Schleck levanta los brazos en señal de victoria al cruzar la línea de meta.
Cuando a Frank Schleck le preguntan por su ídolo, responde: «Usain Bolt». El de su hermano Andy, en cambio, es «Alberto Contador». A un kilómetro de la cima de Morzine-Avoriaz, Andy Schleck notó incómodo al madrileño. Le apretaba la corbata. El director del luxemburgués es Bjarne Riis, el verdugo de Induráin, y le ordenó imitarle. Atacar al 'nuevo Induráin'. Contador escuchó el 'tam-tam'. Tambores de guerra. El hachazo de Andy. De repente, cambió el ritmo de la sangre. Del Tour. Por primera vez, Contador no resistía el latigazo. «Me costaba respirar», admitió. El nudo. El calor que le sigue los pasos a este Tour. La alarma subió corriendo desde el barranco. Contador no podía. En la meta, apenas hubo diez segundos de diferencia. Poco más de lo que dura la frase que allí dijo Schleck: «Contador no me ha impresionado». 189 kilómetros antes era su ídolo...