La Maratón de Barcelona está condenada al éxito
(publicado en sport.es)
Carlos R. Galindo BARCELONA
Si les digo que la maratón de Barcelona la ganó un tal Hosea Kogei –que no Kosgei–, ustedes me dirán con toda razón, bueno, muy bien: ¿y qué? ¿Quién es ese señor? ¿Con quién ha empatado?... Ese es el problema actual de las maratones en todo el mundo. La presencia de los fondistas africanos, que copan machaconamente las primeras posiciones relegando a los ‘blancos’ a los lugares de consolación, se ha convertido en un inconveniente, no porque sean negros y ganen, que están en su perfecto derecho y para eso se adaptan mejor a la distancia, sino porque muchas veces no añaden nada nuevo al propio espectáculo. Añádase a esa cuestión que muchos de los fondistas negros contratados no siempre garantizan marcas de relumbrón pero si llenan las arcas de los representantes (casi siempre blancos), que los ofrecen a los organizadores con la seguridad –si es que en una maratón se puede hablar de seguridad– de que correrán en tiempos estimables. Es evidente que no se puede contratar a un Haile Gebreselassie en cada carrera. Para eso, harían falta montañas de dinero. La solución pasa por hilar fino, muy fino. Ser selectivos. Barcelona hizo su apuesta y la hizo bien... hasta que la distancia dictó su ley –Kogei pasó por la media maratón en 1h:04.09–. Hasta el kilómetro 27 llevaba márchamo de bajar de 2h:09. Desde el coche del director de carrera se le pedía que se relajase. Pero el keniano se obstinó. Y lo acabó pagando caro. Por lo que respecta a los españoles, todo se centró en Chema Martínez, que no pudo participar a causa de un inesperado proceso gripal. A partir de entonces, la responsabilidad pasó a manos de Nacho Cáceres. Y la retirada del azulgrana en el kilómetro 24 relegó todo el protagonismo al igualadino Roger Roca, tercero a la postre. Los tiempos acreditados fueron muy pobres; impropios de una carrera de esta naturaleza, desde luego. Esa es una de las asignaturas pendientes que deberá resolver la organización en el futuro.La maratón de Barcelona disputada este pasado domingo no la ganó el tal Kogei; la ganó la ciudad entera (de cabo a rabo); la ganaron los miles de corredores que se lanzaron a trotar por las principales calles hasta completar los terroríficos 42,195 kilómetros –propósito que lograron el 96% de los corredores–, la ganó la legión de atletas extranjeros que confiaron en la organización de la prueba (RPM) –dejando sus buenos dineros en la ciudad, por cierto– y que, a buen seguro, repetirán en un futuro próximo convirtiéndose, además, en transmisores de los enormes valores deportivos, turísticos y cívicos que ofrece la carrera. La Marató la ganaron los voluntarios, los servicios médicos, los masajistas y, sobre todo, la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra cuyo papel merece ser destacado con letras mayúsculas –quien esto escribe observó en primera persona –y no sólo una vez– como regulaban el enorme flujo humano (una marea incontenible de corredores) a la vez que animaban a los participantes con palmas y gritos, lo que confirma que ya han hecho suya la carrera. Un trozo muy grande de la maratón ya les pertenece. Pero si hay un ganador en la carrera barcelonesa ese es, por encima de todo, el ciudadano de a pie. El transeúnte que se sumó a la fiesta de forma multitudinaria, superando cualquier previsión..
Un compañero de nuestro grupo Triatlón ( Punta Umbria ), ha hecho la Marathón de Barcelona, se trata de Emilio Yurtel, habitual en este tipo de pruebas y en breve publicaremos sus sensaciones y punto de vista de la prueba.
ResponderEliminarUn abrazo y estamos en contacto.
Estupendo, me encantará poder conocer la opinión del compañero Emilio.
ResponderEliminarSaludos
HOLA BLAS Y A TODOS TUS AMIGOS PASO A DAROS LAS BUENAS TARDES Y SEGUIR CONOCIENDO HISTORIAS DEL DEPORTE MUY INTERESANTES.
ResponderEliminarUN BESO GLORIA
Buenas tardes Gloria, me agrada mucho que seas una seguidora fiel de nuestras historias.
ResponderEliminarUn beso