La OCDE y la FAO auguran repuntes de hasta el 80% en los productos básicos en diez años y proponen replantear el uso de biocarburantes y recurrir a productos modificados genéticamente.
La constante subida del precio de los alimentos por la "tormenta perfecta" que ha generado en los mercados internacionales la suma de la carestía del petróleo, el recurso a los biocarburantes y el crecimiento de la demanda de los países emergentes preocupa a los principales organismos internacionales como la ONU, la OCDE o el Banco Mundial, que hoy han dado la señal de alarma sobre un fenómeno que amenaza con llevar a la hambruna a millones de personas en todo el mundo.
Desde París, la Organización de Países para del Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) han presentado hoy un informe en el que aseguran que los alimentos seguirán elevados durante la próxima década, aunque los actuales récords no perduren. Así, calculan que productos básicos como los cereales o el arroz podrían subir entre un 60 o un 80% en este periodo, niveles sustancialmente superiores a los que han prevalecido durante los pasados diez años.
Además, ambas instituciones han querido llamar la atención sobre el hecho de que si bien todos los países se están viendo afectados por esta tendencia, es en las regiones pobres donde más efecto tiene ya que su población destina aproximadamente la mitad de sus recursos, que en algunos casos no supera el dólar, a la alimentación.
Por tanto, advierten, un encarecimiento de los productos básicos en estas naciones tiene un mayor impacto que en los desarrollados porque son muchos los hogares que por su escaso margen de maniobra ya no pueden hacer frente al aumento de los costes, lo que "abocará a más gente a la malnutrición". Ante esas proyecciones de "una mayor vulnerabilidad" alimentaria en los países menos avanzados, ambas instituciones apuestan para ellos por "desarrollar sus capacidades de aprovisionamiento interior" con su agricultura.
"Se impone un aumento de la ayuda humanitaria para reducir las incidencias negativas de los altos niveles de precios sobre los más desfavorecidos", algo que hay que hacer -subrayan- sin medidas que tengan un impacto de distorsión de los mercados.
Concretamente, la media de precios nominales de los alimentos entre 2008 y 2017 establece un incremento de los mismos del 20% para la carne de vacuno y porcino con respecto a los niveles de entre 1998 y 2007. La subida es del 30% en el caso del azúcar blanca, del 40% al 60% para trigo, maiz y leche en polvo, del 60% para mantequilla y productos oleaginosos, y del 80% para aceites vegetales.
En este sentido, detrás de ese salto se calcula que el consumo será del 50% durante esos diez años para los cultivos oleaginosos, sobre todo para usos alimentarios, pero también para la producción de biocarbuantes, que se ha disparado y seguirá la misma senda.
Por ello, el informe sugiere que debido a la ajustada situación de la oferta y la demanda, que aumenta la sensibilidad de este mercado a cualquier mínimo cambio en cualquiera de sus factores, sería necesario recurrir a cultivos modificados genéticaente e insinúa que es necesario un replanteamiento de los programas de producción de biodiesel por el daño que están ejerciendo en el suministro de cereales destinados a la alimentación del ganado y al consumo en general.
Las dos organizaciones señalan que los biocarburantes explican "en gran parte el aumento de los precios de los productos agrícolas" y que la evolución futura de estas producciones dependerán de si se mantiene elevado el barril de petróleo y las subvenciones públicas.
Concretamente, si la cantidad de etanol se triplicó entre 2000 y 2007, hasta 2017 el informe calcula que se duplicará para alcanzar 125.000 millones de litros, mientras que la de biodiesel progresará a un ritmo todavía superior, después de haberse multiplicado por 11 entre esos mismos años hasta cerca de 11.000 millones de litros.
Al hilo de estas previsiones, los autores del informe estiman que, dado el bajo volumen de reservas y los altos precios incitarán a los agricultores a dedicar más tierras a los cereales, en particular con la demanda creciente sobre todo del sureste asiático, Nigeria, Egipto o Arabia Saudí.
Además de a los biocarburantes, el informe sostiene que las causas de estas subidas de precios obedecen a un empeoramiento de las cosechas, notablemente en países como Australia, a los cambios en la dieta de la población de los países emergentes, a los flujos de inversión en los mercados de cotización de materias primas y a los elevados precios del crudo, que impulsan al alza los gastos de producción.
Fuente: el país.com
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