Dayron Robles
J. Mínguez
Uno de los momentos más chispeantes, con más morbo, de los Juegos tendrá lugar el 13 de agosto a las 21:35 horas de Pekín (15:35 en España). Será la final de 110 vallas. Sobre el futurista Nido, el Estadio Nacional, gravitarán las miradas de buena parte de los 1.300 millones de chinos. Su campeón olímpico, Liu Xiang, el cohete amarillo que reinó en Atenas en un coto de máquinas de ébano, intentará revalidar su título. Pero ya no llega al tartán como el hombre más rápido del mundo en las vallas altas. Un cubano de 21 años le arrebató por una centésima (12.87) la plusmarca el pasado mes de junio en Ostrava. Ese hombre que corre con gafas pero se las quita coqueto para las fotos ("tengo estrabismo y no me gustan las lentillas") es Dayron Robles, de Guantánamo pero residente en Guadalajara, España.
En la ciudad castellana, bajo un sol de justicia, lleva entrenándose varios meses. "Las competiciones grandes están en Europa y por eso tenemos nuestra base aquí", explica el látigo de 1,92 m. "No es cuestión de fastidiarle la fiesta a otros, sino de tener la mía propia. Trabajo para sentirme bien, no para hacer sentir mal a otras personas", dice después de enfriar sus músculos en una piscina cercana donde parece un pato mareao sin tierra bajo sus pies y después de requebrar a la socorrista brasileña: "¿Sabes bailar la samba? A mí me encanta el reggaeton, pero un atleta debe cuidarse demasiado. Es difícil para una persona joven y con la idiosincrasia de los cubanos... Las discotecas están llenas". Confesiones alegres y relajadas que uno no se imagina en el agobiado Liu Xiang.
"Debe ser durísima la vida de Liu. ¡Madre mía!, pero ya tú sabes que habrán tratado psicológicamente eso. A mí ser el más rápido también me da confianza", dice quien lleva dos años trabajando a su vez con la psicóloga Marisa González. "Tú compites contra ti mismo, no contra el chino", le conciencia.
La perla de Guantánamo ("vivo a 30 km de la base y son dos mundos aparte, separados, pero que para mí no han sido nunca un problema") es el último tesoro del atletismo cubano. "No sé cuál es la magia, pero allí todos nos esforzamos en ser los mejores", dice él, que sería rico en cualquier otro país mientras en Cuba recibe un sueldo estatal y sólo un porcentaje de los premios. Su asalto al Nido de Pekín se ha forjado en España, donde saborea Fantas mientras repasa una y otra vez vídeos de carreras: "Todos los días... De Kingdom, Johnson, Drut y a veces cronómetro en mano". Sin tensión. Ésa se la deja a Xiang.
Siete pasos antes de saltar
Santiago Antúnez, el mago de las vallas, es el encargado de pulir a Robles, del que destaca su "fuerza descomunal". "Da siete pasos hasta la primera valla, uno menos que sus rivales. Esto, además, es como el ballet. Hay que repetir los movimientos horas y horas y no he tenido a nadie tan disciplinado", destaca el profe, que agradece a la gente de Guadalajara "tantas atenciones". Atrás quedó la época en la que dejaron de venir tras el affaire Niurka Montalvo.
La estrella vive recluida
Todo alrededor de Lui Xiang (25 años, 1,88 m.) es misterioso. De una presión brutal. Se especula con que uno de su tendones de Aquiles está tocado. Pero todo es secreto. A Liu le tienen prohibido hablar desde hace meses, sus entrenamientos son a puerta cerrada, se dice que incluso tiene restringido el teléfono móvil y los chats por el messenger. De él sólo se espera el oro. Este año casi no ha competido. "Debe ser difícil estar en su pellejo", dice Robles.
Fuente: as.com
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