Sonia Bejarano Sánchez e Irene Pelayo González
Mi intención era la de escribir un artículo sobre las carreras navideñas y San Silvestres de nuestra región, sin embargo, a última hora me comunicaron una noticia de la que ya estamos hartos. Un nuevo caso de presunto dopaje por parte de una atleta con licencia navarra durante una competición en el País Vasco. Lo que podría considerarse un logro (en estos tiempos que corren «cazar» a un tramposo conlleva sus recursos y sus medios) parece que aún está pendiente por discernir. Ninguna institución parece tener potestad para sancionar a un tramposo (tramposa en este caso) pero todos sufrimos sus consecuencias. La minoritaria población de atletas profesionales lo padecen directamente en forma de sustracción económica y mala reputación en los medios (además de impedirles colocarles en el nivel internacional o nacional que merecerían realmente) pero el resto de población también se ve involucrada en la medida en la que el mensaje que se prodiga es la que hacer trampas compensa ya que ningún castigo ocurre. Todavía creo en que son pocos los que utilizan métodos ilegales para mejorar su rendimiento y lograr victorias pero nuestra actuación en el presente de rechazo ante esta actitud es crucial para evitar su proliferación inmediata futura. Endurecer penas, rechazo social, concienciar a organizadores de no contratar a atletas dopados o sospechosos de cometer dopaje, marcas deportivas que no sponsoricen a gente que acomete estas prácticas evitando que sean así ejemplo a seguir.
Quizás yo sólo sea una atleta que como otros tantos tratan de luchar diariamente por mantenerse en una élite donde cada vez más indeseables tienen cabida dificultando así mi situación en dicho nivel. Todavía soy una de esas que piensan que en el deporte hay que luchar de manera limpia, de manera justa y con lo que nuestra genética y nuestro esfuerzo nos reportan. Deporte es algo más que el espectáculo que todos demandan.
Otras luchas quedan pendientes en despachos y pasillos que logren hacer realidad un ideal quizás inalcanzable, pues siempre ha habido y habrá tramposos, pero que al menos logren endurecer una ley en la que los mayores desfavorecidos son los que se ciñen a las reglas...
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