Usain Bolt, en los Mundiales de Berlín
Foto: marca.com
Las universidades de Pensilvania y Burnaby revela tras un estudio científico que los 'hombres rápidos' tienen los dedos de los pies más largos y el tendón de Aquiles más corto que el resto de atletas.
VÍCTOR JORDÁN. Madrid
¿Un velocista nace o se hace? Esa es la pregunta que se han hecho en las universidades estadounidenses de Pensilvania y de Burnaby y para resolverla han llevado a cabo un estudio que ha arrojado algunos datos cuanto menos curiosos. Para ello han examinado a un buen número de sprinters y a atletas de otras disciplinas.
La dos grandes conclusiones que han sacado es que los velocistas poseen los dedos de los pies más largos que el resto de atletas. Concretamente la media de las falanges de los primeros es de 8,2 centímetros mientras que la del resto es de sólo 7,3. Además, el estudio revela que el tendón de Aquiles de los 'hombres rápidos' es un 25% más corto que el de otro cualquier deportista. Esto provocaría que los corredores de cortas distancias puedan contraer los músculos más tarde y originar más potencia con ello, así como alargar el tiempo de contacto mínimo con la superficie de la pista, lo que les permite avanzar más rápido.
La investigación, sin embargo, también admite que al margen de esas dos conclusiones hay otra serie de factores, como por ejemplo el mayor porcentaje de fibras rápidas en los músculos que el resto de atletas, que también influye en la consecución de un sprinter. Una teoría que comparte Antonio Sánchez, el responsable de velocidad de la Real Federación Española de Atletismo.
Para Sánchez los factores neuromusculares y las fibras rápidas son más determinantes para un velocista que cualquier otro elemento. A ello, por supuesto, hay que unir un gran porcentaje del trabajo diario y la capacidad de preparación del atleta. "Se trata de un estudio científico y estará bien fundamentado, pero hay que tomarlo con cautela", dice Sánchez. Una conclusión que también insinúa uno de los encargados del estudio como el doctor Lee de la Universidad de Pensilvania.
Sin ir más lejos, en las conclusiones de la investigación se deja entrever que el hecho de tener las falanges de los pies más largas y el tendón de Aquiles más corto también puede ser más consecuencia del entrenamiento tan específico de los velocistas. Algo que comparte el propio Antonio Sánchez. Quizás entonces la pregunta que hay que hacerse es ¿qué fue antes el huevo o la gallina?
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