Foto: Blas
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Los hombres del comisario llevan tres días siguiéndome, desde que me invitaron a pasar por comisaría para interrogarme sobre la desaparición de Sara, mi vecina.
Sara solía venir por mi casa sobre las tres, después de comer y antes de salir de nuevo para posar como modelo, delante de los estudiantes de Bellas Artes.
- Jaime, esta tarde la tengo libre. Dime cuando te viene bien y ensayamos ese nuevo número de magia. Me intriga esa enorme caja que te han traído.
Sara es la luz que ha entrado en mi vida desde hace tres meses y que jamás quiero que falte. ¿Cómo iba a suponer yo que al entrar en la caja, desaparecería incomprensiblemente dejándome en una inconsolable oscuridad? Durante tres horas estuve mirando la caja centímetro a centímetro sin encontrar ningún compartimiento en el que pudiera haber quedado encerrada. La llamaba, pero no obtenía ninguna contestación. No podía verla ni oírla. ¿Dónde estaba? ¿Cómo podía haber ocurrido?
Sus padres no solo avisaron a la policía de este suceso, sino que me acusaron directamente por ser la última persona con la que había estado.
- ¿Qué has hecho con mi niña? Se fue a tu casa y nunca más regresó.
Nadie me cree. Por más que lo repita no me creen.
- ¿Nos has tomado por tontos?¿Cómo vas a hacer desaparecer a nadie con un truco de magia? ¡Confiesa! ¿Qué has hecho con ella?
Una oscura soledad se ha apoderado de mi vida. En estos tres días y tres noches en los que Sara me falta, no he parado de pensar en como poder hacerla volver.
Por fin se me ocurre una posibilidad.
He invitado al comisario a que venga a mi casa.
- No venga solo. Necesito que le acompañen, al menos, tres de sus mejores inspectores.
A las tres en punto de la tarde, entran todos en el salón, donde está la caja de madera de tres por tres.
Elijo al comisario para realizar esta improvisada función, por ser el más pesado y cruel de todos.
Entra en la caja, con esa sonrisa de burla.
Quién sale después de las palabras mágicas es Sara, ante las bocas abiertas de este público ingrato.
Ya no se escucha esa irónica risita.
He decido quemar la caja y no volver a realizar nunca más este truco. ¡A la mierda el comisario!
Sara solía venir por mi casa sobre las tres, después de comer y antes de salir de nuevo para posar como modelo, delante de los estudiantes de Bellas Artes.
- Jaime, esta tarde la tengo libre. Dime cuando te viene bien y ensayamos ese nuevo número de magia. Me intriga esa enorme caja que te han traído.
Sara es la luz que ha entrado en mi vida desde hace tres meses y que jamás quiero que falte. ¿Cómo iba a suponer yo que al entrar en la caja, desaparecería incomprensiblemente dejándome en una inconsolable oscuridad? Durante tres horas estuve mirando la caja centímetro a centímetro sin encontrar ningún compartimiento en el que pudiera haber quedado encerrada. La llamaba, pero no obtenía ninguna contestación. No podía verla ni oírla. ¿Dónde estaba? ¿Cómo podía haber ocurrido?
Sus padres no solo avisaron a la policía de este suceso, sino que me acusaron directamente por ser la última persona con la que había estado.
- ¿Qué has hecho con mi niña? Se fue a tu casa y nunca más regresó.
Nadie me cree. Por más que lo repita no me creen.
- ¿Nos has tomado por tontos?¿Cómo vas a hacer desaparecer a nadie con un truco de magia? ¡Confiesa! ¿Qué has hecho con ella?
Una oscura soledad se ha apoderado de mi vida. En estos tres días y tres noches en los que Sara me falta, no he parado de pensar en como poder hacerla volver.
Por fin se me ocurre una posibilidad.
He invitado al comisario a que venga a mi casa.
- No venga solo. Necesito que le acompañen, al menos, tres de sus mejores inspectores.
A las tres en punto de la tarde, entran todos en el salón, donde está la caja de madera de tres por tres.
Elijo al comisario para realizar esta improvisada función, por ser el más pesado y cruel de todos.
Entra en la caja, con esa sonrisa de burla.
Quién sale después de las palabras mágicas es Sara, ante las bocas abiertas de este público ingrato.
Ya no se escucha esa irónica risita.
He decido quemar la caja y no volver a realizar nunca más este truco. ¡A la mierda el comisario!
Pilar Sánchez Durán
Fuente: http://liter-a-tulia.blogspot.com