Carlos R. Galindo
Siente pasión por la Premier inglesa y por la Liga española de fútbol; de ahí la analogía que se marcó ante una nutrida audiencia: “En los Juegos de Pekín tuve la impresión de ser el David Beckham del atletismo”. Fenómeno mundial, Usain Bolt ha alcanzado el status de una estrella de rock. A ello contribuye su juventud, la frescura que le acompaña, su simpatía... Es un verdadero showman de 22 años que acumula contratos comerciales, compromisos publicitarios... Los patrocinadores se dan de bofetadas por contratarle y le llueven las ofertas. Su estilizada figura de 1,96 metros de envergadura se ha convertido en el mejor reclamo del atletismo. En Pekín ganó las medallas de oro en 100, 200 y 4x100 metros, en los tres casos, con récords del mundo incluidos. En apenas un par de meses ha ingresado en su cuenta bancaría 1,5 millones de dólares y uno de sus sponsors ha satisfecho uno de sus caprichos: le ha regalado un flamante vehículo de la firma alemana BMW M3, además de una escultura de bronce de 10 metros de altura, para mayor gloria suya.
‘Lightning’ (Relámpago) Bolt reconoce que su vida ha cambiado: “ahora se me conoce en todo el mundo. El problema es que apenas puedo salir a la calle en mi país. Es lo malo de la popularidad...”, explica. Tras triunfar en Pekín, su regreso a Jamaica ha llegado a ser comparado por algunos observadores a la llegada de Mandela a Sudáfrica en 1990: “Fue increíble; todo el mundo quería tocarme, llevarse un trozo de mí. Recuerdo que había cientos de miles de personas soportando un aguacero tremendo”. Fue entonces cuando comprendió el alcance de su gesta: “Tuve la impresión de ser el David Beckham del atletismo”. Algunos jamaicanos le critican su vida alegre. El velocista lo niega con la cabeza: “Soy como soy y no pienso cambiar. Me encanta bailar y escuchar música, pero conozco mis limites. Sé hasta donde puedo llegar”. Se empieza a sentir un hombre rico: “aunque admito que el dinero no es lo más importante de mi vida” y niega las acusaciones del presidente del CIO, Jacques Rogge, que criticó su forma de exteriorizar la alegría en la pista: “No falté el respeto a mis rivales; es algo que me han comentado ellos personalmente. No se sintieron ofendidos. Para mí, el deporte es divertimento. Cuando gané, quise compartir mi felicidad con los aficionados. El show forma parte del deporte”. Reniega de quienes le acusan de dopaje: “estoy limpio. He pasado todos los controles antidopaje pertinentes y ahí están mis muestras de sangre y de orina...”.
Piensa que su récord del mundo de los 100 metros puede ser mejorado: “Mi entrenador me ha dicho que puedo dejarlo en 9.52. Más complicado será rebajar el del 200 metros”, asegura para concluir: “mi gran objetivo para el 2009 serán los Mundiales de Berlín. En Alemania me volveré a enfrentar a mi compatriota Asafa Powell y al estadounidense Tyson Gay. No me puedo relajar... Será difícil ganarles pero esa es, precisamente, mi motivación”.
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