A LA SOMBRA DEL GRAN MUHAMMAD ALI. Gabriel Campillo posa con el cinturón de campeón que se trajo de Argentina.
Foto: felipe sevillano (as.com)
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Jesús Mínguez
Como un fogonazo, Gabriel Campillo ha iluminado el boxeo español. Casi al mismo tiempo que el último campeón del mundo, Javi Castillejo, colgaba los guantes, este madrileño de madre francesa y 30 años se ha ceñido el cinturón de campeón del mundo del semipesado de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Lo hizo el pasado sábado, ganando a los puntos al argentino Hugo Garay ante 5.000 gargantas en Sunchales (Santa Fé). Cambió su moneda en el momento justo.
"Un ruso, que era el aspirante oficial, no aceptó. Y entré yo, aunque tuve que subir de peso desde el supermedio -cuenta en AS embutido en la camiseta que intercambió con el ya ex campeón, signo de nobleza-. Era una gran oportunidad. Me subestimó. Garay pensaba en que serían dos tortas y se acabó. Pero a partir del quinto asalto marchó todo bien y los jueces fueron honestos". Al sindicato de lecheros de Sunchales, que había pagado los gastos del mundial para agasajar a su ídolo, se le cortó el dulce.
"Campi es técnico, zurdo, rápido y talentoso", le define Ricardo Sánchez Atocha, el preparador que le cogió hace tres años, le ha llevado a la cumbre y ahora tiene que cerrarle una defensa voluntaria. "Aquí va a estar imposible", advierte ya, porque en España no hay televisiones que programen boxeo. Habrá que buscar otros horizontes para ganar gloria y dinero. "No digo lo que cobré en Argentina porque es una ruina. Ahora, con la defensa del título, espero poder comprarme por fin una casa", avanza el Chico Guapo, que vive de alquiler en Vallecas y hace honor a su mote con un rostro sin marcas. Señal de que los rivales no le han tocado mucho en 20 combates de los que sólo ha perdido dos. Uno de ellos fue un robo en Alemania, frente a Karo Murat, con título europeo en juego. El otro, frente a Vyacheslav Uzelkov por KO en Kiev. Precisamente, el ucranio puede ser el aspirante oficial al título. Y, probablemente, habría que ir a Ucrania a poner el cinturón en juego.
De ese país no guarda un buen recuerdo. "En el aeropuerto nos quitaron el dinero (pagar en efectivo es habitual en el mundillo). No se podía salir del país con esa cantidad".
Campillo, que carga "con mucho gusto" con la etiqueta de sucesor de Castillejo, se llevó a Sunchales un dibujo de su hija Laura, de 8 años, que dice que le dio "mucha suerte". La otra, de un añito, aún no sabe que tiene un padre campeón del mundo. Que dure, para que pueda presumir.
Fuente: as.com
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