1. De Fuente Álamo a Getafe
Eran las siete de la mañana, del día dos de septiembre del año 1965, cuando mi padre y yo caminábamos en silencio por la calle Barón del Solar de Fuente Álamo, Albacete, en dirección a la Plaza del Ayuntamiento.
La mañana era fría, el verano ya podíamos considerarlo casi acabado, y una fresca brisa acariciaba nuestros rostros.
Mi padre me dijo: abrígate y cierra la boca, no vayas a resfriarte. Para él la mayoría de los males entraban por la boca, de tal manera que cuanto más tiempo la tuviera cerrada, menos peligro correría.
Unos minutos después, en la “Ontureña”, iniciamos la primera etapa de nuestro viaje, que acabaría en Albacete.
En Albacete cogimos el tren, que nos llevó hasta la estación de Atocha, de Madrid.
Una vez en la capital, ya de noche, subimos a una camioneta que la llamaban “El Adeva” y que nos dejó en nuestro punto de destino: Getafe.
Nada más poner pie en tierra nuestros pasos se dirigieron a la calle Villaverde, a una pensión donde el señor Alejandro y la señora Elena, los dueños, nos estaban esperando.
Yo había elegido Madrid, para trabajar y vivir, porque, según me habían contado, era la ciudad donde más facilidades tendría para poder desarrollar mis aptitudes deportivas. Que a mí me parecían muchas.
El deporte que me apasionaba, y por el que abandoné el pueblo, era: el Atletismo…
Estoy seguro que a medida que os las vaya contando, y los recuerdos de los momentos felices que hemos pasado en el atletismo vuelvan a vuestros corazones, las personas que aludiré, y que han compartido conmigo el Club Atlético Getafe, no se quedarán quietas, participarán activamente en recordar y en volver a vivir juntos los momentos de felicidad que tuvimos.
De esta manera podremos volver a reunirnos, todos aquellos que durante tantos años hemos construido el Atletismo de Getafe.
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