El atletismo valenciano vive su mejor mes en mucho tiempo. Hace dos semanas, en los Campeonatos del Mundo júnior, tres chavales -Miguel Ángel Sancho en altura, Eusebio Cáceres en longitud y Lluís Torlá en 20 km marcha- se colgaron una medalla de bronce. Y ayer, en la primera jornada de los Campeonatos de España, dos valencianos, uno de Picassent y otra de Silla, un velocista y una fondista, se colgaron la medalla de oro. Iván Mocholí (100) y Loli Checa (5.000) triunfaron en Tenerife.
Hace dos meses nadie hubiera esperado ver la foto de ambos con la medalla de oro. Iván Mocholí apenas podía entrenar. Le dolía el pie hasta al andar. Y llegó un día, uno de los peores, en el que pensó en desistir. "Estuve a punto de tirar la toalla". Pero dejó atrás sus molestias y el destino, además, le reservaba una sorpresa. En Tenerife no corrió el flamante plusmarquista nacional de los 100 metros, Ángel David Rodríguez. "Ha sido un regalo, pero era para todos, había que aprovechar la oportunidad y yo lo he hecho", explicó el pupilo de Rafa Blanquer, que logró su segundo título en el sprint con un tiempo de 10.52 (+2.2).
Loli Checa sufrió mucho menos. Su estado de forma es formidable. La atleta del València Terra i Mar lidera el ranking nacional en 1.500, 3.000 y 5.000 y después de echar un vistazo al panorama internacional, ella y su entrenador, Antonio Serrano, apostaron por los 5.000. La atleta de Silla ganó con una superioridad insultante (15:50.75), pero su reto, urdido para probarse con vistas a Pekín, es comprobar como responde su cuerpo. En los Juegos tendrá dos carreras en tres días y por ello el martes correrá un 3.000 en Mónaco.
El València Terra i Mar concluyó el día con seis medallas de oro. A las dos de Mocholí y Checa se unieron las de Ruth Beitia (altura), Mercedes Chilla (jabalina), Iris Fuentes-Pila (1.500) y Beatriz Pascual (10.000 m marcha). La saltadora cántabra firmó otra gran actuación. Después de saltar 1,98 atacó su récord de España (2,02), pero la alumna de Ramón Torralbo falló sus tres intentos sobre 2,03.
Redolat sobrevive
Sólo falta, visto lo visto, el orden. Las semifinales de 1.500, con cinco españoles con la marca mínima para los Juegos Olímpicos, afilaban sus armas en el preámbulo de la disputa por las tres plazas para Pekín. Pero las semifinales despejaron muchas dudas. En la primera mandaron Reyes Estévez y Arturo Casado; en la segunda, Juan Carlos Higuero. Ellos serán los elegidos salvo que se produzca un descalabro de cualquiera de los tres. Higuero y Casado parecen fijos, aunque Reyes tuerza el gesto cuando se le pregunta por ello. "No sé, esa pregunta no debe ser para mí sino para otros, ¿no?", replicó el catalán al tiempo que ladeaba la cabeza hacia la tribuna, donde se encontraba José María Odriozola, el hombre que le dejó sin los Juegos Olímpicos de Sídney 2000.
Reyes Estévez y Arturo Casado, primero y segundo en su semifinal, apretaron el paso en la recta, pese a que los dos ya se habían distanciado. Tenían ya una plaza en la final. Pero el orgullo, cuando se encuentran en paralelo dos gallos como estos, se desata y, sin que llegara a 'cantar', se marcaron un pequeño sprint. Tras ellos, muy lejos, se desplomaba uno de sus delfines, Álvaro Fernández, que acabó octavo y entró en la final por puestos. Por los pelos. En la segunda carrera no hubo sprint, aunque sí orgullo. Juan Carlos Higuero forzó un cambio de ritmo a falta de 200 metros que descabalgó a todo el mundo. Excesivo, quizás. Intimidatorio, también. Sólo en los últimos 50 metros dejó que se acercaran Diego Ruiz, Pedro Esteso y el valenciano José Antonio Redolat, que acabó cuarto (3:50.84) a pesar de sufrir una gastroenteritis durante toda esta semana.
Ahora queda el desenlace de este domingo. Los tres primeros espadas del milqui descubrirán sus cartas en la final. Es la hora de reordenar la jerarquía. Higuero, sobre todo después de ver su triunfo ante Reyes Estévez en el mitin de Barcelona, se perfila como el rival a batir. Pero Casado sabe que el ritmo puede jugar a su favor. Y Reyes, siempre tan desafiante, tan carismático, lanza el reto. "Yo voy a por el oro".
Otra valenciana, María Martín-Sacristán se coló en la final de 100 (séptima) siendo aún juvenil.
Fuente: las provincias.es
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Hace dos meses nadie hubiera esperado ver la foto de ambos con la medalla de oro. Iván Mocholí apenas podía entrenar. Le dolía el pie hasta al andar. Y llegó un día, uno de los peores, en el que pensó en desistir. "Estuve a punto de tirar la toalla". Pero dejó atrás sus molestias y el destino, además, le reservaba una sorpresa. En Tenerife no corrió el flamante plusmarquista nacional de los 100 metros, Ángel David Rodríguez. "Ha sido un regalo, pero era para todos, había que aprovechar la oportunidad y yo lo he hecho", explicó el pupilo de Rafa Blanquer, que logró su segundo título en el sprint con un tiempo de 10.52 (+2.2).
Loli Checa sufrió mucho menos. Su estado de forma es formidable. La atleta del València Terra i Mar lidera el ranking nacional en 1.500, 3.000 y 5.000 y después de echar un vistazo al panorama internacional, ella y su entrenador, Antonio Serrano, apostaron por los 5.000. La atleta de Silla ganó con una superioridad insultante (15:50.75), pero su reto, urdido para probarse con vistas a Pekín, es comprobar como responde su cuerpo. En los Juegos tendrá dos carreras en tres días y por ello el martes correrá un 3.000 en Mónaco.
El València Terra i Mar concluyó el día con seis medallas de oro. A las dos de Mocholí y Checa se unieron las de Ruth Beitia (altura), Mercedes Chilla (jabalina), Iris Fuentes-Pila (1.500) y Beatriz Pascual (10.000 m marcha). La saltadora cántabra firmó otra gran actuación. Después de saltar 1,98 atacó su récord de España (2,02), pero la alumna de Ramón Torralbo falló sus tres intentos sobre 2,03.
Redolat sobrevive
Sólo falta, visto lo visto, el orden. Las semifinales de 1.500, con cinco españoles con la marca mínima para los Juegos Olímpicos, afilaban sus armas en el preámbulo de la disputa por las tres plazas para Pekín. Pero las semifinales despejaron muchas dudas. En la primera mandaron Reyes Estévez y Arturo Casado; en la segunda, Juan Carlos Higuero. Ellos serán los elegidos salvo que se produzca un descalabro de cualquiera de los tres. Higuero y Casado parecen fijos, aunque Reyes tuerza el gesto cuando se le pregunta por ello. "No sé, esa pregunta no debe ser para mí sino para otros, ¿no?", replicó el catalán al tiempo que ladeaba la cabeza hacia la tribuna, donde se encontraba José María Odriozola, el hombre que le dejó sin los Juegos Olímpicos de Sídney 2000.
Reyes Estévez y Arturo Casado, primero y segundo en su semifinal, apretaron el paso en la recta, pese a que los dos ya se habían distanciado. Tenían ya una plaza en la final. Pero el orgullo, cuando se encuentran en paralelo dos gallos como estos, se desata y, sin que llegara a 'cantar', se marcaron un pequeño sprint. Tras ellos, muy lejos, se desplomaba uno de sus delfines, Álvaro Fernández, que acabó octavo y entró en la final por puestos. Por los pelos. En la segunda carrera no hubo sprint, aunque sí orgullo. Juan Carlos Higuero forzó un cambio de ritmo a falta de 200 metros que descabalgó a todo el mundo. Excesivo, quizás. Intimidatorio, también. Sólo en los últimos 50 metros dejó que se acercaran Diego Ruiz, Pedro Esteso y el valenciano José Antonio Redolat, que acabó cuarto (3:50.84) a pesar de sufrir una gastroenteritis durante toda esta semana.
Ahora queda el desenlace de este domingo. Los tres primeros espadas del milqui descubrirán sus cartas en la final. Es la hora de reordenar la jerarquía. Higuero, sobre todo después de ver su triunfo ante Reyes Estévez en el mitin de Barcelona, se perfila como el rival a batir. Pero Casado sabe que el ritmo puede jugar a su favor. Y Reyes, siempre tan desafiante, tan carismático, lanza el reto. "Yo voy a por el oro".
Otra valenciana, María Martín-Sacristán se coló en la final de 100 (séptima) siendo aún juvenil.
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