Juan Antonio Núñez
Joan, muchas gracias por tu dedicatoria, me has emocionado y descolocado. Has reafirmado mi creencia en la gente, en la buena gente como tú. Aunque no nos hemos visto nunca está muy claro que tenemos un mismo proyecto en la vida: nos gusta correr y disfrutamos haciéndolo.
Lo que tú me has hecho no se le hace a un amigo. Yo no quiero ser protagonista, quiero pasar desapercibido y seguir siendo el entrenador en la sombra, como la mayoría, que disfruta planificando el entrenamiento que más tarde realizarán mis atletas.
Sabes, no se lo digas a nadie, creo que he perdido facultades, ya no corro tan rápido como hace unos años. Ayer mismo, cuando salí a entrenar, me pasó un ciclista que circulaba a mediana velocidad, me dije: Blas puedes seguirlo, vete con él. Respiré profundamente y aceleré el paso.
El chico volvió la cabeza cuando vió que le seguía alguien que podía ser su padre. Estoy seguro de que se mosqueó. Entonces decidió pedalear más rápidamente. Yo no tenía la sensación de ir muy forzado, le acompañaba sin mucha dificultad, pero miré mi monitor de ritmo cardiaco y marcaba 178 pulsaciones…
No me paré, pero al ver que el joven se marchaba volví al rimo anterior, al ritmo que me convenía. Volví a disfrutar corriendo, dejándome llevar por las sensaciones de mi cuerpo.
Muchas gracias por tu artículo. Cuídate mucho.
Un fuerte abrazo,
Blas.