atletismo y algo más: Reikiavik

#Número 8282

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Boris Spassky (30-1-1937, San Petersburgo) protagonizó una defensa de la corona mundial frente al genial Bobby Fischer que se convirtió en uno de los grandes capítulos de la historia del ajedrez. Estos días se encuentra en Bilbao analizando la Final de Maestros del Grand Slam.

Escrito por: Iñaki Benito

¿Cómo está viviendo esta Final de Maestros de Bilbao?

Estoy muy contento de estar aquí y poder ver desde muy cerca a los mejores jugadores del mundo. Por ejemplo, Carlsen hizo el lunes un sacrifico de peón que dejó a todo el mundo impresionado. Por la mañana pregunté a Aronian e Ivanchuk su opinión de la jugada para que me ayudaran a entenderla y después de hablar con ellos lo comprendo mejor. A mí esas cosas me llenan mucho y me ayudan a entender la esencia del ajedrez.

¿Qué le parece la idea de la urna de cristal?

Bien. Hay varias cosas importantes: los baños son un sitio fundamental en un gran torneo, siempre es interesante ver con qué frecuencia van los jugadores durante la partida.

Carlsen está deslumbrando en Bilbao. Los especialistas comentan que no hay duda de que será campeón del mundo, falta saber cuándo.

Es cierto. Me fascina Carlsen porque es muy creativo. Todos los días sorprende, pero no sólo a los aficionados de bajo nivel sino incluso a los profesionales. Está por ver qué parte de esas jugadas están preparadas porque tengo la sensación que muchas de ellas son improvisadas sobre el tablero, lo cual realza más su capacidad.

¿Alguno de los jugadores que disputa ese Grand Slam se acerca a su manera de entender el ajedrez?

No lo sé. Mi estilo se basaba en el arte de jugar bien el medio juego, la parte central de la partida, no la apertura. Esa fue la base para que fuera ser número 1 y campeón del mundo. No todos los campeones tuvieron esa capacidad. Yo era capaz de captar el mejor plan para el medio juego y tenía un instinto especial para los momentos clave. El ajedrez moderno es distinto, todo el mundo intenta tomar la iniciativa, como Carlsen. Bobby Fischer era como una máquina, como un avión que cuando despega es inexorable que siga tomando altura.

Sus enfrentamientos con Fischer fueron un acontecimiento a nivel mundial y trascendieron más allá del ajedrez. ¿Cómo recuerda aquel Campeonato del Mundo de 1972 en Reikiavik?

Nunca jugué tan mal como lo hice contra Fischer. Había demasiados elementos políticos e ideológicos implicados en el duelo. Yo sufría una gran presión. Mis principales enemigos estaban en casa, dentro de la URSS. Quizás a Fischer le pasaba lo mismo. Durante el match sufrió problemas psicológicos serios, aunque en ese momento él era más fuerte que yo.

Eso está claro. ¿Cómo definiría a Bobby Fischer?

Tuvo una vida muy trágica. Siempre fue insociable, un lobo solitario. Su naturaleza era básicamente buena en su relación con los niños o los animales, pero tratar con otros adultos le causaba bastantes problemas. Siempre estuvo muy solo y tuvo que luchar especialmente contra sus propios amigos. Cuando quería ligar lo primero que le preguntaba a la chica era: "¿Juega al ajedrez?". Y si la chica no jugaba le decía: "Tienes todo en tu sitio, pero no tenemos nada que hacer juntos'.

Usted mantuvo una buena relación con él.

Era una personalidad fascinante y en su último mes de vida intuí que algo extraño iba a pasar. Estaba muy apartado, incluso de su madre y su hermana. Le envié un e-mail que encabecé diciendo "querido hermano".