El libro no sabe, no contesta
Foto: LUIS F. SANZ
JESÚS RUIZ MANTILLA - Madrid
Mientras los autores de Alemania o Francia se levantan en armas contra el escaneo masivo de Google Books, los hispanos... no saben, no contestan. No se pronuncian ni suscriben manifiestos como los de Heidelberg, que repudia el acuerdo de autores y editores con el gigante informático tras un complicado proceso judicial. La mecha la ha encendido una sentencia en Estados Unidos. Condenaba la digitalización masiva de libros que emprendió el buscador para hacerlos accesibles en la Red. Google Books ha escaneado nada menos que siete millones de títulos, de los que cinco millones son considerados huérfanos: aquellos cuyos derechos no han prescrito, pero cuya paternidad nadie reclama.
Google: "Internet ya no es la jungla que hundió el negocio de la música"
"Es el acto de piratería más grande de la historia", dicen los agentes literarios
La justicia estadounidense ha condenado el escaneado masivo
Pierden los intermediarios: agentes, libreros y distribuidores
Títulos que no estaban en el mercado. Sacados de bibliotecas públicas de todo el mundo, entre las que estaban la de las universidades Complutense, de Salamanca, de Santiago de Compostela y la Jaume Fuster, en España. La justicia ha condenado a la empresa a pagar. Y ésta ha provisto un fondo de 136 millones de dólares (poco más de 100 millones de euros) para satisfacer las reclamaciones. Para ello han puesto también las bases de una sociedad de gestión a escala global que funcionaría con parte de ese fondo.
Una vez se han pronunciado los tribunales, empieza el negocio. ¿Cómo? Con una oferta algo rácana y un plus algo tentador. Se ha concedido un plazo para sondear a quienes han sido incluidos en el escaneo. La racanería asciende a 60 dólares por título -casi una propina- y un 63% de las ganancias que puedan venir después. Y eso último es lo tentador. Que alguien en cualquier lugar del mundo pueda comprar un libro y que el autor perciba ese porcentaje, cuando ahora sólo se lleva el 10% o el 12% si es una estrella, no es mal negocio. Para el editor titular de los derechos de la obra, tampoco.
¿Quién pierde? Libreros, distribuidores y agentes. Los intermediarios. Por eso, quien más se ha movilizado por ahora en España son los agentes. La Asociación de Agencias Literarias de España (ADAL) -que acoge a 22- ha enviado una circular en la que desa-conseja acogerse a la oferta. Pero las respuestas se hacen esperar. "Hay muy poca conciencia e información de momento", asegura Alicia González Sterling, portavoz de ADAL. Otros han aconsejado quedarse al margen. Es el caso de la agencia de Carmen Balcells. Lo explica Javier Martín, de dicha empresa: "Es una propuesta irrisoria y tampoco es cuestión de darles margen para que laven su imagen. Lo que va a pasar con los derechos está por ver".
Desde Google, Luis Collado, directivo de la empresa en España y encargado de explicar bien el acuerdo, pide calma y visión. "Muchos se van a quedar en el camino si no se adaptan". Collado pide que el mundo editorial se mire en el espejo de las discográficas y el cine. "Deberían aprender de lo que ha ocurrido con esos sectores. Internet ya no es la jungla que hundió esos negocios, ha cambiado. Ahora se abren muchas oportunidades de negocio".
Su empresa apostará por la conexión online. "Google Books ofrecerá los archivos en Internet y el usuario podrá bajárselos y leerlos o utilizarlos como le convenga, en su móvil, en su ordenador, en su libro electrónico". Eso no quiere decir que vayan a desaparecer los formatos tradicionales. El papel sobrevivirá, coinciden casi todos.
Magdalena Vinent es directora general del Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO). Al frente de la SGAE de los libros ha dado un paso adelante. La entidad se ha erigido en intermediaria entre Google y los autores a los que representan. "Cuesta movilizar a los autores y que den su respuesta", admite Vinent.
De sus 15.000 asociados, tan sólo la mitad ha dado su consentimiento. Los editores han respondido mejor. "Unos 600 nos han autorizado a que negociemos con Google en su nombre. Están los más grandes, entre ellos representan el 80% del mercado". La posición de CEDRO es abierta y nada condenatoria a la acción de Google. "Lo positivo es que tras la sentencia exista una posibilidad de acuerdo", comenta Vinent.
Si la multinacional se sienta en la mesa con CEDRO, la negociación no entra en los cálculos de los agentes. "Nuestro consejo frente a la opción es excluirse. Primero, para tener libre disposición de los derechos electrónicos de cada obra y cederlos a quien convenga. Segundo, para no avalar el acto de piratería editorial más grande de la historia", afirman en su comunicado.
¿Y los autores? Difícil respuesta. De los que han sido requeridos para este reportaje, pocos contaban con una opinión formada. Santiago Roncagliolo, gran adepto a la Red, tiene sus respuestas: "En el debate se confunden dos cosas. Una es que Google usurpe los derechos de explotación comercial de las obras. Eso es ilegal. La otra es que las obras literarias se ofrezcan al público en el soporte digital. Eso es inevitable", asegura el autor de Memorias de una dama. "En realidad, para los autores, el mejor usurpador posible es Google, porque lo podemos demandar. El servidor ha ofrecido una indemnización porque puede medir el daño y sabe que perdería un juicio. El mayor riesgo es que surjan distribuidores incontrolables, como surgieron hace una década en la música", cree Roncagliolo. "Internet está llena de posibilidades para la difusión e incluso para el comercio cultural, pero sólo si nos anticipamos a ella en vez de aterrorizarnos".
Otro de los grandes problemas que deja al descubierto este conflicto es el del monopolio. Javier Celaya, experto en edición digital, alerta: "Con el nuevo panorama, Google está en disposición de crear un auténtico monopolio en la Red y eso es una barrera para el mercado". Un escenario en el que la empresa determina el precio de las descargas sin contar, entre otros, con quienes han colaborado en el proyecto: las bibliotecas. Ese frente amenaza ya con dar su guerra. Pero eso será otro capítulo. El de una novela que acaba de comenzar y cuyo final está abierto.
Los números cantan
- 45: los euros de la indemnización mínima acordada en Estados Unidos por cada obra digitalizada sin permiso.
- 100: los millones de euros provistos por Google como fondo para satisfacer las reclamaciones de derechos.
- 200: las editoriales españolas que en 2007 publicaron obras en formatos distintos al papel. En total, el 10,5% de la facturación anual, que ronda las 3.000 millones de euros. La Federación de Gremios de Editores de España cuenta con 900 asociados.
- 600: los editores que han autorizado a CEDRO a negociar con Google en su nombre. Suponen el 80 % del mercado. De sus 15.000 autores asociados, sólo lo han hecho la mitad.
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