Onyia llora en el suelo por su caída, que le privó de un podio casi seguro. La selección española no mandó buenas sensaciones FOTO: EFE
(publicado en el mundo deportivo.es)
Carles Gallén - 11/03/2008 03:00
La pista cubierta, habitualmente un chollo que refuerza la autoestima del atletismo español, puso al descubierto en el Mundial Indoor de Valencia las dudas de la selección a sólo cinco meses de su mayor examen, los Juegos Olímpicos de Pekín, y, ya a más largo plazo, la inquietante falta de un relevo generacional que pueda suplir con garantías a la actual quinta de líderes, la mayoría de ellos en la frontera de los 30 años.
España cosechó en el Palacio Luis Puig una de sus peores actuaciones en una competición que tradicionalmente es bondadosa con ella, en parte por la ausencia de primerísimas figuras, aunque el plantel global de Valencia registraba pocas bajas de peso. Una solitaria medalla de bronce de Juan Carlos Higuero en el 1.500 y una colección de cuartos puestos (Mayte Martínez, Ruth Beitia, Arturo Casado) al frente de las ocho plazas de finalista conquistadas son, sin duda, un balance por debajo de lo que esperaban la RFEA y su presidente, José María Odriozola. Sólo hubo un peor balance en el Mundial Indoor de Budapest 2007 (0 medallas, siete finalistas), uno de los grandes batacazos del atletismo español, y en París 97 (0 medallas, cuatro finalistas). Lejos queda la cima de seis metales de Birmingham 2003.
La sensación de fracaso se acrecienta por el hecho de haber competido en casa. Odriozola, siempre sin pelos en la lengua, se lo recordó a los atletas que tacharon de su calendario Valencia. "Es un error estratégico renunciar a la pista cubierta para preparar los Juegos Olímpicos. No pasaba nada por venir al Mundial. Pero resulta que muchos atletas pasan de la pista cubierta porque se gana más dinero en el cross", explicó.
En Pekín, más difícil
La España que se vio en Valencia, con el añadido de maratonianos, marchadores, algún lanzador como Pestano y la gran capitana Marta Domínguez, será la que se juegue su reputación en Pekín en agosto, donde la competitividad de sus rivales se multiplicaráhasta el mayor nivel. La solitaria medalla de Higuero en el Luis Puig es un buen aviso para un equipo que envejece sin grandes recambios entre los más jóvenes, más allá de 'fichajes' de pasaporte como Jackson Quiñónez, Josephine Onyia o en su día Glory Alozie. "Que la mía sea la única medalla viene bien", decía con ironía Higuero. "Así todos veréis el valor que tiene un podio en un Mundial. Son muy caros. Nadie los regala".
Higuero también ejemplifica que una medalla en sala no tiene ninguna garantía después en los Juegos. "Repetir lo de Cacho –el último podio olímpico español en 1.500– es muy difícil", dice. Pero no cierra la puerta. "Antes llegaba a las finales y quedaba sexto o noveno. Ahora he cambiado. Tengo 30 años y me veo más seguro"
España cosechó en el Palacio Luis Puig una de sus peores actuaciones en una competición que tradicionalmente es bondadosa con ella, en parte por la ausencia de primerísimas figuras, aunque el plantel global de Valencia registraba pocas bajas de peso. Una solitaria medalla de bronce de Juan Carlos Higuero en el 1.500 y una colección de cuartos puestos (Mayte Martínez, Ruth Beitia, Arturo Casado) al frente de las ocho plazas de finalista conquistadas son, sin duda, un balance por debajo de lo que esperaban la RFEA y su presidente, José María Odriozola. Sólo hubo un peor balance en el Mundial Indoor de Budapest 2007 (0 medallas, siete finalistas), uno de los grandes batacazos del atletismo español, y en París 97 (0 medallas, cuatro finalistas). Lejos queda la cima de seis metales de Birmingham 2003.
La sensación de fracaso se acrecienta por el hecho de haber competido en casa. Odriozola, siempre sin pelos en la lengua, se lo recordó a los atletas que tacharon de su calendario Valencia. "Es un error estratégico renunciar a la pista cubierta para preparar los Juegos Olímpicos. No pasaba nada por venir al Mundial. Pero resulta que muchos atletas pasan de la pista cubierta porque se gana más dinero en el cross", explicó.
En Pekín, más difícil
La España que se vio en Valencia, con el añadido de maratonianos, marchadores, algún lanzador como Pestano y la gran capitana Marta Domínguez, será la que se juegue su reputación en Pekín en agosto, donde la competitividad de sus rivales se multiplicaráhasta el mayor nivel. La solitaria medalla de Higuero en el Luis Puig es un buen aviso para un equipo que envejece sin grandes recambios entre los más jóvenes, más allá de 'fichajes' de pasaporte como Jackson Quiñónez, Josephine Onyia o en su día Glory Alozie. "Que la mía sea la única medalla viene bien", decía con ironía Higuero. "Así todos veréis el valor que tiene un podio en un Mundial. Son muy caros. Nadie los regala".
Higuero también ejemplifica que una medalla en sala no tiene ninguna garantía después en los Juegos. "Repetir lo de Cacho –el último podio olímpico español en 1.500– es muy difícil", dice. Pero no cierra la puerta. "Antes llegaba a las finales y quedaba sexto o noveno. Ahora he cambiado. Tengo 30 años y me veo más seguro"
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