Me he quedado dormido, pero veo,
sigilosa, a la luz en las retamas
y un poco más allá,
como hacia el bosque,
picotea el invierno un petirrojo.
Rodeando el horizonte,
exhausto y sin aliento, cruza un ángel.
Despacio abro los ojos:
bajo un olmo,
vigilando mi sueño, está la madre.
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