sábado, 8 de septiembre de 2012

5405. Dejé, encima de la cama, la maleta de madera, que cuatro años antes me había hecho el carpintero de mi pueblo, para viajar a Barcelona

Foto: Blas

2. La maleta de madera

La habitación que me habían asignado tuve que compartirla con , un deportista que acababa de fichar por el equipo del pueblo. Por este motivo le habían conseguido trabajo en la fábrica Uralita.
Dejé, encima de la cama, la maleta de madera, que cuatro años antes me había hecho el carpintero de mi pueblo, para viajar a . Era igual, del mismo estilo, que las que habían utilizado mis paisanos, los emigrantes que viajaron en la posguerra a Francia, Alemania, Suiza, Holanda…
Estaba contento y emocionado. Deseando reconocer los alrededores de mi nuevo domicilio. Le dije a que me iba yo solo a dar una vuelta, que no tardaría. Convencido de que mi capacidad de orientación era buena y no tendría ninguna dificultad para volver pronto.
Me equivoqué. Me perdí y no fui capaz de encontrar el camino de vuelta. Durante más de una hora estuve deambulado por unas callejuelas escasas de iluminación, extraviado, despistado.
Salieron a buscarme, me encontraron cerca de allí, en la Plaza del General Palacios, junto a una fuente que ya no existe.
Fue la primera lección que recibí. Me dije: , esto no es , es mucho más grande, tendrás que cuidar por donde vas, estar atento, aquí todo es diferente.
Me dormí enseguida, cansado, pensando en que al día siguiente habíamos quedado con un atleta, un corredor del equipo del . Mi padre le había conocido, en su anterior viaje a , uno de los días que terminó su entrenamiento junto a la que sería nuestra casa. Le contó lo ilusionado que yo estaba con el y lo que disfrutaba corriendo. Él se ofreció, enseguida, a hacerme una prueba, para valorar mis cualidades y ver si podía llevarme a su equipo...


68. Las piernas me pesaban como el plomo. Los brazos los movía sin control. La alegría de irme solo la pagué muy cara. Ya era tarde para rectificar.

64. “El boina” nos había dicho que si no marchábamos bien nos descalificarían. El juez Arbitro Nacional Fermín Bracicorto, nos iba a controlar.

61. Al estar situado cerca de la Ciudad Universitaria y del INEF, era el lugar idóneo, cuando no queríamos bajar a la Casa de Campo.

54. El bigotes ganó la partida y el Campeonato. El premio que obtuve fue un tablero de ajedrez que habíamos comprado entre todos los participantes.

53. No quería nada más que correr frenéticamente hasta no poder más, enfrentándome a la soledad y a la reflexión del atleta que trabaja muy duro.

52. A medida que el tiempo iba pasando la fatiga aumentaba y el cansancio se apoderaba de nosotros, pero teníamos que continuar como pudiéramos.

41. Muchos rostros nos dejan una profunda huella y otros nos son totalmente indiferentes. Para mí Carlos Pérez de Guzmán fue una persona excepcional.

38. Había un jugador que me tenía realmente fascinado, este era el cubano Capablanca, que se había proclamado Campeón Mundial en el año 1921.

27. Me fui a dormir con la cabeza muy revuelta. Estaba convencido de que acaba de hacer historia, la historia de mi vida.

25. No me voy a ir de CESA, como tampoco me he ido de CASA. Me llevaré muchos agradables recuerdos que espero me acompañen durante toda mi vida.

24. Conseguimos un acercamiento que se rompió con la distancia y los nuevos compromisos y responsabilidades que yo adquirí en mi nuevo destino.

23. Seguí bajando a entrenar al SEU y al INEF, ahora con más asiduidad, porque ya me sentía parte de un grupo que me arropaba y ayudaba.

22. En la calle Barón del Solar de Fuente Álamo, mi abuelo Blas, padre de mi padre, le había dejado un trozo de bancal que tenía junto a la casa...

20. En la “cuadra del boina” estaban Pedro Molero, Adolfo Gutiérrez, Arturo Santurde, Ángel Santana, Pepe Verón (el Maño), José Luis García…

19. Que abráis vuestros álbumes y me enviéis aquellas fotografías que guardáis como pequeños tesoros.

15. Han pasado más de cuarenta años desde aquella primera visita al Cerro de los Ángeles. Atravesar la carretera de Andalucía no nos supuso dificultad.

14. Tuvimos que enfrentarnos contra la indiferencia e incomprensión de la sociedad española de los años sesenta y setenta, nos llamaban locos.

13. Mi primer contacto con una pista de atletismo en Madrid, fue en las instalaciones del SEU de la Ciudad Universitaria.

10. Caminaba de pared a pared con paso tenaz, inquieto, con las manos en la espalda, la cabeza hacía delante, inmerso en sus pensamientos.

8. Tuvo que pasar algún tiempo hasta que descubrí que aquel cronómetro de 1964, no funcionaba bien cuando se corría con él en la mano y se movían...

7. Lo veía y no podía creerlo, el cronómetro se había parado en 10 segundos y 6 décimas. El récord de España, que tenía José Luis Sánchez Paraíso...

6. Nos alojamos en un Hostal del centro, y en la primera ocasión que tuve convencí a mi tío y a mi primo para que me acompañaran a la Relojería.

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