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jueves, 16 de febrero de 2012

9769. Juan Antonio Bejarano Peña y Blas García Marín en el “Hospitalillo de San José" de Getafe (Madrid), fundado por Alonso de Mendoza en 1529

Bejarano y Blas, en el Hospitalillo de San José de Getafe (Madrid).
Foto: Evelio




El mes de octubre estaba bastante avanzado. La mañana que tenía que hacer el examen, para intentar ingresar en C. A. S. A., de Auxiliar Administrativo, me desperté muy temprano, al reflejo de las primeras luces y por las ranuras de la contraventana de hierro veía las ramas de los árboles al fondo del patio.
Allí, ocultos, estaban aquella madrugada, unos pájaros invisibles que repetían varias veces, con exactitud y con radiante felicidad unos trinos deliciosos.
Recuerdo que fui andando por el paseo que va desde la Base Aérea hasta la Estación.
En la portería de la fábrica me reuní con un grupo de chicos de aproximadamente mi edad.
La espera no se prolongó excesivamente. No eran todavía las diez, cuando un señor muy serio, con bigote, con pinta de militar, nos fue preguntando nuestros nombres. Una vez que comprobó que estábamos todos, nos dijo que le siguiéramos hasta la Escuela de Aprendices, que era donde se iba a realizar el examen. Más tarde me contaron que este hombre se llamaba Obra de Haro.
Entramos en silencio y nos sentamos en las mesas que estaban preparadas.
El señor Morales, Jefe de Personal, que fue el encargado de hacernos el examen, ya estaba allí. Caminaba de pared a pared con paso tenaz, inquieto, con las manos en la espalda, la cabeza hacía delante, inmerso en sus pensamientos, sin molestarse en mirarnos ni hacer el más mínimo gesto que indicase que se había percatado de nuestra presencia.
Una vez que terminamos nos entregaron, en Caja, un sobre de papel con unas pocas pesetas, no recuerdo cuantas, como compensación o pago de las horas que habíamos pasado en la Factoría. Nos dijeron que el que hubiera aprobado le llamarían a su casa.
Cuando salimos del examen algunos nos quedamos a tomar una cerveza, solamente una, en Casa Juan, que era un bar muy conocido y centro de reunión de los trabajadores de la zona. Hoy es un caserón en ruinas.
Mi intención era pagar mi botellín, pero he aquí que uno de mis compañeros, Bejarano, con un gesto que me pareció esplendido, se adelantó y pagó toda la ronda.
Juan Antonio Bejarano Peña entró a trabajar en la Sección de Mano de Obra, con Eduardo Sánchez Navas (El Cicuta).
El regreso hasta nuestros domicilios, a Getafe, lo hicimos andando, hablando del examen y valorando las posibilidades que teníamos de aprobar.
La realidad de aquel día está tan cercana aún, tan rica en mis recuerdos…

El 24/01/1966 empecé a trabajar en C. A. S. A.
Bajé a la Fábrica andando, como el día del examen. Yo vivía con mis padres en una casa alquilada en la calle San Martín de la Vega.
Entré en el Departamento de Contabilidad, siendo mi primer jefe Vicente Vegas Martín.
Recuerdo todavía, como si fuera ayer, los nombres de algunos de mis compañeros: Vicente Abril, Francisco Montero, Enrique Arroyo, Telesforo Cortés, Antonio Obra, Esteban Sanz, Salvador Martín, Leoncio García Yllana, Venancio Ovejero, Leopoldo Rodríguez, Adalberto Arroyo…
Algunas de las vivencias más importantes que tuve aquel día me resultaron muy enriquecedoras; si bien es cierto que con el paso del tiempo y después de más de cuarenta años, han quedado difuminadas en mi memoria...



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73. He corrido durante veinticuatro minutos, a ritmo de un debutante, pero para ser el primer día, después de tanto descanso, ha sido suficiente

72. Cuenta mi padre, que se daban una buena tunda de correazos, volvían a sus casas calentitos, aunque siempre había que procurar dar y que no te dieran

71. Subía ella por la Plaza del Ayuntamiento, con su capazo de ropa apoyado en la cabeza. El agua le bajaba por la cara, empapándole la camiseta

70. A mi abuela Serafina el trabajo se le acumulaba y no llegaba a tiempo de atender a sus diez hijos varones

69. Pidieron reunirse con Pedro de la Cruz, el Juez Árbitro, para proponerle que se cambiara la salida, que se corriera a favor del viento

68. Las piernas me pesaban como el plomo. Los brazos los movía sin control. La alegría de irme solo la pagué muy cara. Ya era tarde para rectificar

64. “El boina” nos había dicho que si no marchábamos bien nos descalificarían. El juez Arbitro Nacional Fermín Bracicorto, nos iba a controlar

61. Al estar situado cerca de la Ciudad Universitaria y del INEF, era el lugar idóneo, cuando no queríamos bajar a la Casa de Campo

54. El bigotes ganó la partida y el Campeonato. El premio que obtuve fue un tablero de ajedrez que habíamos comprado entre todos los participantes

53. No quería nada más que correr frenéticamente hasta no poder más, enfrentándome a la soledad y a la reflexión del atleta que trabaja muy duro

52. A medida que el tiempo iba pasando la fatiga aumentaba y el cansancio se apoderaba de nosotros, pero teníamos que continuar como pudiéramos

41. Muchos rostros nos dejan una profunda huella y otros nos son totalmente indiferentes. Para mí Carlos Pérez de Guzmán fue una persona excepcional

38. Había un jugador que me tenía realmente fascinado, este era el cubano Capablanca, que se había proclamado Campeón Mundial en el año 1921

27. Me fui a dormir con la cabeza muy revuelta. Estaba convencido de que acaba de hacer historia, la historia de mi vida

25. No me voy a ir de CESA, como tampoco me he ido de CASA. Me llevaré muchos agradables recuerdos que espero me acompañen durante toda mi vida

24. Conseguimos un acercamiento que se rompió con la distancia y los nuevos compromisos y responsabilidades que yo adquirí en mi nuevo destino

23. Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba

22. En la calle Barón del Solar de Fuente Álamo, mi abuelo Blas, padre de mi padre, le había dejado un trozo de bancal que tenía junto a la casa

19. Que abráis vuestros álbumes y me enviéis aquellas fotografías que guardáis como pequeños tesoros

15. Han pasado más de cuarenta años desde aquella primera visita al Cerro de los Ángeles. Atravesar la carretera de Andalucía no nos supuso dificultad

14. Tuvimos que enfrentarnos contra la indiferencia e incomprensión de la sociedad española de los años sesenta y setenta, nos llamaban locos

13. Mi primer contacto con una pista de atletismo en Madrid, fue en las instalaciones del SEU de la Ciudad Universitaria

10. Caminaba de pared a pared con paso tenaz, inquieto, con las manos en la espalda, la cabeza hacía delante, inmerso en sus pensamientos

8. Tuvo que pasar algún tiempo hasta que descubrí que aquel cronómetro de 1964, no funcionaba bien cuando se corría con él en la mano

7. Lo veía y no podía creerlo, el cronómetro se había parado en 10 segundos y 6 décimas. El récord de España lo tenía José Luis Sánchez Paraíso

6. Nos alojamos en un Hostal del centro, y en la primera ocasión que tuve convencí a mi tío y a mi primo para que me acompañaran a la Relojería

4. Dejé, encima de la cama, la maleta de madera, que cuatro años antes me había hecho el carpintero de mi pueblo, para viajar a Barcelona

1. Eran las siete de la mañana, del día dos de septiembre del año 1965, cuando mi padre y yo caminábamos en silencio por la calle Barón del Solar