Foto: ochocalles.blogspot.com
L. GARRIDO / C. ARRIBAS - Valencia / Madrid
Walter Virú suministraba fundamentalmente CERA a los ciclistas por las dificultades que entraña su detección en los controles antidopaje. Así consta en las actuaciones. El médico peruano, que desde Valencia supuestamente encabezaba una red de dopaje desarticulada esta semana por la Guardia Civil en la Operación Grial, facilitaba esencialmente esta EPO de tercera generación a los deportistas profesionales que pasaban controles regulares y por sorpresa. El rastro de la CERA es mucho más difícil de detectar y su permanencia en la sangre es menor en el tiempo, pese a lo cual, con el afinamiento de las técnicas de los laboratorios, varios deportistas, incluido el campeón olímpico de 1.500 metros, Rashid Ramzi, y ciclistas de alto nivel, dieron positivo en 2008.
El médico peruano mercadeaba sobre todo con CERA, la EPO de tercera generación
Las decenas de historias clínicas que la Guardia Civil encontró en la clínica de Virú prueban sus manejos con la CERA. El estudio minucioso de esos datos determinará finalmente las imputaciones a las que se enfrente. De momento, está en libertad, acusado de un delito contra la salud pública recogido en el artículo 361 bis del Código Penal, el artículo modificado con la entrada en vigor de la Ley Antidopaje, y obligado a comparecer semanalmente ante el juez. Los otros doce imputados que fueron puestos a disposición judicial en las distintas provincias en las que residían (Barcelona, Murcia y Valencia) también están en libertad con idéntica acusación. Las diligencias de la Operación Grial continúan secretas No se descartan más detenciones derivadas del análisis de la información incautada en los casi veinte registros practicados.
Los interrogatorios a los diferentes detenidos, las respuestas de los que han hablado, han permitido además a los investigadores trazar un primer mapa, un perfil de los clientes de la trama. Emerge así el continente enorme y apenas explorado, controlado, del cicloturismo, las grandes marchas y los grandes desafíos, como la Quebrantahuesos, que atraen anualmente a más de 11.000 participantes. En ellas no hay análisis antidopaje y si los hubiera, señalan conocedores de su ambiente, se viviría un terremoto. Los últimos ganadores de la marcha más épica habían dado positivo en su época de ciclistas competitivos. "Si alguien está dispuesto a pagar 10.000 euros por la bici más ligera, qué no pagará para correr un poco más deprisa y ganar a sus compañeros", dice un participante habitual en la prueba de los Pirineos, que recuerda también el dominio abrumador en este tipo de pruebas de un grupo de corredores levantinos, que arrasan por donde van.
Fuente: el pais.com
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