El keniano Kamworor en el Mundial de cross en Punta Umbría.
Ángel Ronco
Beatriz Caspar
Blanca Fernández
Daniel Arce
Fernando Carro
Gabriel Navarro
Irene Sánchez-Escribano
Karim Achengli
Patricia Cueto
Sara Ruiz
Youssef Aakaou
De Etiopía, de Kenia, de los altiplanos del valle del Rift, la enorme falla que atraviesa el Este de África, proceden los atletas que copan todos los grandes títulos y récords del fondo mundial desde hace 50 años. Para explicar esta superioridad, puesta de manifiesto, una vez más, en el Mundial de cross disputado ayer en Punta Umbría -victoria del etíope Imane Merga y de la keniana Vivian Cheruiyot; los mejores de España, octava por equipos en hombres y mujeres, fueron Ayad Lamdassen, 16º, y Nuria Fernández, 24ª-, distinguidos fisiólogos, sociólogos y demás científicos han lanzado múltiples teorías, la mayoría de las cuales concluyen con la superioridad genética de los atletas africanos.
Esto conforma a muchos atletas blancos, que se justifican con la imposibilidad de competir contra seres superiores, pero no le hace ninguna gracia al campeón de Europa de 1.500 metros, Arturo Casado, que se rebela contra la idea genetista.
"Es un argumento racista y sin base. Hay que estudiar esto de verdad. Hay muchos enfoques y este es uno más. Han intentado buscarle explicaciones genéticas desde siempre, y lo único que han encontrado es que tienen los gemelos un poquito más delgaditos que nosotros. Biomecánicamente, sí que es una ventaja, pero también podemos preguntarnos si eso no se ha producido como una adaptación fisiológica porque han estado corriendo descalzos desde pequeñitos", dice el atleta madrileño (71º ayer en Punta Umbría), que ha pasado el mes de febrero en Iten (Kenia) entrenándose e investigando. "El estudio de la superioridad de los atletas africanos, es el tema de mi tesis doctoral. En Kenia he aprovechado y, con la ayuda del mánager Federico Rosa y de su entrenador, Claudio Berardelli, he entrevistado a 27 atletas, 11 de ellos muy buenos".
Casado, licenciado en Ciencias del Deporte, parte de la teoría de la práctica deliberada, avanzada por K. A. Ericsson, para quien la excelencia en el rendimiento es el resultado del esfuerzo prolongado. "Ericsson hizo un estudio pionero con violinistas y descubrió que, midiendo la cantidad de práctica específica con un nivel de esfuerzo bastante alto, este tipo de prácticas si se llevan a cabo desde pequeños y durante 10 años o 10.000 horas, se llega a niveles muy altos", explica Casado. "Yo estoy estudiando a los kenianos en ese sentido. Lo primero que se ve es que desde los cuatro años están corriendo, y muchísimos kilómetros todos los días. Y, sobre todo, más que el entrenamiento, que es bestial y muy ajustado, pues se saben escuchar muy bien, interpretar las señales que les envía su cuerpo, mejor que nosotros, los europeos, y además tienen el beneficio de la altitud, que hace que el estímulo sea más fuerte, pues les pasa que tienen ya una base de ir a clase, descalzos, desde pequeñitos, bestial".
En Iten, Casado descubrió un universo de jóvenes dedicados al atletismo, grupos de 1.000 atletas de alto nivel -marcas de 29 minutos en los 10.000 metros y de 1h 3m en la media maratón conseguidas a 2.500 metros de altura, un nivel tremendo-, entrenándose todos con un solo técnico, zapatillas de suelas desgastadas, camisetas rotas... "Hay más variables que convergen en la práctica deliberada, socialmente, económicamente, el atletismo es la única forma de salir adelante para muchos. Además, viven por y para entrenarse y descansar. La mayoría no tienen nada, descansan, se entrenan, comen poco, viven un poco de lo que da el campo", dice el atleta madrileño. "El dinero que ganan en dos años en Europa les basta. Regresan a Kenia, se montan sus granjas, su vida".
Casado, que se alojó en un centro de alto rendimiento creado por la atleta Lornah Kiplagat para, con los beneficios de alojar atletas europeos, ayudar al desarrollo de las jóvenes kenianas, descubrió la peculiar forma de selección por la que solo unos pocos de los que luchan por salir de su país, por conocer otros mundos, por viajar a Europa, lo consiguen. "Esa motivación es tan bestial como la económica", dice Casado. "Pero el proceso de selección es plenamente subjetivo. Uno conoce a un mánager y le dice que tiene un amigo que corre mucho... Es así. El mánager no está allí viéndoles correr. Tampoco hay entrenadores, o no muchos. La selección entre atletas muy similares es subjetiva, arbitraria, cuestión de suerte. Los van cogiendo a cuentagotas. Eso es lo que yo vi".
En los últimos años se ha dado un proceso curioso, cada vez son más jóvenes los corredores de maratón, una disciplina reservada antaño a los atletas más veteranos y en la que brillan ahora jóvenes veinteañeros. "Ahora todos quieren ser maratonianos, porque es donde hay más dinero. Empiezan ya antes de los 20 años, entran directamente al maratón, sin pasar antes por otras distancias", dice Casado, cuyo máximo objetivo este 2011 es llegar a la final de 1.500 del Mundial de Daegu y allí brillar, mostrarse, desafiar a los africanos.
Una medalla en Daegu, o un buen puesto, una buena marca, sería la mejor manera de demostrar la validez de su tesis. "En el fondo, intentando probar mi teoría, más ambiental que genética, lo que intento es quitarme una barrera psicológica, la noción esa de que a los africanos no les puedo ganar. No estoy de acuerdo. Hay que entrenarse mucho, tendré que entrenarme todo lo que no me he entrenado desde pequeñito y pensar que podré mejorar más. Y seguro que lo consigo".
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