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El 29 de junio de 2007, el equipo investigador del yacimiento burgalés de Atapuerca presentaba a los medios la última joya fosilizada que los científicos habían desengarzado de la roca caliza: un premolar de un humano joven –de especie aún por determinar– cuya antigüedad se estimó en 1.200.000 años. Con la excitación que suponía añadir de golpe casi medio millón de años a la presencia humana en Europa, dos de los codirectores de la excavación, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, expresaban su esperanza de hallar más restos para certificar la identidad y la edad del viejo antepasado.
El deseo apenas tardó 24 horas en cumplirse. El día 30, los investigadores desenterraban un fragmento de mandíbula inferior que aún conservaba varios dientes y donde el premolar encajaba como el zapato de Cenicienta. Tras los estudios, confirmaban la antigüedad que habían calculado y lo asignaban, de forma provisional, a la especie Homo antecessor. Se trata de un hominino –término que engloba a la familia humana– cuyos restos hallados anteriormente se habían fechado en 800.000 años, que fue un probable ancestro de neandertales y sapiens, y que ha supuesto la mayor contribución de Atapuerca. La ficha completa del nuevo ejemplar, venerable abuelo de los europeos, ocupa un lugar de honor –portada incluida– en la última edición de Nature.
El trabajo, firmado por una treintena de científicos dirigidos por Bermúdez de Castro, Carbonell y ,Juan Luis Arsuaga Ferreras explica que la mandíbula fue encontrada en el nivel TE9 de la Sima del Elefante, situada entre otros dos puntos calientes del yacimiento burgalés: la Gran Dolina, que en 1994 alumbró el nacimiento del Homo antecessor, y la Sima de los Huesos, donde se han contabilizado más de 6.000 restos fósiles de Homo heidelbergensis. Junto a la mandíbula han aparecido también 32 lascas de sílex que los pobladores del lugar emplearon para trinchar la carne de grandes herbívoros, como atestiguan las marcas en algunos huesos.
El fragmento consiste principalmente en la sínfisis, la región anterior de la mandíbula. Según los científicos, su morfología es primitiva, reminiscente de los Homo habilis y rudolfensis africanos cuya antigüedad se remonta al comienzo del Pleistoceno, en torno a dos millones de años atrás. Los investigadores destacan su semejanza con los homininos que, emigrando desde África, dejaron sus huesos hace 1,7 millones de años en el yacimiento de Dmanisi, en la república euroasiática de Georgia.
Yacimiento modélico
Un aspecto crítico para trazar la línea de la historia humana a través de los fósiles es la datación. En este aspecto, Atapuerca es un modelo: “Es uno de los dos yacimientos mejor datados de Europa, lo que supone una garantía, tanto para nosotros como para la comunidad científica”, afirma Bermúdez de Castro. El codirector precisa que se han combinado tres métodos. “La biocronología, un indicador muy preciso, se basa en los micromamíferos que se hallan en el nivel de los restos”. En este caso, antepasados de ratones y hurones ejercieron de patrones temporales.
En segundo lugar, los científicos han datado el estrato por paleomagnetismo, un método que aprovecha las inversiones de los polos magnéticos que se han producido a lo largo de la historia del planeta, y que han dejado rastro en la roca. El tercero de los procedimientos, llamado de núclidos cosmogénicos, “es una técnica relativamente nueva”, dice Bermúdez de Castro, basada en escrutar la huella de la radiación cósmica en los minerales. “La primera medición dio como resultado una datación de 1,4 millones de años, pero al repetirla descendió un poco y nos quedamos con la estimación más prudente”, aclara.
Las conclusiones del trabajo ayudan a trazar la historia de las migraciones humanas desde África hacia Europa y Asia a través del “cruce de caminos” de Oriente Próximo, hace 1,7 millones de años, hasta la Península Ibérica hace poco más de un millón de años. Bermúdez de Castro no cree que Atapuerca rinda humanos mucho más antiguos, “pero sí deberían hallarse de hasta 1,6 millones de años en Bulgaria o Grecia, ya que por esa época en Asia ya habían llegado a Java, y la ruta hacia Europa es más accesible”, concluye.
Cuando el ‘niño de la Gran Dolina’ cumplía diez años
En 1993, tres cráneos hallados en la Sima de los Huesos de Atapuerca –uno de ellos, el cráneo 5 de Homo heidelbergensis, es el más completo hallado nunca– merecieron la portada de Nature. En 1997, Science acogía la presentación en sociedad del primer Homo antecessor, un niño de diez años cuyos restos se encontraron en Gran Dolina tres años antes. En el décimo aniversario de la nueva especie, los científicos recibían como regalo al abuelo del niño...Fuente: http://www.publico.es
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27 mar 2008 23:12
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