Estoy pensando, estamos escribiendo y pensando en el mañana. Pero verdaderamente podríamos abordar el tema unificando los tres tiempos (pasado, presente y futuro), los tres tiempos que conforman la historia del ser humano, cuando pretérito y porvenir nos aportan su visión desde el hoy más realista.
Estamos, estoy pensando en el agua, como escollo fundamental en la aprobación del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, esa puerta que nos ha de conducir a la chabola o a la casa (no digo palacio, tampoco voy a escribir ley de leyes regional), que nos haga la vida del fututo más o menos grata, según se considere. Uno, que sabe de versos más que de estas cosas, pero no deja de tener su corazón y sentimientos, también su idea de la tierra, este planeta nuestro, universo vital donde se mueven el hombre y la mujer, el niño y la niña, hasta el reino animal que nace y crece; quizá por eso, porque sabe (sé) que es aquella la línea y la parcela donde mejor se mueve (me muevo), casi siempre dejé estos temas, estas cosas para su exposición y planteamiento de especialistas.
Pero hoy pienso en el agua, hablo del agua que, si como elemento natural, es uno de los temas eternos con que nutre el poeta sus versos, también es el uno de los principales elementos para la vida y el desarrollo. El agua literaria, en la imagen y metáfora del verso, es la del poeta, para el poeta y sus sensibilizados lectores. La otra, la realmente líquido es muy diferente; este agua que es de todos, se propaga desde el lugar de la España en que se tiene y se precisa como medio existencial.
Hace apenas dos años, en una excursión de castellano-manchegos a Murcia pudimos leer en la fachada de su Ayuntamiento un extenso cartel donde se pedía Agua para todos. Y tenían su razón, porque los vienes de la Naturaleza deben ser para todos aquellos que los necesiten. Pero resultó que la tarde anterior la misma guía que nos mostraba la espléndida fachada nos había llevado a ver una lujosa urbanización dotada con un menos lujoso campo de golf donde podían jugar sólo y exclusivamente los propietarios de aquella colonia y sus privilegiados huéspedes. (Aquí, contemplando alguna de estas edificaciones, sí que podría escribir palacio, al menos palacete o espléndidos chalés). Y la propia guía de turismo nos informó que, en la misma comunidad murciana existían en aquel momento unos 18 o 20 campos de golf, que si no de tan selecto privilegio como el que nos estaba mostrando, sí ofrecían el lujo perfecto que requieren dichas instalaciones, aunque no todos estaban, como aquél, abiertos al turismo.
Por lo que, latente el recuerdo de la tarde anterior, a la vista de aquel cartel que lucía en el frontispicio de la Entidad, la silenciosa reacción verbal de nuestro grupo resultó casi unánime. Agua para todos por supuesto que sí; pero para todos aquellos que de verdad la necesiten. Agua para Murcia, agua para el consumo de los pueblos, para los huertos de pequeños hortelanos, para la huerta mayor, incluso la huerta latifundista que mantiene puestos de trabajo, representa la empresa y surte productos al mercado. Pero ¿por qué agua para el abastecimiento de lo superfluo y el boato? ¿Por qué para la grandiosidad y la opulencia, el disfrute de unos pocos?
Seguro que una mayoría de castellano-manchegos apoya la línea expuesta por el Ejecutivo Regional cuando, buscando consenso, ha rebajado la aportación del preciado líquido de 6.000 a 4.000 hectómetros cúbicos. Porque no nos engañemos, ni quiera equivocarnos algún partido político, pues si afortunadamente estamos viviendo un año donde la naturaleza ha sido generosa, muy generosa, en lluvias y nieves para con nuestro país, esto es una excepción que no ha de inducirnos a una generosidad de la que dentro de dos años tengamos que arrepentirnos, mucho menos al gasto superfluo, y sí nos debe hacer pensar en la cruda escasez que de las mismas hemos soportado los años anteriores.
Que el agua no sea traba
Sería conveniente para todos que el escollo del agua no fuera una traba y que nuestros representantes en el parlamento aunaran esfuerzos para que el Estatuto regional siguiera adelante. Recientemente, en la reunión de la Mesa del Agua de Castilla-La Mancha, a través de los informes de prensa, radio y TV., hemos podido ver al Presidente Barreda mostrar una energía conciliadora que, amando la región que preside, pedía ecuanimidad a los partidismos políticos, buscaba acertadamente el consenso necesario, sobre todo se dirigía al P.P., “porque ello es muy bueno para CLM”.
Claro que, para acercarse a las peticiones del PSOE, Cospedal sabe muy bien que ha de “enfrentarse” a una autonomía gobernada por su partido. Cierto que, así mismo, no ha de olvidar que hoy, en la oposición, está representando a Castilla-La Mancha y que las elecciones regionales están a la vuelta de la esquina. A no ser, claro, que ella y algunos más de su partido estén considerando cargos que no se limiten a la Región. Pero esto es algo que yo no quiero ni pensarlo. Ahora sólo hablo del agua.
Estamos, estoy pensando en el agua, como escollo fundamental en la aprobación del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, esa puerta que nos ha de conducir a la chabola o a la casa (no digo palacio, tampoco voy a escribir ley de leyes regional), que nos haga la vida del fututo más o menos grata, según se considere. Uno, que sabe de versos más que de estas cosas, pero no deja de tener su corazón y sentimientos, también su idea de la tierra, este planeta nuestro, universo vital donde se mueven el hombre y la mujer, el niño y la niña, hasta el reino animal que nace y crece; quizá por eso, porque sabe (sé) que es aquella la línea y la parcela donde mejor se mueve (me muevo), casi siempre dejé estos temas, estas cosas para su exposición y planteamiento de especialistas.
Pero hoy pienso en el agua, hablo del agua que, si como elemento natural, es uno de los temas eternos con que nutre el poeta sus versos, también es el uno de los principales elementos para la vida y el desarrollo. El agua literaria, en la imagen y metáfora del verso, es la del poeta, para el poeta y sus sensibilizados lectores. La otra, la realmente líquido es muy diferente; este agua que es de todos, se propaga desde el lugar de la España en que se tiene y se precisa como medio existencial.
Hace apenas dos años, en una excursión de castellano-manchegos a Murcia pudimos leer en la fachada de su Ayuntamiento un extenso cartel donde se pedía Agua para todos. Y tenían su razón, porque los vienes de la Naturaleza deben ser para todos aquellos que los necesiten. Pero resultó que la tarde anterior la misma guía que nos mostraba la espléndida fachada nos había llevado a ver una lujosa urbanización dotada con un menos lujoso campo de golf donde podían jugar sólo y exclusivamente los propietarios de aquella colonia y sus privilegiados huéspedes. (Aquí, contemplando alguna de estas edificaciones, sí que podría escribir palacio, al menos palacete o espléndidos chalés). Y la propia guía de turismo nos informó que, en la misma comunidad murciana existían en aquel momento unos 18 o 20 campos de golf, que si no de tan selecto privilegio como el que nos estaba mostrando, sí ofrecían el lujo perfecto que requieren dichas instalaciones, aunque no todos estaban, como aquél, abiertos al turismo.
Por lo que, latente el recuerdo de la tarde anterior, a la vista de aquel cartel que lucía en el frontispicio de la Entidad, la silenciosa reacción verbal de nuestro grupo resultó casi unánime. Agua para todos por supuesto que sí; pero para todos aquellos que de verdad la necesiten. Agua para Murcia, agua para el consumo de los pueblos, para los huertos de pequeños hortelanos, para la huerta mayor, incluso la huerta latifundista que mantiene puestos de trabajo, representa la empresa y surte productos al mercado. Pero ¿por qué agua para el abastecimiento de lo superfluo y el boato? ¿Por qué para la grandiosidad y la opulencia, el disfrute de unos pocos?
Seguro que una mayoría de castellano-manchegos apoya la línea expuesta por el Ejecutivo Regional cuando, buscando consenso, ha rebajado la aportación del preciado líquido de 6.000 a 4.000 hectómetros cúbicos. Porque no nos engañemos, ni quiera equivocarnos algún partido político, pues si afortunadamente estamos viviendo un año donde la naturaleza ha sido generosa, muy generosa, en lluvias y nieves para con nuestro país, esto es una excepción que no ha de inducirnos a una generosidad de la que dentro de dos años tengamos que arrepentirnos, mucho menos al gasto superfluo, y sí nos debe hacer pensar en la cruda escasez que de las mismas hemos soportado los años anteriores.
Que el agua no sea traba
Sería conveniente para todos que el escollo del agua no fuera una traba y que nuestros representantes en el parlamento aunaran esfuerzos para que el Estatuto regional siguiera adelante. Recientemente, en la reunión de la Mesa del Agua de Castilla-La Mancha, a través de los informes de prensa, radio y TV., hemos podido ver al Presidente Barreda mostrar una energía conciliadora que, amando la región que preside, pedía ecuanimidad a los partidismos políticos, buscaba acertadamente el consenso necesario, sobre todo se dirigía al P.P., “porque ello es muy bueno para CLM”.
Claro que, para acercarse a las peticiones del PSOE, Cospedal sabe muy bien que ha de “enfrentarse” a una autonomía gobernada por su partido. Cierto que, así mismo, no ha de olvidar que hoy, en la oposición, está representando a Castilla-La Mancha y que las elecciones regionales están a la vuelta de la esquina. A no ser, claro, que ella y algunos más de su partido estén considerando cargos que no se limiten a la Región. Pero esto es algo que yo no quiero ni pensarlo. Ahora sólo hablo del agua.
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