atletismo y algo más: #Fotosdeatletismo. 7848. #Recuerdosaño2011. Manuel de la Peña Rodríguez-Martín, Oficial (Cronista) y Caballero. Escrito por Ángel del Río López

#Número 8133

Manuel de la Peña Rodríguez-Martín

Ángel del Río López

Sebastián Carro Sánchez

MANUEL DE LA PEÑA, OFICIAL (CRONISTA) Y CABALLERO

Escrito por: Ángel del Río, Cronista de Madrid, Getafe y compañero del alma
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
(Miguel Hernández)

Nunca he sentido como ahora a las hormigas perezosas retozar por mis dedos y hacerme torpe la tarea de escribir. Es como si las manos y el corazón se hubieran juramentado para batir al pensamiento. En las tragedias griegas el destino siempre terminaba derrotando al hombre, y a mí el destino me ha dejado herido sobre el campo de batalla, alumbrado por tenues luces de negra Navidad en esa víspera amarga de la Nochebuena, cuando el destino nos arrancó a Manolo Peña de un manotazo duro, un golpe helado.

Manolo era el maestro, el amigo, el confidente, la referencia de la honestidad, el paradigma de la templaza, pero era sobre todo ese padre que nos tutelaba desde la sabiduría de su dilatada experiencia en la vida, desde el sosiego y el cariño sin límites. Y se nos fue una fría mañana de diciembre, cuando la Nochebuena llamaba con golpes secos y helados en la aldaba de nuestro pecho.

El escritor e historiador.- Manuel de la Peña tenía tanta sensibilidad en su cuerpo que le rebosaba por todos sus poros: por los ojos cuando miraba fijamente; por las palabras, cuando contaba tantas cosas, cuando liberaba tanta sapiencia acumulada en sus muchos años de vivir intensamente; por sus manos, cuando escrutaba legajos y se quedaba colgado, extasiado, con un dato inédito, con una gozosa comprobación de la historia; por su mente, cuando pasaba a limpio el fruto adventado de sus investigaciones. Ha sido el mejor escritor e historiador que ha tenido Getafe, y la amplia bibliografía que nos ha legado, es el testimonio gozoso para los que junto a él vivimos la pasión por la literatura histórica y una inestimable herencia para esas generaciones que sin conocer el pasado de esta tierra tendrían difícil comprender el presente y encarar el futuro.

Sus escritos, artículos y libros, rebosan erudición y lectura amena. Manuel de la Peña es de esos pocos historiadores comprometidos con la verdad hasta límites insospechados, riguroso y pedagógico.

El Cronista Oficial de la Villa.- Con Manuel de la Peña he tenido el privilegio de compartir el título de Cronista Oficial de la Villa de Getafe, y con un compañero de la calidad profesional y humana de Manolo, ser cronista de esta Villa era mucho más meritorio y honroso. Manolo era Cronista en ejercicio, ni un segundo dejó de serlo, aunque no siempre se valorara desde algunos sectores el trabajo altruista de un Cronista en Getafe, por muchos honores y bagatelas que intentarán redimir la incompetencia e incomprensión de algunos.

En los Congresos anuales de Cronistas de toda España, Manuel de la Peña era el Cronista Oficial por antonomasia, aunque a este humilde escribidor le correspondiera el “título” de decano por ser unos meses más antiguo mi nombramiento que el De la Peña. Cuando dentro de mucho tiempo se indague en las labores de los cronistas oficiales, será difícil encontrar un trabajo más abundante, esmerado y concienzudo que el de Manolo, porque no era sólo cronista del devenir de cada día en la vida de Getafe, era también el escribano de lo sencillo, de lo humano, de las cosas humildes de la gente humilde, y eso se lleva dentro, profundamente dentro, como el corazón.

El getafense de vocación y devoción.- Manuel de la Peña no nació en Getafe, pero no he conocido a nadie en este pueblo tan arraigado al mismo, tan en simbiosis con el espacio físico, tan identificado con los getafenses de nacimiento, con las costumbres, tradiciones, alegrías, sinsabores y aconteceres de esta Villa. Presumía de Getafe tanto como de mujer, y de Lola presumía como no se puede presumir más en el mundo, con toda la razón. Se sentía getafense y defensor de los valores de este pueblo. Y eso se le notaba a la hora de hablar, de tertuliar, de escribir, de conferenciar, de pintar (¡qué gran dibujante!) de narrar y llevar por todos los rincones de España este poblachón manchego, que después fue ciudad dormitorio y ahora no se sabe qué. Getafe es el paritorio sencillo donde nacieron sus hijos, la tierra donde les vio crecer y en la que amó sin límites a su Lola del alma. Manolo no era hijo natural de Getafe, pero ha sido el hijo adoptivo más grande que ha tenido esta tierra.

El amigo.- No se puede guardar en ese corpachón que tenía Manolo Peña, más cantidad de amistad acumulada, de cariño hacia sus amigos, a los que siempre nos dio una palabra amable, un consejo, un apoyo, una muestra de cariño. Jamás un mal gesto. Era el mayor de todos y parecía el más jovenzuelo, a veces por su atrevimiento, siempre por su talante abierto y comprensivo. Es difícil encontrar más lealtad, entrega, generosidad y desprendimiento que lo que destilaba Manolo como amigo. Cantaba, contaba chistes, ponía una nota de humor y un punto anecdótico en cualquier momento de tensión. No le conozco enemigos, ni siquiera recelosos íntimos. Imposible, porque Manolo era, por encima de todo, fundamentalmente, una buena persona, en el buen sentido de la palabra, bueno, como diría Machado.

El marido, el padre, el abuelo.- Tener en la familia a un progenitor, a un patriarca como Manolo Peña, es haber nacido ungido por la suerte. Esa ha sido la principal y gran faceta de este hombre de sentimientos incontenibles. A nuestra querida Lola le queda el recuerdo de haber sido la compañera, la amiga, la esposa, de un marido de lujo. Siempre atento, enamorado, profundamente enamorado, cariñoso y preocupado, porque Lola era su norte y su guía, su mano derecha y la izquierda, su apoyo y la enfermera hasta la última de las horas, hasta la expiración.

Manolo era el padre orgulloso de sus polluelos. Tenía admiración por cada uno de sus hijos, de sus hijas. Hilvanaba historias y pasajes de su vida con la vida de los suyos. Sus etapas más importantes estaban marcadas por el nacimiento de un hijo, hasta seis, cuatro chicas y dos chicos, Manolo, el mayor; Nacho, el más pequeño. Cada uno tenía algo especial para él; cada uno era el testimonio del amor y desvelo, porque su carácter familiar se le presume desde su más tiernas infancia por la forma en que hablaba de sus padres y de sus hermanos.

Manolo era ese abuelo de cuento en el sentido más literal y entrañable de la palabra. Y ejercía como tal desde los nietos más pequeños hasta aquellos ya adultos, ya padres. Era abuelo de nacimiento, vocación y ejercicio y de esta ocupación no pudo jubilarse jamás. Y además, Dios quiso redondear su genealogía con el título de bisabuelo. Manolo era la estrella que guiaba a la “troupe” familiar por el largo y sinuoso viaje de la vida.

Y se nos ha ido, con un manotazo duro, un golpe helado directo al corazón de todos los que le conocimos y quisimos. Pero no se ha marchado del todo, se nos ha quedado a vivir entre nosotros, se ha hospedado en nuestros recuerdos más íntimos y de forma permanente.

         No perdono a la muerte enamorada,
          no perdono a la vida desatenta,
         no perdono a la tierra ni a la nada.

Fuente: http://www.acciongetafense.es

lunes, 3 de enero de 2011

#Fotosdeatletismo. 7848. #Recuerdosaño2011. Manuel de la Peña Rodríguez-Martín, Oficial (Cronista) y Caballero. Escrito por Ángel del Río López