martes, 25 de septiembre de 2007

1818. Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba.


-->Francisco Perela Cambronero Juan García Vicente José Verón Gormaz Alipio Mora Ávila Blas García Marín

13. Cuarenta años después seguimos reuniéndonos el día de los Santos Inocentes

El tiempo iba pasando, llegó la temporada de 1967 y Mingo no hizo nada para que el equipo de CASA se federase en Atletismo.
Así es que decidí unirme al club de Paco Perela y firmé ficha de la Federación Madrileña de Atletismo.
En el club Perelada me dieron una ayuda de 500 pesetas, para que pudiera comprar mis primeras zapatillas de clavos.
Los clavos de las deportivas eran fijos, se iban desgastando con el uso, no se parecían en nada a las excelentes zapatillas de clavos intercambiables que se utilizan ahora.
Las pumas, esta era la marca de las zapatillas, me duraron bastante. Era una gozada poder correr y sujetarse con aquellas garras que te permitían avanzar sin resbalar ni perder impulso.
Yo estaba como un niño con zapatos nuevos, cuidaba las zapatillas con un mimo exquisito. Por entonces era normal prestárselas a aquellos compañeros que no tenían. Recuerdo dejárselas a un atleta para correr un 10.000 y lo mal que me sentó que le pisaran y le hicieran un desgarrón. Ya no volví a dejarlas nunca más.
Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba en los momentos en que el entrenamiento no me salía como a mí me hubiera gustado. Vivía con gran intensidad los momentos anteriores a empezar a entrenar. La incertidumbre de saber que nos tocaba cada día, cual era el plan que teníamos que hacer, se terminaba, con frecuencia, con una hora de carrera continua, que nos servía para recuperarnos de la paliza que nos habíamos dado en la pista el día anterior y que nos había dejado las piernas muy cascadas.
Después de entrenar volvíamos, todos juntos, andando hasta el metro de Moncloa, comentando las incidencias que habíamos tenido, pensando en la competición que teníamos que realizar el fin de semana y que, a la vista de los tiempos que habíamos realizado, debería llevarnos a mejorar nuestros registros personales.
En aquel grupo de amigos teníamos una filosofía muy particular de entender la vida y todo lo relacionado con ella. Era indudable que la reflexión metódica a la que continuamente nos entregábamos, articulaba nuestro conocimiento del atletismo, nos llevaba a conocer nuestras posibilidades y nuestros límites. Años más tarde dejarían una profunda huella en nuestro modo de ser y de hacer.
Fue muy lamentable que aquella agrupación no tuviera una larga existencia. Cada uno de nosotros tuvimos que enfrentarnos a los avatares de la vida y poco tiempo después se disgregó.
Cuarenta años después, algunos de sus componentes, seguimos reuniéndonos en un Restaurante de Madrid todos los 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes.
ENLACES:

1745. En la calle Barón del Solar de Fuente Álamo, mi abuelo Blas, padre de mi padre, le había dejado un trozo de bancal que tenía junto a la casa...

1339. Nuestro querido amigo Alipio Mora Ávila ha fallecido esta noche en el hospital de Getafe.

599. Presentación del libro de poemas “Las Orillas del Cielo” de José Verón Gormaz, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

0001. Paco Perela y sus hijos(atletas). Ciudad Deportiva del Real Madrid. Año 1968

0000. VI Marcha por la Senda de las Merinas ( 5/6 de abril 2008). Organizada por Ecologistas en Acción.

1200. Han pasado más de cuarenta años desde aquella primera visita al Cerro de los Ángeles. Cuando me encuentro con algunos de mis compañeros de...


Blas en el Cerro de los Ángeles

9. El Cerro ha sido y es un lugar de entrenamiento emblemático

Aquel sábado del año 1966 parece que por fin se iba a cumplir uno de los deseos que yo tenía y que más me ilusionaba: conocer El Cerro de los Ángeles.
Fuimos andando por un paseo paralelo a la Base Aérea, que nos llevaba a la Estación Larga, o de Alicante, que así la llamaban. La carretera estaba cubierta de adoquines.
Los automóviles que circulaban aquella mañana no eran muy numerosos. Tenían que detenerse un buen rato en el paso a nivel con barreras que había junto a CASA, esperando a que pasara el tren. Nosotros, los peatones, cruzábamos las vías con mucho cuidado.
Atravesar la carretera de Andalucía no nos supuso mucha dificultad.
Cuando llegué al Cerro, pude comprobar que los vehículos aparcaban a ambos lados de la carretera que subía a la Ermita, donde moraba la imagen de la Virgen de Los Ángeles.
Los pinos no estaban muy crecidos, y todo el perímetro lo protegía una alambrada que impedía el paso.
Años más tarde me contó Manolo Solís, que la última repoblación del pinar se hizo a principios de los años cincuenta y que él y sus amigos participaron muy activamente en la plantación.
El Cerro ha sido y es un lugar de entrenamiento emblemático para todos los atletas de Getafe.
Durante más de cuatro décadas hemos disfrutado de un pulmón de oxigeno excepcional, que nos ha permitido, en un entorno maravilloso, conseguir la forma necesaria para poder competir en multitud de pruebas, tanto a nivel local, como provincial, nacional o internacional.
Conocí a un grupo de jóvenes que se tomaban el atletismo muy en serio. Jesús Fernández Vieira, Jesús Coronel Franco y Román Morales Soto. Ellos serian unos años más tarde los que me apoyarían en la idea de fundar el club Atlético Getafe.
Pocos días después de mi primera visita al Cerro empezamos a ir a entrenar. Quedábamos a las seis de la tarde, después de salir del trabajo.
Tuvimos que hacer una abertura en la alambrada, para poder introducir la moto que yo llevaba, una Lambreta, y las bicicletas de mis amigos.
Han pasado más de cuarenta años desde aquella primera visita al Cerro de los Ángeles. Cuando me encuentro con algunos de mis compañeros de entonces, que todavía siguen corriendo, advierto en sus caras las marcas de la edad, pero todavía conservan la envergadura ligera y enjuta de alguien mucho más joven.
Tuvimos que buscar caminos por donde pudiéramos transitar sin que peligrara nuestra integridad física.
Un fino velo de melancolía soñadora, una espesa niebla sentimental, de emociones secretas se está apoderando hoy de mí…
El contacto con la naturaleza potenció nuestras capacidades. Nos encaminó al descubrimiento de unos sólidos y bien estructurados impulsos reflexivos que todavía hoy permanecen, y que el paso del tiempo no ha sido capaz de borrar.
La naturaleza me encanta, es el último refugio y al estar en contacto con ella conseguimos equilibrio y vigor.
Lo lamentable es que en este mundo globalizado apenas se le preste atención.
ENLACES:

1124. Tuvimos que enfrentarnos contra la indiferencia e incomprensión de la sociedad española de los años sesenta y setenta. Nos llamaban locos...

1108. Levanté la mano para saludarles y continué mi camino de la mejor manera que pude, pensando que no hace tanto tiempo yo también rodaba como ellos.

1098. He corrido durante veinticuatro minutos, a ritmo de un debutante, pero para ser el primer día, después de tanto descanso, ha sido suficiente.

1057. Mi primer contacto con una pista de atletismo en Madrid, fue en las instalaciones del SEU de la Ciudad Universitaria. Esta tenía 300 metros...

1004. Caminaba de pared a pared con paso tenaz, inquieto, con las manos en la espalda, la cabeza hacía delante, inmerso en sus pensamientos, sin...

940. Tuvo que pasar algún tiempo hasta que descubrí que aquel cronómetro de 1964, no funcionaba bien cuando se corría con él en la mano y se movían...