Tampoco parecen haberlo hecho todos los demás implicados que han salido a la luz gracias a la llamada Operación Grial. Las cosas resultan peores de lo que se podía esperar tras la anterior iniciativa policial, la Operación Puerto, que reveló cómo un médico deportivo (y una larga lista de cómplices) tenía montado un complejo sistema de extracción, almacenamiento y reinfusión de sangre gracias al cual una serie de ciclistas terminaban beneficiándose de los efectos de la química.
Lo que la operación ha desvelado esta vez no conduce a un responsable final que asiste a unos tramposos, sino a un personaje que ha montado una suerte de supermercado donde cada cual, y siempre que vaya equipado con algo más de 500 euros, puede prepararse el menú a su manera. El médico Walter Virú, con la colaboración de su mujer y su hijo farmacéutico, han implicado a distintos deportistas para que menudearan con las sustancias prohibidas que ellos les facilitaban. Hay indicios que apuntan a que, en el afán de saltarse etapas, han acudido incluso principiantes.
Ahora la Guardia Civil puede actuar con mucha mayor eficacia, y ésa es la buena noticia de todo esto. Las nuevas tecnologías ayudan a pinchar los móviles de los delincuentes y sirve que haya una legislación que penaliza estas actividades (no la había cuando la Operación Puerto) y, sobre todo, cuenta la voluntad política que hay detrás: la de acabar con estas mafias.
Si España ha sido hasta ahora uno de los lugares donde actuaban con mayor impunidad muchos de estos médicos de pacotilla, dentro de poco será el sitio donde se descubran más delincuentes que envenenan el sueño de los deportistas que batallan por ser los primeros.
Fuente: el pais.com
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