían trabajar, tenían que salir de casa acompañadas siempre por un familiar masculino y debían ir totalmente cubiertas. Las niñas adolescentes tampoco podían jugar al aire libre y el deporte para ellas era un tema totalmente tabú.
Pero desde 2001 las cosas han cambiado mucho. Ahora hay equipos de futbol femeninos, atletas, judokas e incluso boxeadoras. En los Juegos de Atenas 2004 Afganistán participó con cinco deportistas, dos de ellos mujeres: atleta Robina Muqim Yaar, que fue penúltima en la primera ronda de 100 metros con 14"14, y la judoka Friba Razayee, que perdió con la española Cecilia Blanco en la eliminatoria inicial de la categoría de 70 kg.
Pero las mujeres como Mahboba aún encuentran mucha incomprensión dentro de su propio país. "Muchas personas siguen estando en contra de que las mujeres practiquemos deporte y quieren que nos quedemos en casa. Peroyo discrepo de ellos. Dios dio los mismos derechos a los hombres y a las mujeres y no me preocupa lo que digan", asegura la joven atleta. Lo que no puede evitar es que se burlen de ella cuando sale de su humilde casa en un barrio pobre de Kabul hacia el estadio para entrenar. "El principal problema lo tengo con mis vecinos, que intentan humillarme", añade. Y es que el espíritu talibán ha calado de nuevo en parte de la poblacíón afgana, que no está de acuerdo con el gobierno prooccidental del país y apoya la insurrección armada contra ellos.
"A mí no me asusta esta gente porque Dios me creó un día y lo que tenga que pasar, pasará. Y por eso he escogido el camino recto, que es la ventaja de los jóvenes", dice Mahboba, que entrena con chándal y el preceptivo pañuelo en la cabeza. "No me lo sacaré cuando compita en Pekín. Soy afgana y musulmana, y llevar un pañuelo en la cabeza es una obligación para las mujeres musulmanas", añade. Dentro de poco, saldrá por segunda vez de Afganistán –la primera fue como refugiada en Pakistán durante la guerra de 2001– para asistir durante cinco meses a un campo de entrenamiento en Malasia, donde hay mejores instalaciones que en Kabul. Todo por el orgullo de ser una mujer afgana compitiendo en Pekín.
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