Si tenemos que destacar a una mujer deportista latinoamericana de estos 200 años, esa es Ana Fidelia, una atleta cubana que nació en 1963 en Palma Soriano. Esfuerzo, compromiso y valentía, así se puede resumir su vida. Fue conocida como “La tormenta del Caribe” y se especializó en pruebas de fondo, en 400 y 800 metros. Comenzó a entrenar a los 12 años y a los 15 ya ganaba oro: logró el primer lugar en los XIII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Medellín en 1978, corriendo los 400 metros.
Ganó 39 carreras consecutivas de 800 metros entre 1987 y 1990, y 15 seguidas de 400 metros en 1990. A los 23 años, se convirtió en la reina de los II Campeonatos Iberoamericanos de Atletismo en La Habana, en esa competencia ganó medalla de oro en 400 y 800. Desde ahí fue imparable: venció a todas las competidoras de 400 que iban por los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, sin embargo, ella no pudo participar por el boicot de Cuba (en 1981 decidieron que Seúl sería sede. En ese tiempo Corea del Sur tenía un régimen dictatorial y la presión internacional logró hacer que celebraran elecciones. Eso enojó a Corea del Norte, quienes además querían compartir la organización. Como finalmente no se hizo en conjunto, los del norte no asistieron y en su decisión los acompañó Cuba, Etiopía y Nicaragua).
La primera vez que participa en unos JJOO es en 1992, en Barcelona: salió tercera en 800. Al año siguiente de su participación y estando embarazada, tuvo un accidente doméstico que le dejó el 38% de su cuerpo con quemaduras de segundo y tercer grado. En el Hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana, le hicieron una cesárea de urgencia, pero su hija nació muerta. Muchos pensaron que no se podría recuperar de eso y que no volvería a las pistas, pero el avance en la medicina cubana y su voluntad, la hicieron volver a las carreras ese mismo año. En noviembre de 1993 consiguió medalla de plata en los 800 de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Ponce, Puerto Rico, en medio de tratamientos de recuperación.
El público la ovacionó después de su participación y la obligaron a dar la vuelta a la pista, a pesar de que no había obtenido el primer lugar. En 1994 se sometió a varias operaciones en sus brazos, axilas y cuello para conseguir la elasticidad que necesitaba para seguir compitiendo: su objetivo era Atlanta ’96.
Mientras se preparaba para los JJOO, salió campeona del mundo en los 800 metros en 1955, en el Mundial de Atletismo celebrado en Gotemburgo, Suecia. En esa carrera llegó a su mejor marca personal y fue récord de Cuba, 1:56.11 segundos. En 1996 sacó medalla de plata en Atenas y en 1997 volvió a salir campeona del mundo en Atenas, Grecia (1:57,14).
Es considerada la más grande atleta cubana de todos los tiempos en su especialidad. Los Reyes de España le entregaron el Trofeo de la Comunidad Iberoamericana al Mejor Deportista del Área, en 1988. Además recibió el galardón al Mejor Deportista del Mundo en su disciplina. Además obtuvo cuatro veces el premio que dan los medios de prensa especializada a la Mejor Deportista Latinoamericana y del Caribe (entre 1989 y 1997).
Foto: Nieves
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