Escrito por: Juan CruzSe pasó la vida estudiando. Fue una de las primeras universitarias canarias, y ayer murió en Tenerife, donde nació hace 101 años. María Rosa Alonso fue una ciudadana rebelde, una mujer de una memoria prodigiosa que conservó hasta después de su centenario.
Lúcida siempre, creía, hace algunos meses, que no valía la pena el cuerpo si la mente no lo acompañaba, y consideró que ya, como estaba, era excesivo andar por estos mundos. "¡Ya sobro, amigo mío!". Irónica consigo misma y con los otros, era de una temible lucidez, y de una escritura tersa y culta, que le sirvió para escribir ensayos, perfiles y novelas. Su largo estudio sobre el poema de Viana, crucial en la historia lírica de las islas, y su novela Otra vez forman parte de lo mejor que ha dejado.
María Rosa Alonso cruzó con rabia el tránsito de la dictadura, que en gran parte vivió en el exilio en América, y regresó a España a incorporarse a una generación de librepensadores que se aglutinaban en las orillas de Ortega y Gasset y, después, de Julián Marías. Dedicó muchísimo esfuerzo a estudiar los ancestros de la poesía de su tierra, pero no se instaló en las torres de marfil de los estudiosos; ni en Madrid ni en la isla, a la que volvió para estar con su hermano Elfidio y con su sobrino, Elfidio Alonso, periodista y musicólogo, líder de Los Sabandeños. María Rosa Alonso dejó la militancia civil a favor de una discusión abierta y disconforme con todo lo que se movía o con todo lo que no se movía.
Como su hermano Elfidio, que murió casi centenario también hace unos años en Tenerife y que fue director de ABC cuando este periódico fue incautado por la República en la guerra, su luz fue republicana, y la ansiedad democrática que vivió siempre se colmó a medias a partir de la transición. Pues siguió manteniendo una aguerrida conciencia crítica que Javier Marías, el hijo de su amigo, subrayaba hace poco aquí señalando una frase de la escritora ahora fallecida: "... Con tanto idiota y sinvergüenza como anda suelto por ahí..."
Miembro, pues, en palabras del joven Marías, de "una generación bien entera", supuso un faro para sus alumnos y también para sus compañeros, desde los tiempos de la universidad. Rafael Fernández, profesor canario que comisarió una muestra sobre su trayectoria, destacó en su centenario que "fue la primera en defender que la universidad, además de ocuparse de conocimientos universales, debía atender también a las raíces, a lo que sucede dentro de la sociedad a la que sirve.
Cuando llegó al centenario, el Gobierno de Canarias impulsó el conocimiento de su personalidad, generó esa exposición sobre su obra y encargó la reedición de sus libros, que llevó a cabo la editora Olga Álvarez de Armas, responsable también de un documental sobre esta mujer de voz singular y potente.