Fernando Alonso, radiante, en el podio de Fuji. ap photo / luca bruno
Fernando Alonso
Fuji (Japón) / Oviedo, Agencias
Subido al morro del monoplaza, en el parque cerrado, Fernando Alonso se dio tres golpes en el pecho con la mano derecha, mientras alzaba al aire el otro puño. El gesto lo hizo célebre en los Juegos de Pekín Usain Bolt, rotundo ganador de los 100 metros lisos. Ayer lo copió el bicampeón, de vuelta a la gloria. Igual que hizo en Singapur, cuando ganó por primera vez este año. Sólo Hamilton y Massa se han llevado dos carreras consecutivas esta temporada. Alonso se unió al grupo y consiguió de paso su primera victoria en el país nipón. Luego, los saludos de rigor, felicitaciones llovidas del cielo. En medio de la euforia, David Greenwood, su ingeniero de pista, el «Pepito Grillo» que le habla al oído durante la carrera, le esperaba junto a la báscula. Leve abrazo, como el que Alonso le propinó a Kubica, su compañero de timbas de póquer, primero y segundo en el monte sagrado de Fuji. Y, más tarde, una comparecencia tras otra, explicando unos porqués que nadie entiende, quizá ni siquiera él cuando a mitad de la temporada casi tiraba la toalla, desesperado por la incapacidad técnica de su equipo.
«Estoy en una nube por estas dos victorias en quince días, con un coche que, en un momento del año, incluso yo mismo había dado por perdido. Todo el equipo ha hecho un gran trabajo y ahora hay que aprovecharlo, disfrutarlo y ser feliz». Alonso reconoce que esta victoria le deja «mejor sabor de boca» que la de Singapur, porque allí el factor suerte tuvo una influencia capital. Ahora, tras vencer en Japón con autoridad, nadie se atreve a ponerle límites para China. «Es difícil que el coche vaya mejor porque aquí ha estado muy bien, pero, si de verdad podemos estar otra vez entre los cuatro o cinco primeros el sábado, el podio estará al alcance», dice.
No quiso especificar qué ha cambiado en el coche para experimentar una mejoría que le coloca con la mayor suma de puntos en el parcial de las últimas seis carreras. «Algunas cosas, pero eso nos lo guardamos para nosotros, aunque es verdad que estas victorias son más de lo que esperábamos. Eso sí, en Hungría ya acabamos cuartos y Piquet, sexto. Llevábamos varias carreras con un buen estado de forma y ahora lo hemos confirmado con los resultados, que es lo que mejor sabe», reflexionaba el piloto minutos después de terminar la carrera.
El rifirrafe entre Hamilton y los Ferrari en la salida benefició a Kubica y a Alonso, que se jugaron la victoria en un brillante mano a mano. «En la primera curva fueron todos muy agresivos, los vi algo nerviosos y quisieron frenar demasiado tarde». La ansiedad de los que pelean por el campeonato dejó al ovetense pendiente de lo que le pudiera incordiar el BMW del polaco, con Raikkonen, en tercer lugar, al acecho de los dos pilotos de cabeza. «Mientras el finlandés no adelantara a Kubica, estaba tranquilo porque sabía que podía con el BMW. El Ferrari era más rápido que nosotros, pero si le hacían tapón no podía recortar distancia», aclaró. Así que Alonso confirmó por radio cómo iban las cosas. «¿Quién es nuestro principal rival?», preguntó. Y le dijeron que, efectivamente, era Kubica. «La mejor señal era que teníamos que jugarnos la victoria con él», dijo Alonso.
Fernando Alonso fraguó su victoria tras su primera parada para repostar. «En la primera parte de la carrera también iba rápido, pero me intenté acercar a Robert (Kubica) en las tres primeras vueltas y destrocé prácticamente los neumáticos. Sabía que iba a parar antes que yo y que iba a tener mi pequeña oportunidad. Y luego cuando en la primera parada conseguí adelantarle, con la pista libre, pude coger mi ritmo y distanciarme poco a poco», añadió.
Hubo un momento para el morbo en las últimas vueltas cuando, con la victoria ya en sus manos, aminoró el ritmo y vio a Hamilton por el retrovisor, que apretaba para desdoblarse. Alonso no dudó ni por un momento. «Quería dar las tres vueltas que faltaban muy despacio, sin meterme en líos y era mejor dejarle pasar para no correr ningún riesgo».
Por último, tras comentarle que en Brasil no confían en que Raikkonen vaya a ayudar a Massa, pero los aficionados creen que sí lo hará, Fernando Alonso, que ahora tiene un coche competitivo, dijo: «Sí, sin duda, si puedo ayudar, ayudaré a Massa».
Para las dos citas que restan, China (el próximo fin de semana) y Brasil, Alonso se propone ahora tocar de nuevo los puestos de podio, sin importarle el resultado en el Campeonato de pilotos. «No cambia nada ser quinto, sexto o séptimo. Prefiero ser noveno al final pero hacer un podio más», valoró.
Fuente: lne.e
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Subido al morro del monoplaza, en el parque cerrado, Fernando Alonso se dio tres golpes en el pecho con la mano derecha, mientras alzaba al aire el otro puño. El gesto lo hizo célebre en los Juegos de Pekín Usain Bolt, rotundo ganador de los 100 metros lisos. Ayer lo copió el bicampeón, de vuelta a la gloria. Igual que hizo en Singapur, cuando ganó por primera vez este año. Sólo Hamilton y Massa se han llevado dos carreras consecutivas esta temporada. Alonso se unió al grupo y consiguió de paso su primera victoria en el país nipón. Luego, los saludos de rigor, felicitaciones llovidas del cielo. En medio de la euforia, David Greenwood, su ingeniero de pista, el «Pepito Grillo» que le habla al oído durante la carrera, le esperaba junto a la báscula. Leve abrazo, como el que Alonso le propinó a Kubica, su compañero de timbas de póquer, primero y segundo en el monte sagrado de Fuji. Y, más tarde, una comparecencia tras otra, explicando unos porqués que nadie entiende, quizá ni siquiera él cuando a mitad de la temporada casi tiraba la toalla, desesperado por la incapacidad técnica de su equipo.
«Estoy en una nube por estas dos victorias en quince días, con un coche que, en un momento del año, incluso yo mismo había dado por perdido. Todo el equipo ha hecho un gran trabajo y ahora hay que aprovecharlo, disfrutarlo y ser feliz». Alonso reconoce que esta victoria le deja «mejor sabor de boca» que la de Singapur, porque allí el factor suerte tuvo una influencia capital. Ahora, tras vencer en Japón con autoridad, nadie se atreve a ponerle límites para China. «Es difícil que el coche vaya mejor porque aquí ha estado muy bien, pero, si de verdad podemos estar otra vez entre los cuatro o cinco primeros el sábado, el podio estará al alcance», dice.
No quiso especificar qué ha cambiado en el coche para experimentar una mejoría que le coloca con la mayor suma de puntos en el parcial de las últimas seis carreras. «Algunas cosas, pero eso nos lo guardamos para nosotros, aunque es verdad que estas victorias son más de lo que esperábamos. Eso sí, en Hungría ya acabamos cuartos y Piquet, sexto. Llevábamos varias carreras con un buen estado de forma y ahora lo hemos confirmado con los resultados, que es lo que mejor sabe», reflexionaba el piloto minutos después de terminar la carrera.
El rifirrafe entre Hamilton y los Ferrari en la salida benefició a Kubica y a Alonso, que se jugaron la victoria en un brillante mano a mano. «En la primera curva fueron todos muy agresivos, los vi algo nerviosos y quisieron frenar demasiado tarde». La ansiedad de los que pelean por el campeonato dejó al ovetense pendiente de lo que le pudiera incordiar el BMW del polaco, con Raikkonen, en tercer lugar, al acecho de los dos pilotos de cabeza. «Mientras el finlandés no adelantara a Kubica, estaba tranquilo porque sabía que podía con el BMW. El Ferrari era más rápido que nosotros, pero si le hacían tapón no podía recortar distancia», aclaró. Así que Alonso confirmó por radio cómo iban las cosas. «¿Quién es nuestro principal rival?», preguntó. Y le dijeron que, efectivamente, era Kubica. «La mejor señal era que teníamos que jugarnos la victoria con él», dijo Alonso.
Fernando Alonso fraguó su victoria tras su primera parada para repostar. «En la primera parte de la carrera también iba rápido, pero me intenté acercar a Robert (Kubica) en las tres primeras vueltas y destrocé prácticamente los neumáticos. Sabía que iba a parar antes que yo y que iba a tener mi pequeña oportunidad. Y luego cuando en la primera parada conseguí adelantarle, con la pista libre, pude coger mi ritmo y distanciarme poco a poco», añadió.
Hubo un momento para el morbo en las últimas vueltas cuando, con la victoria ya en sus manos, aminoró el ritmo y vio a Hamilton por el retrovisor, que apretaba para desdoblarse. Alonso no dudó ni por un momento. «Quería dar las tres vueltas que faltaban muy despacio, sin meterme en líos y era mejor dejarle pasar para no correr ningún riesgo».
Por último, tras comentarle que en Brasil no confían en que Raikkonen vaya a ayudar a Massa, pero los aficionados creen que sí lo hará, Fernando Alonso, que ahora tiene un coche competitivo, dijo: «Sí, sin duda, si puedo ayudar, ayudaré a Massa».
Para las dos citas que restan, China (el próximo fin de semana) y Brasil, Alonso se propone ahora tocar de nuevo los puestos de podio, sin importarle el resultado en el Campeonato de pilotos. «No cambia nada ser quinto, sexto o séptimo. Prefiero ser noveno al final pero hacer un podio más», valoró.
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