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MADRID, (EUROPA PRESS)
El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, que recibió hoy en Madrid la Medalla de Honor 2008 que le ha concedido la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en reconocimiento a la protección de los restos arqueológicos de la Vega Baja de la ciudad de Toledo, invitó a conciliar el patrimonio histórico con el desarrollo, a "construir sin destruir".
"Toledo crece y debe hacerlo respetando su mayor tesoro, que es su propio pasado", dijo Barreda al tiempo que aseguró que la capital castellano-manchega puede ser una ciudad museo, "no sólo una ciudad con museos", pero nunca un mausoleo. En este contexto, aseguró que a la sociedad actual "nos toca excavar para recuperar, investigar para saber, superando prejuicios que despreciaron esta época hasta ignorarla como si no hubiera existido".
Del mismo modo explicó que los poderes públicos deben acatar y hacer cumplir el artículo 46 de la Constitución Española, que les obliga a garantizar la conservación y promover el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran.
No obstante, para el presidente de Castilla-La Mancha el mantenimiento del patrimonio no puede basarse en el atraso y en la falta de desarrollo, que por otra parte también pasa la factura de la ruina y el abandono. Así, según indicó, la capitalidad de Castilla-La Mancha ha supuesto para Toledo un verdadero renacimiento porque ha conllevado la mejora de las comunicaciones, el incremento de la población, la rehabilitación de muchos edificios para sedes institucionales y esfuerzos para revitalizar el casco.
Barreda hizo una clara apuesta por un crecimiento ordenado y vigilado y aseguró que Toledo es una ciudad viva, que palpita, aunque tenga el corazón muy antiguo. "Por fortuna llegamos a tiempo de salvar la Vega Baja de los ladrillos y estamos recuperando para la ciudad, para los ciudadanos de hoy y de mañana, un espacio de ruinas desde el que se podrá seguir viendo el perfil dibujado en el aire de la ciudad amurallada que forma con ella un paisaje único", apuntó.
En este punto, manifestó que Toledo y su entorno configuran un paisaje complejo, resultado de transformaciones, agregaciones y superposiciones de muy diferentes épocas. "En Toledo el paisaje es cultural" dijo Barreda que aseguró que es una de las ciudades más pintada y dibujada: desde las composiciones irreales de El Greco hasta los cuadros de Benjamín Palencia o Rafael Canogar. "Todo está en lienzos, en poemas, en novelas y en el cine".
Y así será por tiempo inmemorial porque "sobre el futuro de la Vega Baja hemos salido de dudas: estamos decididos a cuidarlo y protegerlo", garantizó el jefe del Ejecutivo autonómico, a la vez que se mostró convencido de que en un futuro no muy lejano se podrá pasear entre las ruinas visigodas de la Vega Baja como por un jardín de piedras y ningún edificio impedirá desde allí la vista de la ciudad amurallada.
En este punto, indicó que la Vega Baja ocupa un espacio de 40 hectáreas que podrá albergar, junto al parque arqueológico, instalaciones culturales como un Centro de Interpretación e Investigación sobre la época visigoda y un Museo de la ciudad y el mundo tardorromano. Para Barreda, la dimensión y la importancia cultural de esta actuación hacen de esta intervención una de las más ambiciosas de toda Europa para integrar un gran espacio arqueológico en el conjunto de una trama urbana.
A este respecto explicó que para la gestión de este proyecto se ha constituido entre el Ayuntamiento de Toledo y el Gobierno de Castilla-La Mancha la empresa 'Toletum Visigodo'.
Tras pedir la colaboración del Gobierno de España con este proyecto, indicó que se trata de compatibilizar la recuperación arqueológica con la dimensión pedagógica que permita disponer de un recurso que genera riqueza material e intelectual. "Estamos trabajando para sacar a la luz un gran tesoro visigodo que nos ayudará a conocer mejor nuestro pasado que es tanto como comprender mejor nuestro presente", afirmó.
En su alocución, el presidente de Castilla-La Mancha agradeció la concesión de la medalla a Gregorio Marañón, a los académicos Antonio Bonet, Rafael Canogar, José María Luzón y Alfredo Pérez de Armiñán. "No imagino mejores padrinos", aseguró al tiempo que reconoció a todos los que le ayudaron a dar un giro de 180 grados a una situación que parecía haber condenado de forma irreparable a la lapidación de los restos arqueológicos y a la densificación con bloques de viviendas, de un espacio que debía quedar libre para uso de los ciudadanos y disfrute del patrimonio.
UNA TRAYECTORIA BRILLANTE
El encargado de la Laudatio fue Gregorio Marañón, que calificó de brillante la trayectoria de José María Barreda, y aseguró "ha dejado siempre huella de la grandeza de su concepción de la política y de la eficacia legitimadora de sus buen hacer".
"Quienes le conocemos podemos testimoniar que se trata de un hombre que cree firmemente en lo que hace, en esa Política que se debe sobre todo a los intereses de los ciudadanos a los que se gobierna", manifestó Marañón al tiempo que aseguró que el presidente Barreda es "en su mejor acepción, un político ilustrado, que ejerce sus altas funciones desde una auténtica cercanía a sus conciudadanos y con una sencillez y simpatía castellana grandes".
En opinión de Gregorio Marañón, cuando José María Barreda anunció su decisión de salvar la Vega Baja, tras un encuentro con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Palacio de la Moncloa el 26 de julio de 2006, actuó convencido de que debía hacerlo.
HUELLA DE LA MODERNA NACIÓN ESPAÑOLA
En este sentido Marañón se mostró convencido de que la huella que se descubrirá de la capital visigoda permitirá investigar ese periodo esencial que existe en nuestra historia entre Roma y el Islam y del que arranca un proceso de ocho siglos que configurará la moderna nación española. "El yacimiento de la Vega Baja va a constituir una apasionante aventura de conocimiento para comprender mejor el fundamento de nuestra identidad histórica", aseveró.
Gregorio Marañón concluyó su laudatio asegurando que José María Barreda ha dado un ejemplo de que el verdadero progreso pasa por respetar el Patrimonio y de que la política para ser digna de nuestra contemporaneidad, precisa comprometerse con la preservación de nuestro entorno cultural, histórico y natural.
"El político culto y sensible al que hoy homenajeamos, ha logrado admirablemente, con su actuación en la Vega Baja, el respeto de todos, la aquiescencia de los ciudadanos de Toledo que aplauden su decisión y la Medalla de Honor de nuestra Academia", concluyó Marañón convencido de que el acierto de esta concesión también honra a la Academia.
El ministro de Cultura, César Antonio Molina, y la ministra de Defensa, Carme Chacón arroparon al presidente de Castilla-La Mancha en la imposición de la Medalla de Honor. Además, asistieron entre otros, la secretaria de Estado de Instituciones Penitenciarias Mercedes Gallizo; Vicente Carranza; Emilio Cassinello del Centro Internacional de Toledo para la Paz; Martín de Vidales; Natalia Figueroa; Antonio Pérez de la Fundación Antonio Pérez; Concha Velasco; José Sánchez Mota; Inés Paris; Esperanza Elipe; Nicolás del Hierro o Miguel Cano Romero.
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