atletismo y algo más: Marita Koch

Número 10928

Foto: as.com

· De aspecto tan masculino como el de Semenya, Jarmila Kratochvilova marcó en 1983 el récord mundial de 800, el más viejo que existe.

· Siempre pasó los controles de género.

· Era el tercer 800 que hacía en su vida y corría lesionada para entrenarse de cara al 400.

Jarmila Kratochvilova

Caster Semenya

Escrito por: QUIQUE PEINADO

Eran los primeros años 80, tiempo de atletas de físicos descomunales, de sospechas tras un Telón de Acero que ocultaba demasiadas cosas y de más oscuridad que luz. Pero, entre todas, la checa Jarmila Kratochvilova y su récord marciano de 800. Nunca se corrió bajo más sospechas.

Caster Semenya, Kratochvilova 2.0
Foto: AFP (marca.com)

La atleta checa impactaba por su andrógino aspecto, sus hechuras claramente masculinas y su musculosa apariencia. Además, sus axilas pobladas de vello no ayudaban. En los Europeos de 1982, cuando había vuelto a pasar los controles de género (algo que hizo siempre sin problemas) y antes la enésima pregunta incómoda, llegó a declarar: “Yo no tengo la culpa de ser fea y de tener el aspecto que tengo”.

Su explosión, pasados los 30 años, también daba que hablar, pues de ser una especialista en los 400 metros siempre a la sombra de la legendaria (y también harto sospechosa) Marita Koch, comenzó a hacer grandes registros en los 200... y, un día, en los 800. El 'problema' es que ese día paró el crono y el mundo en una marca que nunca se ha estado ni cerca de batir.

La checa Jarmila Kratochvilova llegaba a la reunión de Múnich (en la Alemania occidental, por lo que tuvo que recibir un permiso especial del gobierno comunista checoslovaco) un 26 de julio de 1983 con afán de entrenarse para ganar los 200 y 400 en el Europeo de Helsinki, que se celebraría unas semanas después. Pero un día antes le dio un calambre en una pierna y su entrenador le aconsejó que participara en el 800, por ser una carrera mucho menos explosiva. Probarían ritmos de cara al 400.

“Yo no tengo la culpa de ser fea y de tener el aspecto que tengo”, declaró la checa ante la enésima pregunta

Según contaba la propia atleta en una entrevista concedida el año pasado a la agencia alemana DPA, “era el tercer 800 de mi vida. Estaba muy bien, me sentía en forma. Me quería preparar para el 400, no había nada en juego. Todas esas sensaciones contribuyeron a conseguirlo”. Antes, en otros 800 anecdóticos, ya había hecho marcas buenas para una no especialista, pero nada que pudiera presagiar aquello: 1:58:33 en pista cubierta en febrero de 1983 y 1:56:59 en el verano del año anterior en Praga.

La crónica de MARCA de aquella carrera cuenta: “La segunda vuelta a la pista la hizo completamente en solitario y con una fortaleza asombrosa; su final fue pletórico y todavía, al terminar, se permitió el lujo de unas carreritas mientras se sucedían las fotos”. Todos estaban asombrados. Nadie entendía cómo podía haber ocurrido aquello. La siguiente atleta llegaba a siete segundos, una distancia todavía mayor de la que obtuvo Caster Semenya en la final de los Mundiales, y en aquella carrera no estaban unas cualquiera: entró segunda la polaca Jolanta Janutcha, una atleta con una mejor marca personal de 1:56:95, un registro con el que hubiera ganado la plata en estos Mundiales de 2009.

“No tiene un cuerpo fisiológicamente normal de una mujer", dijo de ella un médico estadounidense

Kratochvilova parecía, además, haberlo vivido con la mayor de las ingenuidades. “A 30 metros del final miré al reloj, y cuando lo vi, aluciné. Incluso cinco metros antes de la línea de meta me decía a mí misma que el tiempo era una locura y que el crono debía estar mal”, declaraba 25 años después. Incluso no sabía exactamente cuál era el récord del mundo. Ya lo podía memorizar: 1:53:28. 26 años después, sólo otra atleta tan sospechosa como ella, la joven sudafricana Caster Semenya, puede batir ese registro.

El aspecto de Kratochvilova y todas las sospechas que circundarán su carrera siempre hacen de ella una atleta imposible de repetir. Quizá lo sea por el Turinabol, el anabolizante que consumieron masivamente los atletas del Telón de Acero en los 80 (hasta el Museo de Historia Alemana de Berlín muestra a sus visitantes una caja de las pastillas dopantes, oficializando la trampa masiva), pero, como declaraba el legendario entrenador Manuel Pascua Piqueras a MARCA.com hace un tiempo, “sus avances biomédicos [los de la Unión Soviética y países satélites] fueron increíbles, y 30 años después seguimos viviendo de ellos. Eran los mejores y su sistema era genial”. Nunca se pudo probar positivo alguno en sus atletas de super élite con unos controles prehistóricos que no parecían detectar nada.

REPORTAJE

Los 80: cuando el dopaje era religión

Lo cierto es que Kratochvilova es un ejemplo paradigmático de una época y un disparate en sí misma. Su aspecto era 'imposible' (“No tiene un cuerpo fisiológicamente normal de una mujer. He tratado con atletas olímpicas de 34 países y no he encontrado nada igual”, declaraba un médico estadounidense en 1986, como recoge el libro 'The gender and the science reader') y, como dijo un periódico de la Alemania Federal, “su cuerpo es una provocación”. Y sus marcas... Simplemente, irrepetibles: cumplidos los 30 años marcó 11,09 en 100 metros y 21,97 en 200 (en la misma reunión: Bratislava en el verano de 1981), 47,99 en 400 (segunda mejor marca de todos los tiempos) y su récord de 800. Es simplemente imposible.

Pero ¿hasta dónde llegaba su capacidad de exprimirse para obtener todo lo que tenía y dónde empezaba el dopaje? Kratockvilova se justifica: “Digamos que yo no hacía nada más que entrenar. Mi entrenador y yo sabíamos que en ese récord había 16 años de entrenamiento detrás. Ese año corrí tres veces 800, y ahora hacen 25 por temporada. Sería rica si lo hubiera hecho, pero no tendría el récord”. Es evidente que parte de la historia se entiende ahí, en esa vida extenuante de unos deportistas consagrados a su especialidad bajo la disciplina dictatorial bajo los regímenes comunistas, pero no lo es menos que su récord de 800, por todo lo que encerró, sólo podrá superarlo alguien que llegue, como ella, al límite de la condición humana. Quizá sólo Caster Semenya, diga lo que diga el análisis de género que tiene pendiente, haya sido creada para estar en ese límite.

jueves, 27 de julio de 2023

· De aspecto tan masculino como el de Semenya, Jarmila Kratochvilova marcó en 1983 el récord mundial de 800, el más viejo que existe.

· Siempre pasó los controles de género.

· Era el tercer 800 que hacía en su vida y corría lesionada para entrenarse de cara al 400.

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