Mo Farah: "Quería que mi hija Rhianna viera Somalia para mostrarle cómo es el lugar de donde vine".
La estrella del atletismo Mo Farah goza de todos los privilegios de integrar la élite del deporte británico. Pero su vida no ha sido siempre así. Nacido en Somalia, pero naturalizado inglés, el actual campeón mundial de los 5.000 metros regresó con su familia a su tierra natal el año pasado y recordó una historia que no se asemeja en nada a la que hoy escribe en Londres, según relata este jueves en una entrevista al diario local The Sun.
"Estuvimos allá por diez días y fue un gran impacto", reveló Farah, quien se ha entrenado desde hace cuatro años en Kenia.
"Caminas por una ciudad y ves a personas viviendo en chozas que no tienen nada, niños jugando sin zapatos. Calles de tierra. Vimos lugares que ni siquiera tenían agua limpia. La gente tenía que escarbar un agujero en el suelo y el agua era casi amarilla", lamentó el atleta.
Farah, cuyo deseo es alcanzar la gloria en los Juegos Olímpicos de Londres este año, llegó a Europa con ocho años de edad. Su vida en la capital somalí Mogadishu era relativamente cómoda, pero la inminente guerra civil en la cual se hundió la nación en los años 80 y 90 obligó a que el atleta y su familia se escaparan de manera súbita. Asesinatos y secuestros se convirtieron en algo de todos los días, algo con que su padre Muktar no estaba dispuesto a convivir.
"Quería que mi hija Rhianna viera Somalia para mostrarle cómo es el lugar de donde vine. Hay niños que no tienen nada y para mí es importante que ella sepa lo afortunados que somos. Algunas cosas fueron muy emocionantes porque la gente no tiene nada y son felices y sonríen igual", recordó Farah, cuyas únicas frases que sabía pronunciar al llegar a la capital inglesa eran "Permiso", "¿Donde está el baño?" y "¡Vamos entonces!", para alejarlo de la intimidación frecuente que sufría de otros niños.
"Fue muy duro cuando llegué. No hablaba el idioma y quería encajar. Yo jugaba al fútbol y los chicos pateaban el balón hacia otro lado. A veces me iba a casa con un ojo negro", relata la estrella de las pistas.
Involucrarse en el deporte, como cuenta Farah, fue lo que lo salvó de un destino trágico, una oportunidad que muchos de los niños de su país no tendrán en el futuro.
"Son cosas sencillas que las consideramos normales, como agua caliente y vestir ropa limpia. ¿Qué haría la gente aquí si no tuviera agua caliente por la mañana? Probablemente se indignarían. Pero muchas personas alrededor del mundo no tienen agua y, ni hablar, agua caliente", agregó.
"Es siempre es un privilegio para mí vestir el uniforme británico, pero, después del último año, significa aún más. Me siento orgulloso de representar a un país que no da la espalda a otros millones que están sufriendo", concluyó el atleta...
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