Las dudas, la ansiedad y los nervios, todo lo que carga Rafael Nadal como una pesada mochila camino de su séptimo título grande (victoria por 6-4, 6-2 y 6-4 sobre el sueco Robin Soderling, su quinto Roland Garros), mueren con una larga conversación antes del partido. La fanfarria de los trombones y los tambores de una banda militar se cuela en el vestuario. Suenan aplausos y gritos mientras el mallorquín, desde hoy de nuevo el número uno, prepara su partido. Ondean las banderas de España. Hasta ese momento llega Nadal como un tenista "impresionado", describe su equipo. Hasta ese momento se acerca como un hombre pensativo. Y hasta ese instante supremo, el bochorno tomando la pista, el corazón acelerándose, la humedad cobrándose impuestos en sudor y resoplidos, se presenta Nadal meditabundo hasta que su cabeza da un giro a la situación: "Tranquilo, que yo estoy tranquilo", le dice a Toni Nadal, su entrenador y tío...
Fuente: http://www.elpais.com
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