El asturiano celebra su segunda victoria de la temporada en Japón- REUTERS
Fernando Alonso
El piloto asturiano firma su segunda victoria de la temporada en una carrera catastrófica para Hamilton y Massa, que sólo recorta un punto al líder.
No hizo falta la suerte. Tampoco el coche de seguridad. Si la victoria en Singapur era no menos que impensable, en Japón era algo más que imposible. Pero Fernando Alonso construyó su propio milagro con una gesta impecable e imprevista, recompensa de sobra para un fin de semana falto de sorpresas. Fuji, el circuito que el año pasado dejó 'tocado' el sueño de un tercer entorchado, coronó al asturiano y castigó la codicia y los nervios de Lewis Hamilton y Felipe Massa, que posponen su lucha para los dos últimos grandes premios de la temporada. Penalizados por los comisarios, los dos aspirantes al título aseguraron la lucha hasta Brasil con la sombra tangible de Robert Kubica y el recuerdo de la catástrofe del año pasado. Aunque sin Alonso, el Mundial sigue aún más vivo que nunca.
"El equipo ha hecho un trabajo increíble para reparar los errores que teníamos, y ahora es tiempo de aprovecharlos. Estoy en una nube", declaró Alonso, exultante tras la carrera. No era para menos. Renault ha demostrado que puede competir de tú a tú y ganar a los grandes, y Alonso que, pese al infortunio, mantiene intacta su destreza al volante. Aunque infructífera, la carrera de Fernando le servirá para confiar en su equipo un año más, ahora que las principales opciones de cambio le han cerrado las puertas.
La carrera vivió una revolución desde el minuto uno, y no sólo por la salida, que dio un vuelco a toda la 'pole' de ayer. Las estrategias de equipos primaron sobre las individuales. Kimi Raikkonen, sin opciones de revalidar su título, colocó su Ferrari en primera posición para bloquear a Lewis Hamilton y lanzar a su compañero a un liderato crucial para mantenerse vivo en la tabla, pero no era el único que hacía trabajo de equipo. Su compatriota Heikki Kovalainen (McLaren) se colocó en la estela de Hamilton y le imitó al pasarse de frenada al final de la interminable recta de Fuji, taponando el recorrido de Raikkonen, que por poco no colisionó con un Felipe Massa ansioso de morder posiciones en la arrancada. Los dos McLaren acabaron con un paseo por la hierba; los dos Ferrari, envueltos en la vorágine clásica de las salidas.
Robert Kubica y Fernando Alonso capearon con maestría el temporal de la salida y asumieron el rol de líderes colocándose primero y segundo, aunque la atención siguió centrada en la lucha por el Mundial y las sanciones de los comisarios. Si el primer kilómetro cambió el curso natural de la carrera, una vuelta después Hamilton y Massa arruinaron sus aspiraciones de ampliar la ventaja o reducir diferencias el uno con el otro. En la entrada a la curva Dunlop, Lewis Hamilton inició su ataque a Felipe Massa, visiblemente más lento que el McLaren del británico, le superó en velocidad, le impartió una lección particular de virajes cortos y le maldijo a la salida, cuando el Ferrari colisionó levemente con su MP4-23, sacándole de la trazada.
La maniobra olía a penalización de los comisarios, pero la carrera siguió su curso para Felipe Massa. Hamilton, 'tocado' física y anímicamente, debía pasar por boxes, reconfigurar su estrategia y recalcular sus opciones a largo plazo. Entonces la organización de la carrera entró en juego. Un drive-trough para Hamilton y Massa, una eternidad de 24 segundos que les relegó a las últimas posiciones, muy lejos de unos puntos demasiado importantes para cerrar un Mundial que volvía a abrirse antes de su paso por Brasil. No hace falta una carrera completa para cambiar el resultado final. El Mundial puede cambiar en una sola vuelta.
La presión aumentaba dentro de los garajes. Todo lo contrario que en BMW y Renault. Robert Kubica comandaba la fila con el aliento de Fernando Alonso en la nuca. El español corroboró el despegue tardío de la marca francesa manteniendo el ritmo y las distancias con el bólido del polaco hasta la primera parada en boxes. Fuji no fue una amenaza, tal y como se preveía, para el R28, y una vez más, la clave residía en la primera parada. El Renault aguantó en pista pese a tener el depósito más cargado y arañó décimas antes de su primer repostaje, del que salió beneficiado. Fernando Alonso era líder por primera vez desde su victoria en Singapur. Pero el trabajo no había terminado.
Trabajo de hormiga
A su regreso a pista, Fernando Alonso recibió una información inquietante. Su principal rival en pista iba más descargado que él. Kubica entró tres vueltas más tarde que él (Fernando lo hizo a falta de 24 vueltas; Kubica a 21 para el final) en la segunda pasada por el pit-lane, amenazando con arrebatarle la primera posición al asturiano. No sé amedrentó el bicampeón. Décima a décima, como un reloj, amplió la renta con el BMW y aseguró su liderato para el resto de carrera. Briatore respiraba con una leve sonrisa en el paddock.
Después de cuatro carreras sin puntuar, la única baza en pista de Ferrari salvó la cara de su equipo. Resuelto el destino de Felipe Massa y Lewis Hamilton, la amenaza tomó forma de coche blanco. El segundo puesto de Robert Kubica, tercero en la clasificación de Pilotos, ponía en peligro el subcampeonato del suramericano, y cuantos menos puntos sumara antes del Gran Premio de China, más crecían las opciones de la Scudería. Raikkonen se lanzó a por el polaco. Exprimió su monoplaza y lo intentó usando su paso por la calle de 'boxes' en una lucha que sólo beneficiaba a Fernando Alonso, pero no era suficiente.
No cesó el acoso del finlandés. Lo intentó hasta tres veces en la primera curva y no pudo, pero los neumáticos blandos del polaco claudicaron a ocho vueltas para el final. El ritmo de Ferrari era demoledor y el empuje de Iceman, más fuerte. Aguantó lo que pudo el centroeuropeo, mermado por el training, y acabó con un tercer puesto que le deja segundo en la tabla, a seis puntos de Felipe Massa y a doce de Lewis Hamilton. La pesadilla del año pasado vuelve a cernirse sobre el británico en la segunda victoria de Fernando Alonso. Sólo China y Brasil decidirán si está preparado para entrar en la historia.
Fuente: el pais.com
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