Decanation |
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J. M. Moreno
Marion Jones saldrá mañana de un centro correccional de San Antonio (Texas). Allí ha cumplido una sentencia de seis meses por mentir a las autoridades que investigan el uso de esteroides en el deporte estadounidense de élite y por participar en un fraude de cheques bancarios, en el que también está involucrado Tim Montgomery, padre de su primer hijo, ex plusmarquista de 100 metros y actualmente en prisión.
La antigua campeona olímpica está arruinada y disfrutará de una libertad que no es completa. Sus seis meses en prisión pesarán para siempre en su vida y no sólo en lo personal. La velocista no podrá votar en las elecciones presidenciales próximas, ni solicitar permisos mercantiles para abrir empresas y tampoco podrá disfrutar de una cuenta bancaria. Sus primeros objetivos son volver a las pistas para recuperar su salud física y mental y poner en orden sus finanzas. Jones, que en los mejores momentos de su carrera cobraba hasta 55.000 euros por carrera, está arruinada.
La que fuera estrella relumbrante de los juegos de Sydney 2000, donde ganó cinco medallas, que tuvo que devolver por dopaje, vivirá en la zona de San Antonio en compañía de sus dos hijos de cinco y de año y medio y de su marido, el ex velocista Obadele Thompson.
Residirá lejos del esplendor de su anterior residencia de Chapel Hill (Carolina del Norte), que compró por 1,8 millones de euros y donde tenía como vecino a Michael Jordan. Su defensa en los tribunales estadounidense también ha costado muy caro a su familia, que ha tenido que vender varias propiedades, incluida la casa de la madre de la velocista, para pagar los millonarios sueldos de los abogados que le han defendido en los últimos cinco años.
Fuente: as.com
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