El joven errezildarra realizó 115 alzadas y aventajó en siete al de Aia en una apuesta histórica. La plaza de toros de Tolosa estaba casi llena con 3.500 espectadores.
DV. Aimar Irigoien tiene todavía 22 años y ayer en Tolosa venció en la apuesta del siglo, pero para llegar a la cima ha tenido que sufrir mucho y ya ha recibido algún que otro duro golpe, en forma de lesiones y fallecimiento de su padre en diciembre de 2005, que le ha hecho madurar quizás antes de tiempo. Su dedicatoria -«esta victoria es para mi padre»- reflejó un sentimiento y un sufrimiento profundo que recordaba cuando Aimar tenía apenas 19 años. Fue un golpe demasiado duro ya que su padre, Joxe Mari, lo era todo para él e incluso hubo quien dudaba de que sin su padre al lado pudiera enderezar su carrera deportiva de forma adecuada.
El de Errezil no sólo ha cogido una buena senda sino que ha encontrado una cuadrilla ejemplar que le ha llevado a conseguir cotas imposibles de imaginar para un chaval de 22 años en un deporte tan exigente como el levantamiento de piedras.
Con cuatro años entró en nuestras casas gracias a un programa de ETB1 en el que levantó un tronco de 20 kilos. La carrera deportiva de Aimar la hemos seguido de la misma forma que vivimos el crecimiento de un hijo desde que nace, hasta que se hace maduro pasando por las distintas etapas de la pubertad y la adolescencia.
Con 12 años le vimos levantar la rectangular de 100 kilos, con 13 años la de 150 kilos, con 14 años la de 175 kilos con dos manos y la de 150 con una mano (dos veces en cinco minutos). Con 15 años pudo con la rectangular de 200 kilos y a la misma piedra que utilizó ayer, la cúbica de 137,5 kilos, le dio siete alzadas en cinco minutos. Con 16 años levantó la rectangular de 227 kilos con las dos manos y la rectangular de 177,5 kilos con una sola mano. Cuatro alzadas en diez minutos a la Albizuri Aundi de Amezketa (166,5 kilos, piedra irregular) y nueve alzadas a la bola de 150 kilos en cinco minutos.
En 2003 y 2004 dos inoportunas lesiones impidieron los habituales intentos de mejora de marca que acostumbraba a acometer en vísperas de su cumpleaños (5 de marzo), pero superada la lesión, con 18 años, igualó la piedra de 213 kilos con una mano. En los campeonatos de Kintopekos no tenía rival e incluso hizo segundo en el Campeonato de Euskadi de piedras grandes en 2004 y tercero en 2005.
Un salto más a la cima
Esos años dio otro salto más y comenzó a participar en los campeonatos de piedras pequeñas con todo lo que significa combinar las grandes con las menores. No conforme con ello, en 2006 se proclamó en el campeón de Euskadi de piedras grandes más joven de la historia y el año pasado hizo doblete. También estableció grandes marcas en esos campeonatos y al cubo de 152 kilos le dio 17 alzadas en tres minutos superando una mejor marca de Goenatxo II.
Todos esos logros eran estratosféricos, pero hasta ayer muchos dudaban su capacidad de sacrificio y su fondo físico. Las palabras de Izeta II al terminar la apuesta dieron la bendición al joven harrijasotzaile de Errezil. «El harrijasotzaile de verdad se demuestra en un trabajo largo de este tipo y hoy Aimar ha demostrado que también puede con ello». Toda una declaración de principios. El chico al que le hemos visto crecer desde que tenía cuatro años se hizo ayer un hombre maduro, hecho y derecho.
Los cinco meses de dura preparación que ha tenido que sobrellevar despejaron todas las dudas. Aimar demostró que también posee esas cualidades -capacidad de sufrimiento, sacrifico y fondo físico-, fundamentales para consagrarse. Irigoien está llamado a marcar no sólo una época, sino que en sus músculos, en sus fibras, en su corazón y en su cabeza tiene la capacidad para convertirse en el harrijasotzaile más grande de todos los tiempos, con permiso siempre de Agustín Ostolaza.
La apuesta y el examen de ayer, tres tandas de diez minutos con el cubo de once arrobas ante un gran campeón como Joxerramon Iruretagoiena, Izeta II, no es cualquier cosa. Y no sólo aprobó sino que sacó un sobresaliente.
Buen Izeta II
Aimar Irigoien tuvo que emplearse a fondo para ganar. El sorteo deparó que el de Errezil tenía que competir en primera posición. Izeta II eligió ser segundo. El a la postre ganador enseñó primero sus cartas. Su secuencia era de dos alzadas, veinte segundos de descanso, otras dos, veinte segundos de descanso, dos más, veinte segundos de descanso, y un levantamiento para sumar siete en un minuto y 33 segundos. Así hasta el minuto nueve, cuando realizaba dos tandas de tres alzadas con 25 segundos descanso entre las dos para sumar un total de 38.
La forma de levantar de Izeta II en cambio era diferente. Iba una a una y entre alzadas y alzada descansaba 14-15 segundos. En el último minuto, casi sin descanso, realizaba seis alzadas seguidas y también sumaba 38. Las dos primeras tandas de diez minutos de ambos fueron calcadas, para sumar 76, tras veinte minutos de trabajo. Pero parecía que Izeta II acumulaba más cansanco y se exprimía algo más, La sensación se confirmó en la tercera y definitiva tanda.
Aimar Irigoien siguió a lo suyo y con la misma táctica aguantó muy bien los ritmos. El cansancio se le acumulaba, pero le hizo frente. En el último minuto exprimiéndose al máximo logró una alzada más, 39, que le dieron un total de 115.
Izeta II necesitaba 40 para ganar. En caso de empate Irigoien era el ganador por salir primero. Era una misión casi imposible y se confirmó en la cuarta alzada. Bajó su ritmo y su ilusión de victoria de desvaneció. Aguantó bien el tipo y consiguió 32 alzadas para 108. Un intento nulo le privó de las 109. No se le puede pedir más, lo dio todo y la apuesta mantuvo su emocion hasta el final.
Fuente: diariovasco.com
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