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A. I. - Madrid
La única mujer entre los 13 miembros del COI encargados de evaluar a las ciudades candidatas es también su presidenta. A la marroquí Nawal El Moutawakel no le debe resultar extraño ser una de esas pocas mujeres con mando en el mundo del deporte. No en vano fue la primera deportista de un país musulmán, con todo lo que ello implica, en ganar un oro olímpico, la primera atleta de Marruecos que ganaba en unos Juegos, poco antes de que la emulara el gran Saíd Aouita. Allá por 1984, en Los Ángeles, la pequeña corredora se impuso al resto de favoritas en los 400 vallas, y su camiseta verde, su pantalón rojo, sus lágrimas y aspavientos y su vuelta al estadio con la bandera del país africano se quedaron grabadas en la memoria del deporte. Sobre todo del deporte femenino y de esos países en los que aún hoy está mal visto que las mujeres corran, naden o le den patadas a un balón.
El Moutawakel tenía entonces 22 años, estudiaba en la Universidad de Iowa, donde coincidió con la española Teresa Rioné Llano, con la que mantiene hoy en día su amistad, y decía que corría por su padre, el mismo que la animó a ser la más rápida y que había fallecido en un accidente de tráfico meses antes.
Breve carrera
Su carrera como atleta fue casi tan breve como esos 400 metros. Retirada en 1987, se dedicó a promocionar el deporte femenino, primero en su país, luego en la Federación Internacional de Atletismo y desde 1998 en el corazón del COI. Desde hace dos años compatibiliza su cargo al frente de la comisión de evaluación de las ciudades candidatas a organizar unos Juegos con el de ministra de Deportes de su país. Eso no ha impedido que siga diciendo lo que piensa: "En atletismo las mujeres han demostrado que con determinación, perseverancia y coraje pueden batir récords que antes sólo lograban los hombres. En los despachos, también quieren las mismas responsabilidades", decía en una entrevista reciente.
Así que ya casi no queda nada de esa atleta que impresionó al mundo a mediados de los ochenta. Salvo su apariencia frágil y su querencia por la ropa deportiva. El Moutawakel no se separó de su gorra y su chaleco durante la visita a todas las sedes de Madrid 2016 el pasado miércoles. Ayer cambió ese atuendo deportivo, más informal, por el riguroso negro y un gran collar de perlas a juego con los pendientes para desear suerte a Madrid. De la capital se lleva una buena impresión y algunos recuerdos, como "el encuentro con los Reyes, la visita al Bernabéu, la Caja Mágica, conocer a Nadal y Raúl y ver a Samaranch"...
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