Vivas, con la camiseta de su club.
FOTO: YOLANDA MONTIEL
Borja Vivas
PEDRO LUIS ALONSO| MÁLAGA
Desde hace unas semanas la vida de Borja Vivas Jiménez (Málaga, 1984) ha experimentado un cambio diametral. Este estudiante de tercero de Empresariales, vecino de Carranque, ha dejado atrás una distancia psicológica en lanzamiento de peso, los veinte metros, y ha acabado con dieciséis años de hegemonía nacional de Manolo Martínez en la especialidad. Este 'chicarrón', estereotipo de 'primo de Zumosol', aborda en las últimas fechas con inusitada tranquilidad su repentino salto a la fama. Antes era un atleta de apariciones esporádicas en los medios. Ahora lo reclaman desde todos los frentes, hasta para un homenaje del Málaga en el antepalco de La Rosaleda, y el viernes debutará en unos Campeonatos de Europa absolutos, en Turín (Italia), en pista cubierta.
Sin una referencia a su lado, Borja Vivas pasaría sólo por ser un tipo corpulento. Pero es algo más que eso. Basta conocerlo en persona para descubrir que en realidad mide dos metros y cuatro centímetros. Sus 138 kilos camuflan su altura, que lo coloca en una posición privilegiada para competir con sus rivales. De la misma forma que un tenista con envergadura abre ángulos mejores para su servicio, este lanzador malagueño arroja la bola desde dos metros y medio. Otros no pueden.
Destino inesperado
Con ese físico privilegiado para la especialidad, sorprende al admitir que no entraba dentro de sus planes. «El peso no era una de mis pasiones. En mi casa era un poco nervioso, así que empecé en las escuelas de atletismo de Carranque a los catorce o quince años». Sin embargo, lo que le echaba para atrás era el sufrimiento, el sacrificio inherente a cualquier prueba atlética. Hizo relevos, velocidad, fondo, hasta que su físico, que siempre fue espigado (genes paternos), lo llevó a la bola de seis kilos (de júnior), precursora de la de 7,60 de categoría absoluta.
«No empecé con una dedicación fuerte, lo que me enganchó fue el tema de los viajes», recuerda el representante del Club Atletismo Málaga, en el que encara su tercera temporada. Y es que los lanzadores de peso parecen de otra pasta. Compiten a su manera, con una rivalidad bien entendida. «Es normal que nos demos consejos en plena ronda de lanzamientos, y en las concentraciones nos lo pasamos muy bien», afirma Vivas, que confiesa que incluso el hecho de haber batido a Manolo Martínez parece gustar al leonés, en el sentido de que ahora encuentra una rivalidad inédita durante muchos años.
Palmarés creciente
Borja Vivas acaba de ser campeón de España en pista cubierta en Sevilla, a lo que se le unen tres subcampeonatos nacionales y el título iberoamericano en Chile el pasado año (fue segundo, en Puerto Rico 2007). Su progresión no se detiene. Plusmarquista nacional júnior (18,79 metros), a comienzos de la pasada campaña dio su primer gran aldabonazo al tirar 19,50 metros en un control de marcas en Carranque. Este año ha repetido procedimiento para dar la sorpresa en los primeros escarceos del curso: 20,01.
Sólo ocho atletas europeos han superado en lo que va de año este registro, lo que da idea del valor de lo logrado. Ese tiro coloca a Vivas como el segundo español, tras Manolo Martínez, en pasar de veinte metros. «Ahora hay que hilar muy fino», transmite su entrenador, Tomás Fernández, que admite que las posibles progresiones sólo serán ya muy leves. Pasar de veinte metros con regularidad no sólo le permitiría acceder a la final de los Europeos de este fin de semana o clasificarse para la próxima cita olímpica, en Londres en el año 2012. Supondría instalarse en la élite internacional en una modalidad que quizás no tiene mucho arraigo en nuestras fronteras, pero de gran seguimiento en Estados Unidos o países de Centroeuropa.
«Puedo mejorar sobre todo en fuerza, porque soy de los lanzadores que menos kilos levanto. Técnicamente, ya no tanto», explica. Durante los primeros años de su trayectoria fue ahí en los que Tomás Fernández, su entrenador de toda la vida, puso hincapié. El año pasado cambió la finalización de su técnica de tiro, denominada lineal, con un salto y el pie derecho adelantado, en lugar del izquierdo. Este mínimo detalle le ha dado réditos sustanciales. La otra opción sería emplear la técnica giratoria, más en desuso en España, y que implica menos fiabilidad en los lanzamientos.
A contracorriente, Vivas lanza mejor en la competición que en los entrenamientos. Es un ganador, y destaca con orgullo que la madurez del lanzador de peso suele llegar en torno a la treintena, por lo que todavía tiene margen de mejora. Para el malagueño la satisfacción estriba en superar su propio listón de resultados. No existen otros grandes incentivos monetarios. Económicamente, sus principales beneficios provienen de las becas y las dietas de la Federación o de su club para viajar en las competiciones.
Aunque comenzó en el Cueva de Nerja, se comprometió por dos años con otros dos opcionales con el Club Atletismo Málaga, decisión que estima acertada. «Ahora ya no participo en la Liga de clubes, pero hay otros aspectos que tenía que valorar».
Fuente: diario sur.es