El psiquiatra seductor
El Nadir incorpora a su colección DePaso, un nuevo texto del autor húngaro Géza Csáth, su diario, editado bajo el título El diario de Géza Csáth. Józef Brenner, conocido bajo el seudónimo Géza Csáth, figura en las mejores antologías sobre literatura húngara, como uno de sus autores imprescindibles. Maestro del relato inquietante, ya conocemos sus Cuentos que acaban mal (El Nadir, 2007). Ahora nos ofrece la descripción descarnada de su proceso de goce, satisfacción y sufrimiento a partes iguales, aderezado todo ellos con distintas drogas a las que el autor se entregó, con la misma avidez que copulaba sin freno en el balneario donde ejercía como médico, estudiaba a sus pacientes y escribía importantes trabajos de psicoanálisis.
Experto crítico musical, dramaturgo que aún se sigue representando en los teatros europeos, escritor gracias a los ánimos que le brindaba su primo, el gran Dezso Kosztolányi, -quien a modo de epílogo, cierra este libro con un escrito sobre la enfermedad y muerte de su primo, publicado en la revista Occidente-, psiquiatra, guapo e inteligente, un verdadero “príncipe de las letras”, fue expulsado del ejército debido a su adicción a la morfina. Ninguna cura de desintoxicación fue eficaz, y el joven seductor, gran promesa de la literatura húngara, se suicidó a los 33 años después de asesinar a Olga, su mujer. Desde la ciudad de Szabadka, ocupada entonces por los serbios, un conocido envió a Deszo Kosztolány, información sobre el trágico final de su primo. Géza, fue asistido en un hospital tras un intento de suicidio, -se cortó las venas e ingirió tóxicos- y gracias a la atención de un enfermero serbio consiguió salvarse, pero lo internaron contra su voluntad en un psiquiátrico de la ciudad de Baja. Desde Baja, provisto de una buena dosis de morfina, se escapó queriendo llegar a Budapest, y cuando los soldados que lo capturaron y llevaban de vuelta al psiquiátrico se negaron a darle la muerte que él suplicaba, se tragó todo el tóxico y murió poco después.
El hombre que descubrió a los húngaros la música de Puccini, él mismo un pianista competente, y que según explica su primo, cada vez que algún cuento suyo se publicaba o una obra suya se representaba, se producía un acontecimiento que conmovía a la ciudad, dejó escrito un diario en el que sin concesiones morales de ningún tipo, escribe la novela de su vida, una pequeña obra de arte que nada tiene que ver con la moral o la ética. Se trata de una autobiografía insólita y condensada, que transmite a la perfección su experiencia, la búsqueda del placer ininterrumpido, sin atemorizarse antes los riesgos y peligros que el abismo conlleva. Su diario se inicia con la confesión de un vacío aterrador, camina por los senderos del sexo y las drogas y concluye con sus desesperados intentos de “curación” que lo alejaron de la realidad para sumirlo en la paranoia.
El Nadir. Valencia.
Fuente: http://liter-a-tulia.blogspot.com/
ENLACES:
Experto crítico musical, dramaturgo que aún se sigue representando en los teatros europeos, escritor gracias a los ánimos que le brindaba su primo, el gran Dezso Kosztolányi, -quien a modo de epílogo, cierra este libro con un escrito sobre la enfermedad y muerte de su primo, publicado en la revista Occidente-, psiquiatra, guapo e inteligente, un verdadero “príncipe de las letras”, fue expulsado del ejército debido a su adicción a la morfina. Ninguna cura de desintoxicación fue eficaz, y el joven seductor, gran promesa de la literatura húngara, se suicidó a los 33 años después de asesinar a Olga, su mujer. Desde la ciudad de Szabadka, ocupada entonces por los serbios, un conocido envió a Deszo Kosztolány, información sobre el trágico final de su primo. Géza, fue asistido en un hospital tras un intento de suicidio, -se cortó las venas e ingirió tóxicos- y gracias a la atención de un enfermero serbio consiguió salvarse, pero lo internaron contra su voluntad en un psiquiátrico de la ciudad de Baja. Desde Baja, provisto de una buena dosis de morfina, se escapó queriendo llegar a Budapest, y cuando los soldados que lo capturaron y llevaban de vuelta al psiquiátrico se negaron a darle la muerte que él suplicaba, se tragó todo el tóxico y murió poco después.
El hombre que descubrió a los húngaros la música de Puccini, él mismo un pianista competente, y que según explica su primo, cada vez que algún cuento suyo se publicaba o una obra suya se representaba, se producía un acontecimiento que conmovía a la ciudad, dejó escrito un diario en el que sin concesiones morales de ningún tipo, escribe la novela de su vida, una pequeña obra de arte que nada tiene que ver con la moral o la ética. Se trata de una autobiografía insólita y condensada, que transmite a la perfección su experiencia, la búsqueda del placer ininterrumpido, sin atemorizarse antes los riesgos y peligros que el abismo conlleva. Su diario se inicia con la confesión de un vacío aterrador, camina por los senderos del sexo y las drogas y concluye con sus desesperados intentos de “curación” que lo alejaron de la realidad para sumirlo en la paranoia.
El Nadir. Valencia.
Fuente: http://liter-a-tulia.blogspot.com/
ENLACES:
No hay comentarios:
Publicar un comentario