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KASPÁROV CONTRA KÁRPOV, EL DUELO DE LA NOSTALGIA Mantuvieron una de las mayores rivalidades en la historia del deporte. Y 25 años después de su primer duelo, Gary Kaspárov, de 46 años, y Anatoli Kárpov, de 58, disputan desde mañana una serie de partidas rápidas en el Palau de les Arts de Valencia
Anatoli Kárpov (Zlatust, Rusia, 1951), habitualmente hiperactivo y viajero, se concentró en secreto desde agosto con su entrenador, el moldavo Víktor Bologán, primero en un balneario ruso y después en Oropesa (Castellón), donde alternó el trabajo con los paseos por la orilla del mar.
"En mis tiempos dábamos más importancia a la belleza del ajedrez"
Pregunta. ¿Por qué acepta jugar este duelo?
Respuesta. Siempre es interesante enfrentarse a Kaspárov. Además, me gusta mucho Valencia.
P. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas...
R. Ya, pero éste es un ajedrez diferente. Vamos a jugar en la modalidad rápida, no tiene nada que ver con hace 25 años.
P. ¿Quién es el favorito?
R. Kaspárov es 12 años más joven que yo, y eso, a nuestra edad, es importante. Aunque él está retirado oficialmente desde 2005, sé que ha jugado por Internet, y también partidas amistosas, y que dedica muchas horas al análisis para sus libros. La duda es si se pondrá nervioso al jugar ante el público tras más de cuatro años sin hacerlo.
P. ¿Qué supone Kaspárov en su vida?
R. Fue mi adversario en la mayor rivalidad del deporte, que produjo una edad de oro del ajedrez, con enorme repercusión. Algo único e irrepetible. En cuanto a nuestras relaciones personales, ahora son mucho mejores que antes. Por eso intenté visitarle en la cárcel cuando le detuvieron.
P. Hace 25 años, en el primer duelo de Moscú, usted ganaba por 5-0 (se jugaba a seis victorias) y se empeñó en humillar a Kaspárov, sin arriesgar nada, para ganarle por 6-0. Pero le salió mal (el duelo fue cancelado sin vencedor con el marcador 5-3). ¿Se arrepiente?
R. Mi mayor error fue aceptar que ese duelo se jugase en la Unión Soviética, porque sólo allí los organizadores podían cambiar las normas a su antojo. El ministro de Deportes fue un idiota que no me respetó, a pesar de que yo era un ídolo nacional.
P. Uno de los capítulos más emocionantes de sus duelos fue el Mundial de Sevilla, en 1987.
R. Creo que jugué mejor que él en los dos últimos duelos, Sevilla 87 y Nueva York-Lyón 90, y debí ganar ambos. Pero empaté el primero y perdí el segundo porque cometí errores en posiciones ganadoras. En Sevilla, la edad fue un factor decisivo: perdí la última partida en posición de tablas porque estaba muy cansado.
P. ¿Llegó a sufrir pesadillas sobre Kaspárov?
R. No, siempre tuve un sistema nervioso muy sólido, pese a la enorme presión que aguanté.
P. ¿Qué tipo de vida le gusta más, la variada de hoy o la de entonces, basada en el ajedrez?
R. Es difícil elegir. Aquella fue una época intensa, todos los días eran apasionantes. Hoy disfruto mucho de ser muy útil para los demás, como embajador de Unicef para el Este de Europa, o ayudando a las víctimas del accidente nuclear de Chernóbil. Y tengo proyectos para introducir masivamente el ajedrez en los colegios.
P. ¿Cómo ve el ajedrez del siglo XXI?
R. Muy distinto, por la influencia de los ordenadores. Se han eliminado las partidas aplazadas tras cinco horas, el entrenamiento ha cambiado muchísimo, y el aspecto deportivo es más importante que el creativo. Hoy, si un jugador gana una partida que tenía perdida, está muy contento y rehúye la autocrítica. En mis tiempos dábamos más importancia a la belleza del juego. Por otro lado, el Campeonato del Mundo hoy es más bien caótico. Pero estoy convencido de que el ajedrez va a tener una creciente importancia como herramienta social.
Fuente: el pais.com
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