No nos confundamos. Sarah Palin no representa a ningún tipo de feminismo, ni siquiera de postfeminismo como algunas voces pretenden hacer ver. Representa más bien al pre-feminismo. Pero eso no es lo preocupante. Lo preocupante no es que la candidata canadiense a la vicepresidencia de Estados Unidos responda al prototipo de mujer que cree que luchar por sus derechos consiste en castrar simbólicamente a los varones blandiendo "armas de mujer", armas importadas de los pueblos de la sierra más cercana hasta ese obsoleto ring que es la guerra de sexos. ¿Es preocupante que los chistes sexistas salgan del pueblo para instalarse en el prime time de la CNN? Más bien es triste.
Lo verdaderamente preocupante es que las mentes grises que analizan el fenómeno Palin pretendan situarnos en un temible escenario en el que las mujeres ya no batallan tomando el modelo de los hombres, sino que han llegado a la política para dominar, para cargárselos a todos a golpe de pintalabios. Vaya por Dios. Lo llaman la era de las mujeres postfeministas: señoras que juegan con su feminidad para ridiculizar y reducir a la impotencia a sus adversarios varones, que, pobres, no están nada preparados para responder a la castración psicológica. "Por el momento, una mujer que pone sobre la mesa la carta "castración" es imbatible", asegura el reputado psicoanalista Jacques-Alain Miller, yerno de Lacan y heredero del liderazgo de su escuela. ¿Imbatible? ¿Por parte de qué tipo de varones es imbatible la carta de la castración?
Miller aseguraba en un reciente artículo publicado en "Le Point" que la diferencia clave entre las mujeres que han subido ahora a lo alto en política y las que lo hicieron antes es su "feminidad desacomplejada". "Las primeras imitan al hombre, respetan el falo y hacen como si lo tuvieran. Las nuevas saben que sólo es un "semblante" y no lo toman en serio". Y de Palin aventura que maneja el sarcarmo femenino de una manera natural y que castra a sus adversarios machos con alegría manifiesta.
"No tiene miedo a nada, se llena de niños al mismo tiempo que maneja un fusil, un pitbull con pintalabios". En resumidas cuentas, una nueva raza de mujeres políticas se eleva en potencia, advierte Miller. Es decir, mucho ojo, señores, no se dejen seducir ni reducir. Mantengan sus fusiles en alto.
El ring prefeminista sigue en activo –¡hagan sus apuestas, señores!- bendecido por las conclusiones a las que un buen día de hace un siglo llegó un sabio que, en todo caso, no tuvo ocasión de vivir en igualdad con las mujeres. Dudo que el brillante Sigmund ignorara hoy que "feminismo" no implica una defensa de los derechos de las mujeres por encima de los de los hombres ni una lucha injusta de las mujeres para relevar a los hombres en todos los puestos de poder, sino –lo asegura ese venerado diccionario de la Real Academia- una doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. Un movimiento, en suma, que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
Teniendo en cuenta esta definición, el postfeminismo no sería más que una etapa posterior en la que se han alcanzado una serie de logros. Díganme sinceramente si Palin actúa como si se hubieran superado peldaños o utiliza los mismos esquemas que su abuela, brazos en jarras.
Fuente: la vanguardia.es
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820. ENTREVISTA A GUSTAVO DESSAL : PSICOANALISTA. ´La ciencia se desentiende del efecto de sus hallazgos en la mente de las personas´
0000. Mas líbranos del bien. Nuevo libro de Gustavo Dessal, psicoanalista y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Lo verdaderamente preocupante es que las mentes grises que analizan el fenómeno Palin pretendan situarnos en un temible escenario en el que las mujeres ya no batallan tomando el modelo de los hombres, sino que han llegado a la política para dominar, para cargárselos a todos a golpe de pintalabios. Vaya por Dios. Lo llaman la era de las mujeres postfeministas: señoras que juegan con su feminidad para ridiculizar y reducir a la impotencia a sus adversarios varones, que, pobres, no están nada preparados para responder a la castración psicológica. "Por el momento, una mujer que pone sobre la mesa la carta "castración" es imbatible", asegura el reputado psicoanalista Jacques-Alain Miller, yerno de Lacan y heredero del liderazgo de su escuela. ¿Imbatible? ¿Por parte de qué tipo de varones es imbatible la carta de la castración?
Miller aseguraba en un reciente artículo publicado en "Le Point" que la diferencia clave entre las mujeres que han subido ahora a lo alto en política y las que lo hicieron antes es su "feminidad desacomplejada". "Las primeras imitan al hombre, respetan el falo y hacen como si lo tuvieran. Las nuevas saben que sólo es un "semblante" y no lo toman en serio". Y de Palin aventura que maneja el sarcarmo femenino de una manera natural y que castra a sus adversarios machos con alegría manifiesta.
"No tiene miedo a nada, se llena de niños al mismo tiempo que maneja un fusil, un pitbull con pintalabios". En resumidas cuentas, una nueva raza de mujeres políticas se eleva en potencia, advierte Miller. Es decir, mucho ojo, señores, no se dejen seducir ni reducir. Mantengan sus fusiles en alto.
El ring prefeminista sigue en activo –¡hagan sus apuestas, señores!- bendecido por las conclusiones a las que un buen día de hace un siglo llegó un sabio que, en todo caso, no tuvo ocasión de vivir en igualdad con las mujeres. Dudo que el brillante Sigmund ignorara hoy que "feminismo" no implica una defensa de los derechos de las mujeres por encima de los de los hombres ni una lucha injusta de las mujeres para relevar a los hombres en todos los puestos de poder, sino –lo asegura ese venerado diccionario de la Real Academia- una doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. Un movimiento, en suma, que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
Teniendo en cuenta esta definición, el postfeminismo no sería más que una etapa posterior en la que se han alcanzado una serie de logros. Díganme sinceramente si Palin actúa como si se hubieran superado peldaños o utiliza los mismos esquemas que su abuela, brazos en jarras.
Fuente: la vanguardia.es
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