Ben Johnson
Los jamaicanos que impresionan en velocidad desde hace años (Usain Bolt es sólo la última perla) son los nietos de los esclavos que llegaron en los barcos negreros a las Antillas para trabajar entre la vida y la muerte en plantaciones de caña de azúcar. Son supervivientes y están espectacularmente dotados para las pruebas explosivas. El molde del velocista perfecto está en Jamaica, un país de sólo tres millones de personas, menos que Madrid. Ahí nació Asafa Powell, el plusmarquista mundial. O Linford Christie y Donovan Bailey, oros olímpicos de 100 en Barcelona 1992 y Atlanta 1996 (batiendo el récord del mundo) aunque con Gran Bretaña y Canadá.
Jamaicanos del exilio, como Ben Johnson, de infausta memoria. O como Merlene Ottey, ahora eslovena. De los cuatro primeros del ránking de siempre en 100 (excluyendo a los dopados) tres son jamaicanos. Sangre roja, piel negra y fibras musculares blancas. Esas que se contraen tan rápido como la luz, esas que impulsan a un hombre a una velocidad punta de 43,4 km por hora, como los que alcanzó Powell el día de su récord (9.74) entre el metro 80 y el 90. Como la que casi alcanza Bolt hace unos días.
(publicado en as.com)
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