Héctor Martínez
El edificio pertenece al Sports Olympic Center. No lejos de allí se levantan las dos joyas de estos Juegos, El Nido y el Water Cube. Dos gigantes de la arquitectura, dos motes en los que esperemos que el dopaje respire bajo mínimos.
A eso aspira el doctor Patrick Schamasch, director del departamento médico y científico del Comité Olímpico Internacional (COI), quien ayer encontró la mejor imagen para resumir la lucha mundial que abandera la AMA (Agencia Mundial Antidopaje): el juego del ratón y el gato. "Pero por primera vez en mucho tiempo, el gato está al mismo nivel que el ratón".
Buenas noticias, por tanto, a una semana vista de unos Juegos en los que se realizarán 4.500 controles, un 25% más que los que hubo en Atenas 2004. A más trampa, más policías. El propio Schamasch se dio un paseo ayer por la Agencia Antidopaje de China, que calificó como "el lugar más seguro de Pekín durante los Juegos".
La seguridad se redobla estos días en el recinto, donde serán analizados 1.300 test previos al inicio de la competición y alrededor de 800 controles de sangre. Schamascha hablaba entre temblores de tierra. Por la mañana desayunábamos con el positivo de siete atletas rusas; por la tarde era el italiano Andrea Baldini (esgrima) el que ingresaba a la nómina de tramposos, en su caso por presunto consumo de Furosemide, un diurético.
Malas noticias para un Patrick Schamasch que reconoció que en Pekín se harán unos 400 controles para detectar la hormona del crecimiento, pero que desafortunadamente "el método será el mismo que el utilizado en Atenas 2004". En esta ocasión no pudo sacarse un conejo de la chistera. Bastante tenía con lo del ratón y el gato.
Fuente: as.com
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